LA
TOURNE
Cap.
1
Acabó
el concierto, en el mismo momento en el que el sol comenzaba a
desaparecer detrás de los últimos edificios al fondo de la Gran
vía.
Don
Cipriano caminaba erguido, como siempre y en cualquier lugar, mirando
fijamente hacia delante con el entrecejo puesto y pensativo.
-
Magnífico, maravilloso, sublime, !cómo puede estar esto tan
olvidado y deslazado!, !acaso a Usted no le tiembla el alma cuando
escucha, por decir uno entre mi, los violines de Vivaldi, !es que
somos los únicos!
-
Hombre, Maestro, los tiempos pasan y las cosas cambian.
-
!ah!, claro, Andrés, pero las personas estamos cumpliendo la leyes
de la física y nuestro sistema va, por necesidad y en el arte, a
peor.
-
¿Me dice, Don Cipriano, que lo que ya hemos hecho,
siempre es mejor?, ¿que el buen arte ya se hizo?
Don
Cipriano, se giró y le miró muy seriamente meditando el
último comentario de su alumno.
Andrés
y Don Cipriano, se conocían de la escuela de música de la ciudad de
Valencia. Don Cipriano era Doctor en Solfeo y le daba clases de
quinto de composición a Andrés. La técnica, la perfección, el
ritmo, la armonía, la medida, Don Cipriano, las trasladaba de los
libros a su vida y la buscaba insistentemente en todo lo que le
rodeaba. La inocencia en el abandono de lo usual, les unía,
pues eran totalmente diferente. Andrés era su joven alumno, 17 años,
con unas dotes espectaculares y magníficas para tocar el piano.
Había dado conciertos y realizado ensayos con la filarmónica, ahora
bien, no tenía ni poseía el concepto del orden. La concordancia de
sus manos era natural, innato. Lo que hacían sus dedos, era un acto
puro de virtuosismo cada vez que los ponía sobre las teclas del
piano. Era un joven modesto y humilde y un genio en la
interpretación.
Camino
de casa, vivían a dos manzanas el uno del otro, tomaban el viejo
cauce, convertidos en espléndidos jardines, del rio, y seguían con
sus comentarios.
-
La música actual es un ataque continuo a nuestra capacidad de pensar
de manera coherente. Los sonidos disonantes, sucios, indefinidos y
des rítmicos, son malos para los oídos y sobre todo, para el alma.
-
Maestro, la verdad es que no estoy de acuerdo con Usted. Cuando salgo
con mis amigos a algún lugar, con música acabamos seguro.
Hombre, unos bailes.
-
Si, si, alumno -le dijo mientras se giraba dispuesto a decir con
solemnidad la resolución a todos los problemas - ahí está el
asunto, la música se abandona. Lo que ahora la llaman como tal, ya
no lo es.
Andrés
siguió mirándole, mientras Don Cipriano, alto y erguido caminaba
mirando al horizonte, al que fuera y donde lo hubiese. Los ojos
abiertos y la cara inexpresiva, anunciaban sus ganas de comprender
totalmente a su maestro y su incapacidad de llegar entonces. Don
Cipriano le había descubierto cuando apenas tenia 8 años en el
instituto Luis Santangel durante unas jornadas de exposición de
objetos musicales en el colegio. Y entre la risas y felicidad de los
niños llegaron al piano y Don Cipriano le dijo a Andrés que
se había sentado cerca de él - ale, a repetir dos notas –
muy bien, -y cuatro notas, !oh!, !magnífico!, y seis y diez y doce y
veinticuatro, hasta que aquella misma tarde Don Cipriano llamó a los
padres de Andrés. Anonadado quedó tras semejante exhibición de
virtuosismo.
Mañana
salían en una tourne del dúo formado por Andrés, piano, Margarita,
violín y Don Cipriano, organización, orden y amor y pasión por la
música, más la colaboración en montajes y escenografía del
siempre atractivo y sorprendente Pedro, artista y licenciado en
bellas artes. Al lado de cada pieza, bailarán. Don
Cipriano, lo tenía todo el montante y asunto de viaje absolutamente
organizado. Andrés también pero éste necesitaba bastante menos,
tiempo, lugar y utensilios, para todo y en
cualquier momento. !quien pudiera imaginar lo que les iba a pasar a
unas personas tan peculiares y particulares!
