sábado, 8 de junio de 2013

OYENTE



La falta del oyente o lector no es un problema para el escritor, la dificultad estriba en que ha de darse a entender hacia unas personas que no tiene delante.
Asi, aunque su unión sea fuerte, sus diferencias son decisivas.
Al hablar,  los signos y movimientos alteran el hecho fonético  y lo puntualizan y miden,  en el ámbito que sea.
Es fácil que algún gesto facial  sea  o malforme y accidental o conforme consciente puntualice a  un concepto o mensaje puntual.
En su tono de duda e inseguridad, el orador primerizo,  construye sus frases con genialidad; oraciones cortas, asertivas, puntualizadas, ordenadas y con conclusión. Ese misma charla es leida por otra en su despacho y sin ninguna referencia  de las circunstancia del orador  y sus conclusiones podían ser, como siempre, diferentes tales como un escritor duro, inteligente y culto. Estas circunstancias receptivas influirán de una manera u otra, sino en lo conceptual sí  en la mecánica de la lectura (búsqueda de varios significados, la trascendencia de las afirmaciones y otras maneras).  Esto es un ejemplo simple y evidente, pero vale para ilustrar la diferencia y demostrar que existe.
La gesticulación es, de por si sola, una manera de comunicación y sumándolo al lenguaje oral, lo desplazan allá en la lejanía en la diferencia del escribir con el lenguaje inmóvil, fijo, quieto y plasmado por signos.
Pero ¿cómo escribir entonces?, ¿cómo entender al que ahora lo hace?, ¿Cuánto os equivocáis?
Cómo construir y desarrollar una idea para que sea entendida por el razonamiento propio del lector. Cómo hacer que los caminos lo marquen las expresiones utilizadas, descriptivas u otras a sabiendas de la imposibilidad a responder a sus dudas o de marcar límites y relaciones directas con gestos que es el camino más utilizado y, por tanto más fácil de comprender.
Es una temática y asunto existente.
¿construyendo con metáforas?, ¿repeticiones?, ¿aforismo?
Cuando escribes pensamientos o haces filosofías siempre  tratas con temas abstractos y que no puedes describir nunca de manera objetiva y comprensible.
Son dos acciones totalmente distintas pero dentro de un saco.
El talante anímico del que escribe o lee es diferente en la actividad propia de hablar.

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