(ahora no, pues estoy confinado en casa. De normal, tengo mucho trabajo. Si pongo publicidad y tuviera algún ingreso podría dejar alguna alguna actividad y tener más tiempo para escribir. Por el estilo de mis escritos, ¿creéis que los desvirtualizaría?, ¿que dejarían de tener el espíritu que trato de mantener?, ¿os resultaría molesto?. Decidme algo, por favor)
La realidad positiva del confinamiento
Estamos demasiado enamorados y habituados a nuestra vida usual y cotineánea. Está ésta inserta en el escándalo, en el ruido, en los movimientos, en la aceleración, en los pensamientos cortos y automatizados, en las relaciones fuertes, directas y poco profundas. Ir y volver al trabajo, llevar y traer a los hijos al colegio, ir y volver a la compra, acelerar en las actividades caseras por la falta de tiempo, contactos momentáneos con los conocidos, vecinos, compañeros de trabajo y esto, ademas enajenados en la necesaria atención a la correcta operatividad de la acción.
Ahora, en el refinamiento temporal obligado, cuando las condiciones de vida pasadas han cambiado, nuestra primera reacción ha sido el mareo, la desorientación, la locura y desesperación ante la perdida de los movimientos cotidianos y de las costumbres establecidas e impuestas. Acampar en el bosque de nuestros propios pensamientos nos produce vértigo y miedo.
El sistema social y económico ha dejado de dominarnos durante un tiempo, y absurdamente, nos cuesta demasiado vivir en nuestra libertad aun siendo en tu casa. Nuestra creatividad ha sido dominada, destruida y anulada y ¿ahora yo que hago libre, aun sin salir de casa y con todas mis comodidades? En ello, sin el quehacer actual, sin los usos y costumbres generalizados y normalizados, nos sentimos como peces fuera de la pecera. Si que es cierto, que esta reflexión incumbe a muchos, pero no a todos, mejor, en muchos tiene una mayor aplicación y en otros la tiene difícil, pero no imposible. Autores, Científicos, Filósofos, literatos han buscado la máxima soledad y el olvido para realizar sus obras, para construir sus pensamientos, para ordenar sus temáticas o para darles la forma correcta de la trasmisión.
El cambio nos da miedo y nos escondemos mutuamente en la inacción popular de la variabilidad.
Los que tengamos familia podemos hasta quedarnos sorprendidos de las conversaciones que podamos tener con tu hijo o hija u observarlos con detenimiento y ver cosas que casi desconocías, y podemos hacer cosa y quedarnos maravillados de aquello que jamás pensásemos que pudieras hacer, dibujar, dialogar, escribir, leer, hacer manualidades o podemos encontrar momentos de sosiego y tranquilidad haciendo labores caseras, tanto ellos como ellas que habitualmente no hacíamos, y podemos descubrir, digamos y por ejemplo, la música clásica para pasear por tu casa o revivir estas canciones tan antiguas que teníamos escondidas por algún lugar de ella.
Es más podemos sorprendernos al conocernos mejor y darnos cuenta de aquello que mas echamos de menos. La inactividad nos puede llevar a tener aquellos momentos de reflexión propia que tanta falta nos hacia para llegar a construir pensamientos muy útiles sobre tu persona. El conocerse así mismo solo se puede hacer fuera de la contaminación acústica, visual y emocional, digamos, a las que estamos inmersos todos y cada uno de los días. Los solitarios son marginados y mal vistos, cuando huir de las muchedumbres, el ruido y la normalidad, pude ser el mejor camino para llegar a verdades vitales muy útiles. El aprender a gratificarnos de la tranquilidad, sosiego y la reflexión es, sin duda, algo muy constructivo para cada uno de nosotros.
Cual cambio rotundo en el andar normalizado te puede llevar a una metamorfosis grande en cuanto a ti mismo. El fenómeno puro de nuestra persona tan escondido puede surgir y entender que pensamos, creemos, queremos y sentimos y lo que pensamos,lo que creemos y y lo que sentimos de nosotros mismo.
Desde que llegó la revolución industrial y las muchedumbres cosmopolitas comenzaron a formarse, es donde la mayoría de la sociedad, menos la aristocracia y burguesía, perdió su libertad referida al dominio de su tiempo. Cambiadas las condiciones de trabajo y humanas, seguimos igualmente unidos a una normalización y esclavitud horaria que nos impone como funcionamiento temporal obligatorio, a la inmensa mayoría, en nuestras actividades y obligaciones. Ya como dijo aquel, el ser humano somos producto de nuestros usos y costumbres que condicionan y configuran nuestra naturaleza. De esto no somos conscientes y nos creemos como base ontológica propia y nuestra, lo impuesto como base metodológica actual.
El ser positivo es un acto voluntarioso. Decir que lo bueno o lo malo no existe, seria una mentira, pero el aceptar que las condiciones normales mas o menos desagradables se pueden convertir en momentos útiles para ciertas labores o conclusiones, sí es una verdad.