Llegando
al final de la calle, desde la lejanía se observaba a Don Cipriano,
dibujar en el aire con sus manos, rectas, curvas, espacios, diques y
todo tipo de formas geométricas para explicarle la organización a
Andrés.
Así
pues continuó la pareja moviéndose como tal representación
artística, con las luces de las farolas marcando sus perfiles, en
las paredes de los edificios, tanto el pasear altivo, sujeto a una
supuesta distancia cualitativa con el resto del mundo del maestro,
como la discreción y naturalidad propia de Andrés.
Cap.
2
El
día salió realmente soleado. Ni una nube ni un mal soplo de viento
fresco. En valencia y aquel día, el sol actuaba castigando.
Don
Cipriano, en su estatus en el cual la totalidad exterior apenas tiene
importancia, llegó a las ocho de la mañana estando la cita
concertada para las nueve. Allí estaba con su libreta de mano
apuntando y esquematizando las labores del día. A las ocho y media
llegó Pedro, y el pequeño autobús donde empezarán la gira y los
peculios de la vida a pagar.
Pedro
bajo de éste. Había contratado y organizado todo lo concerniente a
la gestión material del asunto. Era un hombre joven, pero su
experiencia en el campo logístico era muy amplia. Era un hombre con
mucha seguridad en si mismo y una personalidad realmente propia.
Guapo, alto y con mucha clase.
Del
grupo de trabajo para este acontecimiento y espectáculo cultural,
sólo se conocían Don Cipriano y Andrés. La relación con Pedro
venía organizada por el propio institut de música, pues ya había
organizado, en Valencia, otros acontecimientos, con resultados
magníficos.
Y
ahí y entonces tuvo lugar su primer contacto.
-
Señor ¿Pedro?. Encantado de conocerle - apenas estiró sus labios
en forma de sonrisa- Mire, le voy a dar esta lista de temporalización
que debemos de seguir este día - y comenzó a explicarle, realizando
una escenificación temporal espacial con la posición de sus manos,
hasta que Pedro le interrumpió y sin ninguna expresión más que la
de intensa normalidad le dijo
-
Sí, soy Pedro y Usted es, entonces, Don Cipriano. Encantado. pero,
olvídese de esto que me esta contando - no, no podría ser, aquel
hombre le estaba discutiendo la organización de algo relacionado con
sus organizaciones referentes a la música que parten del Institut.
-
Pero !que me dice Usted!, !tenemos que seguir esta organización si
queremos cumplir los horarios! - le dijo, entre autoridad
y súplica.
-
Mire, Don Cipriano, yo le entiendo, pero déjeme estos temas y
haremos lo máximo que sea posible. El primer concierto es pasado
mañana y sería imposible realizar el primer ensayo hoy en el
auditorio de Alicante. Más de doscientos quilómetros, acomodándonos
en los diferentes lugares, realizando las visitas pertinentes para el
ejercicio de situabilidad para los días posteriores y todo, sobre
todo el trasporte del piano. Jamás he trasladado un objeto con el
que tuviera tanta atención y cuidado. Sé que es muy bueno y
sensible.
La
contestación airosa pensada por Don Cipriano, se calmó al escuchar
las palabras de respeto y cuidado hacia el piano de Andrés por parte
de Pedro.. Era, sin duda, dentro de las diferencia ya captadas por
los dos, un punto de cercanía.
Girándose
con la sonrisa sincera. Allá dejó a Don Cipriano, pensando en él.
¿Cual ser el acontecimiento que dota a las personas de una gran
personalidad y estilo captable a su alrededor?, ¿Quizás sea el
trabajo realizado siempre en contacto con artistas?, ¿nació con
éste?, ¿lo han educado así? - y entre estos pensamientos llegó,
justo en ese momento, Andrés.
-
Maestro, discúlpeme lo justo de mi llegada, pero es que mi madre no
me dejaba irme de tanto besos que me daba.
Don
Cipriano sonrió, le miro con ternura. Saco una expresión que sólo
la calzaba un día cualquiera al año.
-
Andrés, cuidado con las pasiones y los amores, aun siendo de tu
madre, que en muchas ocasiones te llevan al agujero de la
irracionalidad.
Andrés
le devolvió la sonrisa y volvió, otra vez, a no saber de que le
hablaba.
