domingo, 24 de mayo de 2015

LA TOURNE (Cap. 2)




El día salió realmente soleado. Ni una nube ni un mal soplo de viento fresco. En valencia y aquel día, el sol actuaba castigando.
Don Cipriano, en su status en el cual la totalidad exterior apenas tiene importancia, llegó a las ocho de la mañana estando la cita concertada para las nueve. Allí estaba con su libreta de mano apuntando y esquematizando las labores del día. A las ocho y media llegó Pedro, y el pequeño autobús donde empezarán la gira y los pecúlios de la vida a pagar.
Pedro bajo de éste. Había contratado y organizado todo lo concerniente a la gestión material del asunto. Era un hombre joven, pero su experiencia en el campo logístico era muy amplia. Era un hombre con mucha segurida en si mismo y una personalidad realmente propia. Guapo, alto y con mucha clase.
Del grupo de trabajo para este acontecimiento y espectaculo cultural, sólo se conocian Don Cipriano y Andrés. La relacion con Pedro venía organizada por el propio institut de música, pues ya había organizado, en Valencia, otros acontecimientos, con resultados magníficos.
Y ahí y entonces tuvo lugar su primer contacto.
- Señor ¿Pedro?. Encantado de conocerle - apenas estiró sus labios en forma de sonrisa- Mire, le voy a dar esta lista de temporalización que debemos de seguir este día - y comenzó a explicarle, ralizando una escenificación temporal espacial con la posición de sus manos, hasta que Pedro le interumpió y sin ninguna expresión más que la de intensa normalidad le dijo
- Sí, soy Pedro y Usted es, entonces, Don Cipriano. Encantado. pero, olvidese de esto que me esta contando - no, no podria ser, aquel hombre le estaba discutiendo la organizacion de algo relacionado con sus organizaciones referentes a la música que parten del Institut.
- Pero !que me dice Usted!, !tenemos que seguir esta organización si  queremos cumplir los  horarios! - le dijo, entre autoridad y súplica.
- Mire, Don Cipriano, yo le entiendo, pero déjeme estos temas y haremos lo máximo que sea posible. El primer concierto es pasado mañana y sería imposible realizar el primer ensayo hoy en el audittorio de Alicante. Más de doscientos quilometros, acomodándonos en los diferentes lugares, realizando las visitas pertinentes para el ejercicio de situabilidad para los días posteriores y todo, sobre todo el trasporte del piano. Jamás he trasladado un objeto con el que tuviera tanta atención y cuidado. Sé que es muy bueno y sensible.
La contestacion airosa pensada por Don Cipriano, se calmó al escuchar las palabras de respeto y cuidado hacia el piano de Andrés por parte de Pedro.. Era, sin duda, dentro de las diferencia ya captadas por los dos, un punto de cercanía.
Girándose con la sonrisa sincera. Allá dejó a Don Cipriano, pensando en él. ¿Cual ser el acontecimiento que dota a las personas de una gran personalidad y estilo captable a su alrededor?, ¿Quizás sea el trabajo realizado siempre en contacto con artistas?, ¿nació con éste?, ¿lo han educado así? - y entre estos pensamientos llegó, justo en ese momento, Andres.
- Maestro, disculpeme lo justo de mi llegada, pero es que mi madre no me dejaba irme de tanto besos que me daba.
Don Cipriano sonrio, le miro con ternura. Saco una expresión que sólo la calzaba un día cualquiera al año.
- Andrés, cuidado con las pasiones y los amores, aun siendo de tu madre, que en muchas ocasines te llevan al agujero de la irracionalidad.
Andrés le devolvio la sonrisa y volvió, otra vez, a no saber de que le hablaba.
Pedro se les acercó y les hizo el gesto para que se fueran acercando al punto de partida situado detras del auditorio en la avenidad de los jardines centrales. Detrás del autobús, estaba preparado una gran furgoneta en la cual llevaban el piano y otros objetos imprescindibles, tanto para la interpretación musical, como para la escenificación del baile que se había preparado para cada pieza. Eran pequeñas composiciones ilustrando, en función del contenido, el motivo o la expresión de la musica, de la pieza. Un baile e interpretación ligeras e ilustrativas. El grupo de baile llevaba sus propios horarios para la primera cita. Venían de Madrid.
Estaban ya todos preparados, esperando a Margarita.
Allá a lo lejos se la vio aparecer.
LLevaba un falda suelta con encajes a la altura de a cintura que escalaban por los laterales de un disimulado escorpio ligeramente ajustado. Iba toda de blanco salvo unas ligeras sandalias marron clarito. Era muy morena de cabello, pero realmente blanca de piel. Era una mujer bella y distante, hermosa y misteriosas. Andaba hacia el autobús sóla, acompañada solamente y no más, de su gran amor   y amante. Pensaba que su violín jamás le sería infiel y que la acompañaría toda su vida.
Llamó la atención de los cuatro hombres, incluido el chofer, que la esperaban. Había un gran silencio. El lívido huía y el amor venía representado.
- Hola, buenas tardes ya, disculparme el retraso.
- ¿Sólo el violín?, ¿y su maleta? - preguntó Don Cipriano algo alterado.
Margarita le miro condescendiente.
-No se preocupe, maestro - margarita conocía su fama a nivel universitario- mi marido ya lo ha cargado hace algun rato en el autobus - sonrio y se sento en la última fila de asientos, sonriendo a todos mientras pasaba.
Para Cipriano era una componente más y le miró con continuidad, Pedro y ella se mirarn con la tranquilidad del absoluto desconocimiento entre ellos, pero fue Andrés, !ahy Andrés!, al que sus ojos se le llenaron en inmensidad de la limpia sonrisa que tenía Margarita.
Los ojos de su maestro Don Cipriano, no perdieron ni una sola nota de lo ocurrido.
Y alli estaban los cuatro dispuestos a comenza el viaje.
El autobús se puso en marcha pero tuvo que pasar casi media hora para que se comenzara a hablar.

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