viernes, 19 de agosto de 2016

El cáncer de la tecnología



-         - Es el camino a seguir, es el porvenir y diferencia. La tecnología forma ya una esencia formativa en nuestra vida. Es buena y necesaria.
Eso le decía un contertulio a otro en la brillante barra de aquel café en medio de Valencia.
-         - ¿Por qué me dices eso?, ¿porqué te has criado en ella?, ¿has tenido elección, has vivido en otras circunstancias?
-         - No, pero es un echo obvio y evidente que así es.
-          -Y es con esta evidencia por ti nombrada,  cuando entramos en el error que llevamos tantos siglos arrastrando.
Esta ultima opinión la dio Andrés. Era un hombre mayor, bien colocado y muy resabido. Quedó soltero pronto por el fallecimiento de su mujer a los 60 años. Superó bien la tristeza y en vez de convertirse en un alma en pena, pasó a ser un dulce transeúnte de la vida y que, de vez en cuando, paraba a charlas en los barres y cafés. El otro, Pedro, era bastante más joven que él y tenía todas las virtudes de ser una buena  inteligencia  con inquietudes y todos los defectos de la situabilidad e ingenuidad juvenil.
-         - ¿Es decir, me afirmas que los nuevos trenes que te acercan a Madrid, por ejemplo, en una hora y media, no es preferible que ir en caballo y tardar dos días?
-         - Eso dependerá directamente del ritmo que impongas y quieras llevar.
Se quedaron  mirándose. Pedro ya tenía experiencia en su conversaciones con Andrés, que se fuera por la tangente y atacara el tema de discusión por otras vertientes, al menos, poco esperadas. Ahora, aquí empezaba a rumiar otras hierbas.
-         - Andrés, el hombre crea la tecnología a su servicio y le impone y utiliza para su antojo.
-         - No, mi joven amigo. Es ella la que nos somete a sus ritmos y posibilidades. A acelerado la vida, está deformando la evolución total de la especie.
Máxima afirmación, tremendo principio de discusión. La cara de Andrés se tornó en una esplendida mirada de complicidad mientras la de Pedro, a la par que levemente se alejaba, suscitó impresión.
-         - ¿Mala para la humanidad?
-         - Sin muchos cambios, sí.
Continuaron mirándose. Pedro seguía algo impresionado ante el calibre de la afirmación de Andrés y éste, estaba satisfecho de encontrar alguien que quisiese escuchar la verdad.
-         - A ver, amigo – cambió el tono .- cuéntame, dame ejemplos, justifica tu opinión, por favor.
-         - Todo, absolutamente todas las operaciones mundiales ahora realizadas, se podrían igual realizar, bajo los mismos, fines, objetivos y correcciones que en la actualidad, si bajamos a la mitad el ritmo de la vida. Si todo movimientos, todos, le das una holgura de alguna hora más, la estructura no tendría por que romperse, pero si que aumentaría la calidad humana. La máxima velocidad en los medios de comunicación es el objetivo primero. Parece ser una elección pero ¡es  una trampa de la tecnología!
-         - Vale, bajar totalmente el ritmo de operar y trabajar. Tratar de vencer los movimientos usuales, huyendo de la máxima velocidad que nos impone la tecnología. Vale, pero ¿Qué me dices de internet y la globalización?, estamos, el ser humano, desarrollándonos como tales al compartir, por todo el mundo, la comunicación y convertirnos en una unidad.
-         - Sí, una unidad solitaria y repetitiva.
De nuevo Pedro, bajó la cabeza mientras se acariciaba el cuello permaneciendo algo acurrucado. Andrés, más  erguido le ofrecía una mirada de divertida piedad.
-         - Contertulios, a ver, que ya son muchas ocasiones para no pedirles que levantes sus vasos y sus codos de la barra, que voy a limpiarla – les dijo el barman, despertando a Pedro del sueño de las dudas.
Le miraron con una sonrisa, mientras intercambiaban un par de frases divertidas.
-         - Sí, Pedro, las pequeñas culturas se difuminan entre la colectivación, los usos y costumbres más numerosos que se hacen extensivos y dominantes en la totalidad. Tres o cuatro películas de aquel país que tú y yo sabemos, hacen que en un pequeño pueblo Africano, en el cual los abuelos del niño, que ya sueña no más que con sus vaqueros, tratasen de explicarle la unión de su espíritu con la naturaleza, como mudus vivanti de su cultura y pueblo durante miles de años. En los nietos de este abuelo, su cultura morirá y este la verá fallecer.
-         - Entonces, la tecnología humana sin limites está mal utilizada y pues, ¿Cuáles son esos limites? – pregunto, mientras sonreía pensando que ésta era la suya.
-         - En la medicina y la educación. Todo lo demás, animales y piedra.
Las risas se oyeron en todo el bar. Eran los dos los que reían. Llegado a un punto de la discusión se reían de las posibles barbaridades o errores que cualquiera de los dos hubiera o pudiera haber cometido.
-         - Qué bueno es compartir mis sueños y esperanzas, Pedro.
-         - Y más bueno es hablar con aquel que, desde la perspectiva de publico en la corrida de toros, opina, ve y sabe.
Pedro se levantó, tenía una importante cita. Se estuvieron riendo otro rato más bromeando sobre ella.

Se fue. Pedro se pidió otro poliol y se giró hasta verse face to fece con él mismo en el espejo de la barra del bar, pensando en las consecuencia de su fuerte, cierta y consecuente convicción del cáncer de la tecnología.

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