Pedro
se les acercó y les hizo el gesto para que se fueran acercando al
punto de partida situado detrás del auditorio en la avenida de los
jardines centrales. Detrás del autobús, estaba preparado una gran
furgoneta en la cual llevaban el piano y otros objetos
imprescindibles, tanto para la interpretación musical, como para la
escenificación del baile que se había preparado para cada pieza.
Eran pequeñas composiciones ilustrando, en función del contenido,
el motivo o la expresión de la música, de la pieza. Un baile e
interpretación ligeras e ilustrativas. El grupo de baile llevaba sus
propios horarios para la primera cita. Venían de Madrid.
Estaban
ya todos preparados, esperando a Margarita.
Allá
a lo lejos se la vio aparecer.
Llevaba
un falda suelta con encajes a la altura de a cintura que escalaban
por los laterales de un disimulado corsé ligeramente ajustado. Iba
toda de blanco salvo unas ligeras sandalias marrón clarito. Era muy
morena de cabello, pero realmente blanca de piel. Era una mujer bella
y distante, hermosa y misteriosas. Andaba hacia el autobús sola,
acompañada solamente y no más, de su gran amor y amante.
Pensaba que su violín jamás le sería infiel y que la acompañaría
toda su vida.
Llamó
la atención de los cuatro hombres, incluido el chófer, que la
esperaban. Había un gran silencio. El lívido huía y el amor venía
representado.
-
Hola, buenas tardes ya, disculparme el retraso.
-
¿Sólo el violín?, ¿y su maleta? - preguntó Don Cipriano algo
alterado.
Margarita
le miro condescendiente.
-No
se preocupe, maestro - margarita conocía su fama a nivel
universitario- mi marido ya lo ha cargado hace algún rato en el
autobús - sonrió y se sentó en la última fila de asientos,
sonriendo a todos mientras pasaba.
Para
Cipriano era una componente más y le miró con continuidad, Pedro y
ella se miraron con la tranquilidad del absoluto desconocimiento
entre ellos, pero fue Andrés, !ahy Andrés!, al que sus ojos se le
llenaron en inmensidad de la limpia sonrisa que tenía Margarita.
Los
ojos de su maestro Don Cipriano, no perdieron ni una sola nota de lo
ocurrido.
Y
allí estaban los cuatro dispuestos a comenzar el viaje.
El
autobús se puso en marcha pero tuvo que pasar casi media hora para
que se comenzara a hablar.
Cap.
3
La
ciudad ya habíase quedado atrás junto a la vegüenza propia de la
gente conocida. Pedro miraba con interés el paisaje, observando como
recorría, la autopista, las orillas del mar mientras
pasaba casi sin interés, por lugares buscados por gente de todo el
mundo, miró hacia la parte delantera del autobús y dijo
-
Señor Cipriano, de bobos sería no reconocer y escuchar con placer
al , siempre elevado, Bach - por sus estudios y afición tenía unos
conocimientos, al menos por encima de la media, de cultura clásica y
general- ahora bien, vamos a darle un poquito de marchita al asunto,
!Manuel - así se llamaba el chófer- ponme alguna emisora con algo
de marcha!
Lo
hizo y como saliendo directamente del infiernos, el diablo con una
guitarra entre las manos, ACDC comenzó a sonar.
Margarita
y Pedro, se sonrieron con complicidad.
Margarita
no conocía aquella música, de hecho, fuera de los clásicos, no se
movía ni siquiera con canto autores. No era para nada tímida y
escondida, pero tenía muy claro sus gustos, preferencias, destino y
ambiciones. Esto le hacía una mujer realmente especial. No estaba
casada, pero la vida le iba bastante mejor con esta mentira. Era una
mujer hermosa que no le atraían los hombres, siendo con esto,
incluso, más sugerente.
Los
ojitos pequeños e inocentes de Andrés observaban desde la tormenta
de los sentimientos, sensibilidad y humildad, aquella mujer que le
estaba descubriendo aquello que hasta entonces no pudo o no quiso
saber. Empezaba, sólo, solo y dentro de aquella hora, a sentirse
enamorado. Lleno estaba, de interpretar las lagrimas de aquellos que
quieren y no son correspondidos o las alegrías de todo aquel que la
mujer de su alma le besara. Su piano comenzó a hacerse real en
los ojos de Margarita, los cuales si, apenas le habían mirado de
pasada y, entonces y con voz bajita, aguda, suave y dulce, le
preguntó, aunque sólo fuera para verla en la totalidad.
-
¿Donde estudio Usted?, Señora Margarita. - preguntó Andrés.
