Primero
seamos técnicos.
Darle
a cualquier elemento o acción su máxima utilidad, entendiendo esta como la
puesta en práctica del objeto y acción en su mayor dimensión ya sea
cualitativa, cuantitativa o temporal. Se sobreoptimiza las cosas encajándolas en
su desarrollo con otros elementos o acciones, todos ya optimizados.
Pero
vamos, también entiendo la fácil conclusión y el rápido entendimiento de la
utilidad de la acción como hábito y costumbre.
Pero,
sin embargo, esta idea no es barajada en casi ninguna conversación. No es un
motivo de solución. No suscita reflexiones.
Es
más, ahora aquella persona que aprovecha al máximo las cosas, que acaba todos
los contenidos, que mantiene los utensilios hasta el final de su funcionamiento
correcto, que sube por encima de las modas y no cambia sin exprimir la ya
elegido, suele recibir otro tipo de calificativos, en línea despectiva, debido
a la gran idea del exceso material como reflejo del éxito social.
Primero
y como siempre, la coherencia personal,
debe ser, por definición, anterior a cualquier otro objetivo.
Y
segundo y quizás más importante, las reservas son limitadas, ya sea por la
cantidad propia del elemento o por tu capacidad de conseguirla.
Debemos
tener un cambio mental en este asunto.
Menos
de todo y los mismo resultados.
Es
una función, proposición, elemento matemático puro y duro.
Pero
si nos queremos a la mentira que tanto necesitamos, es decir, la abstracción de
la realidad, nos dará, sin duda, un mayor orden mental y felicidad al no estar máximamente
encadenado a las necesidades materiales y aumentar nuestra libertad personal.
Optimicemos
y tratémoslo, no como característica personal, sino como elemento nemotécnico y
metodológico eficiente y correcto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario