Me
niego a cree que sea producto de mi incompetencia, de mi
imposibilidad. Los hechos que
acompañan mi vida y mi relación con la gente circundante me lleva a
pensar así al introducirme dentro de la normalidad.
Pero,
y sin embargo, estoy muy lejos de tener la capacidad para
realizar ciertas acciones o seguir estos caminos dentro de lo común.
Pero,
y además, ahí no se queda el asunto, sino que va más allá y
califico de tonterías y estupideces estas acciones cotidianas.
Entonces,
¿cómo salir de aquí?, ¿a qué o a quién tengo que aludir y
buscar para echar raíces en este movimiento?, ¿cómo borrar mi
visión despectiva hacia un tanto por cien elevadísimo del
comportamiento social que me lleva insolublemente a la
automarginación?
Y es
aquí donde comenzamos a encontrar la solución calibrando qué pesa
mas en la toma de decisiones.
Y
así, ponemos en la balanza de la vida lo siguiente. En un lado de
esta, ponemos tu naturaleza e inquietudes y en el otro ponemos la
sociabilidad e inquietudes también. Tras esta operación damos
algunos pasos atrás y comenzamos a medir los pesos.
¿Que
somos unos seres sociales? Si, sin duda.
¿Qué
tenemos una naturaleza individual propia? Seguro. Ésta, además, nos
ha llevado a construir esta sociedad y la interdependencia que nos
invade.
Conclusión.
El mal no está, como dijeron algunos, en las personas viviendo en
dependencia, sino en el haber montado con la ayuda de nuestra
ignorancia un circo de estupideces a nivel internacional.
Quiero
creer que no somos tan ignorantes y que sin, digamos, los medios de
comunicación de masas o el mercado danzando sin control alguno la
sociedad sería diferente.
No
quiero ni busco una solución dogmática ni aforística.
Hay
que perder el miedo, huir dela vulgaridad, actuar con la razón, dar
cultura y realizar, entonces un acto revolucionario.
¿Acto
revolucionario?, si. Con la razón debemos de darle la más absoluta
vuelta a las razones de funcionamiento de esta gran parodia.
¿Acciones violentas?, !no¡.
Aunque
me pese pues es un recurso lento y aburrido en su realización, sólo
con la educación y el cambio progresivo en la convicción sobre las
cosas, digamos se puede realizar este gran cambio cualitativo.
¡Qué
manera de hacer payasadas los políticos!, entiendo que jamás se
pondrán de acuerdo por que ninguno quiere hacer.
La
enfermedad nos dirige. Es el gusano que se alimenta en nuestro
estomago.
Todo
lo antiguo, cambiarlo, pues no ha funcionado.
Quedémosnos
sólo con la capacidad de calibrar consecuencias, razonar hipotesis
y tomar decisiones en base a la historia equivoca consumada.