Por
el espejo grande central con el que el chófer miraba a los
pasajeros, Don Cipriano, miraba con preocupación y misterio la cara,
expresión y movimientos de Andrés. Jamás le había conocido
ninguna novia y apenas vivía, nomás que por la música. Se le veía
con algún amigo, y con amigas ni una. De aquí su preocupación.
Había pasado muchos años desde que, y a la mínima versión, su
corazón funcionaba así y tenido esas mismas experiencias. Ser
diferente es difícil y complicado. Así pues la mirada fue de
preocupación ante la cara de borreguito degollado con la qué la
miraba. No tenía por que haber nada desequilibrante, incluso podía
ser constructivo, pero atento y mucho estaría.
Este
vocablo - tratarla de Usted y nombrándola como señora- les hizo
reír a los dos jóvenes más del autobús.
-
!Apenas tendré 1 o 2 años mas que tú! - dijo Margarita !tutéame!
-
Bueno, está bien que empieces así, pero, ves olvidándolo que vamos
a estar muchos días juntos - añadió Pedro.
El
sinpas, sorpresa e indecisión de las risas al bienestar del "mucho
tiempo" sólo hubo un espacio demasiado corto de tiempo para
contar.
En
estos avatares, Don Rinoscopia se puso en pie
-
Primero, ACDC ¿así se llamaba, no? nunca jamás volverá a sonar en
mi presencia. Pero ¿cual concepto tienen Ustedes de la armonía? ,
Ya debatiremos cómo refleja la música el valor, las
consecuencias, los actos y los modos propios y cohetáneos.
Prefiero morir en la ignorancia en cuanto a qué pasa hoy.
-Dos,
la máxima formalidad va a ser poca para lo que os voy a exigir a
Margarita y Andrés. Esto será necesario para el correcto desarrollo
de la gira. Que sepan Ustedes, que las confianzas siempre traen
malentendidos y discusiones. Usted, Pedro, trátenos como quiera pues
sólo y conmigo, deberá realizar labores decorativas fuera del punto
central de todo el asunto, qué son ustedes dos virtuosos, que la
luna, el día que nacieron, decidió mecerles en la cuna.
-
Y tres, allá dentro de dos horas, espero tener todo el material
guardado y preparado para poder empezar el trabajo mañana a las 8
recién salido el sol. Hoy tendrán un tiempo libre antes de irse a
dormir para que se relajen, aclimaten, y se tomen, Andrés y
Margarita, un refresco juntos. La combinación y entendimiento entre
ambos ha de ser máximo. El amor de cualquier pareja ha de ser
irrisorio, frente a la coordinación que han de exhibir Ustedes.
De
pie, sin perderles la cara, aun con un gran calor,se subió el nudo
de la corbata, llevaba camisa larga, muy fina y blanca. Tras esto,
dirigió una mirada seria, fija y larga a todos los del autobús.
Hasta el conductor le había tomado, al menos, respeto.
Directamente
y por la autovía del mediterráneo, fueron entrado en Alicante,
viendo, a su vez, al siempre querido mar. Parecíase que éste
quien veía y observaba al peculiar grupo.
Cap.
4
Realmente,
los interpretes, ella y él, no hicieron más que saber el camino y
la colocación de sus respectivas habitaciones. El
asunto de la logística en lo referente a los materiales, a las
ubicaciones,
era
el trabajo de Pedro, siempre bajo la mirada y supervisión del
maestro y
profesor.
Ellos dos, siguiendo
la insistencia de Don Cipriano, salieron a conocerse y entenderse.
Entre refrescos, cacahuetes y poco más, entamblaron conversaciones.
Como
en todos los lugares allá donde se moviera,
Andrés era diferente y la distancia, en ocasiones, como ésta,
se hacía
más patente. Se notaba más pues las piernas de él, temblaban desde
los tobillos, cada vez que Carmen abanicaba el aire que les rodeaba a
los dos, con sus grandes y bellas pestañas negras como el fondo
de un túnel,
para Andrés, de amores.
Hablaron
de los
pormenores
a aplicar a cada una de las piezas que ya sabían y tenían ensayadas
independientemente cada
uno y por su parte
y las cuales mañana serían ensayadas
en conjunto.
Apenas
le supo a nada un magnífico pez azul, pescado esa
misma mañana en aquella costa de la ciudad pues todos sus sentidos
estaban en la boca de ella. Todo el amor que nunca jamás había
tenido, en un suspiro de tres o cuatro horas, había crecido hasta su
madurez. Tomaba
casi el cariz de una autentica estupidez y tontería, Pero como tal,
así vino y, sin duda, apareció.
Don
Cipriano, tomándose una dulce infusión, observaba
a
la pareja y veía al corazón de Andrés reflejado en la cara de
éste. La sensibilidad es condición, sin ecuanun e imposible sin
ella, para interpretar a los músicos que compusieron aquella música
que nunca será repetida, ni imitada, ni buscada- pensaba Don
Cipriano, mientras veía, dentro
de su más grande preocupación, la mirada que le ponía Andrés,
encima a Carmen.
-
Lqa
sensibilidad es una mala compañera para el mundo actual – dijo
susurrando bajo la mirrada de sorpresa que puso el barmen, justo
pasando por allí, ese mismo momento.
Cotejaron
las impresiones de piezas a interpretar. Repasaron el contenido,
hablaron de aspectos peculiares y particular en sus manera
de tocar
aquellas piezas. El corazón del músico manda y las notas son sólo
unos dibujos para ellos, aun siendo todavía notas interpretativas
para el resto. Hablaron de hasta que punto alargar los finales, la
velocidad en la coordinación, la distancia
en el escenario, el orden de las piezas, la
posición
hacia ellas, hasta que acabaron
hablando de la música, del amor y de la felicidad, justo en el
momento, en que Don Cipriano, como buen bombero, acudió, cuando el
corazón de Andrés, echaba
fuego
por toda
la barra.
-
Bueno, Andrés, Carmen, vámosnos
a la cama que mañana hay que madrugar.
A
carmen nadie, le daba ordenes, solo aquel
el que pagara, y este no era el caso, pero pensó que era pronto para
tener algún roce y con una sincera e ilusionada sonrisa, se evaporó.
-
Andrés ¿Qué te parece tu compañera?
El
siguiente cuarto de hora Andrés no paró de hablar sobre ella, de lo
maravilloso que era todo y lo feliz y contento que estaba.
-
Andrés ¿alguna vez has interpretado
con alguna preocupación en tu cabeza?
-
Hombre, Maestro, bien sabe Usted que ninguna. Que
soy un joven realmente afortunado.
-
Pues debes de saber
que en una
te
estás metiendo.
Andrés,
contrajo los labios, y miró pensativo.
-
Pero, ¿a qué se refiere?
-
A las pasiones, alumno. Los grandes compositores han creado sus obras
desde una gran pasión controlada, de grandeza, de humildad,
de nacionalismos, de teología,
desde la ascensión del alma hacia la tranquilidad. Pero
siempre dominando aquello que escriben o tocaban, independientemente
de los motivos. Hay pasiones y motivos que te quitan parte de la
frialdad y decibilidad que hay que tener en la vida.
-
Sigo sin entenderle.
-
¿Qué te parece, como persona Carmen?
-
Extraordinaria, simpática,
magnífica.
-
Es una mujer independiente, lejana y que no volverás a ver cuando
esto acabe- le espetó sin aviso. La cara de incomprensión
se hizo máxima.
-
No tengas nunca jamás, ninguna pasión incontrolable. La felicidad
está en el domino y decisión total sobre tu vida y como máxima
revferencia, tu conciencia tomando las decisiones.
-
¿Me lo dice por Carmen?
-
Sí, Andrés.
-
Maestro, no se preocupe. Si que es verdad que es una mujer que veo y
considero hermosa, pero la música es lo que a mi me mueve, me gusta
y me seduce. Soy joven, ya tendré tiempo.
Así
pues y entre alguna sonrisa de confianza – muy pocas, Andrés se
levanto para irse, y el el mismo giro le dijo.
-
Don Cipriano ¿alguna vez Usted a estado enamorado?
Se
limitó a hacer
un pequeño aspavientos para que se fuera rápidamente
a su habitación, mientras
con la otra mano se acariciaba la punta de la barba, pensando y
reflexionando sobre la pregunta - ya le contaré lo que es enamorarse, que no tiene ninguna idea de ello, empezó a pensar, hasta que en aquel momento Pedro entró, a su lado se sentó, se pidió un cerveza y giró la cabeza hacia Don Cipriano. Así se quedaron mirandose, hasta que comenzaron a hablar.