- - Es el camino a seguir, es el porvenir y
diferencia. La tecnología forma ya una esencia formativa en nuestra vida. Es
buena y necesaria.
Eso le decía un contertulio a otro en la brillante barra de aquel
café en medio de Valencia.
- - ¿Por qué me dices eso?, ¿porqué te has criado en
ella?, ¿has tenido elección, has vivido en otras circunstancias?
- - No, pero es un echo obvio y evidente que así es.
-
-Y es con
esta evidencia por ti nombrada, cuando entramos
en el error que llevamos tantos siglos arrastrando.
Esta ultima opinión la dio Andrés. Era un hombre mayor, bien
colocado y muy resabido. Quedó soltero pronto por el fallecimiento de su mujer
a los 60 años. Superó bien la tristeza y en vez de convertirse en un alma en pena,
pasó a ser un dulce transeúnte de la vida y que, de vez en cuando, paraba a
charlas en los barres y cafés. El otro, Pedro, era bastante más joven que él y
tenía todas las virtudes de ser una buena inteligencia con inquietudes y todos los defectos de la situabilidad
e ingenuidad juvenil.
- - ¿Es decir, me afirmas que los nuevos trenes que
te acercan a Madrid, por ejemplo, en una hora y media, no es preferible que ir
en caballo y tardar dos días?
- - Eso dependerá directamente del ritmo que
impongas y quieras llevar.
Se quedaron mirándose.
Pedro ya tenía experiencia en su conversaciones con Andrés, que se fuera por la
tangente y atacara el tema de discusión por otras vertientes, al menos, poco
esperadas. Ahora, aquí empezaba a rumiar otras hierbas.
- - Andrés, el hombre crea la tecnología a su
servicio y le impone y utiliza para su antojo.
- - No, mi joven amigo. Es ella la que nos somete a
sus ritmos y posibilidades. A acelerado la vida, está deformando la evolución
total de la especie.
Máxima afirmación, tremendo principio de discusión. La cara
de Andrés se tornó en una esplendida mirada de complicidad mientras la de
Pedro, a la par que levemente se alejaba, suscitó impresión.
- - ¿Mala para la humanidad?
- - Sin muchos cambios, sí.
Continuaron mirándose. Pedro seguía algo impresionado ante
el calibre de la afirmación de Andrés y éste, estaba satisfecho de encontrar
alguien que quisiese escuchar la verdad.
- - A ver, amigo – cambió el tono .- cuéntame, dame ejemplos,
justifica tu opinión, por favor.
- - Todo, absolutamente todas las operaciones
mundiales ahora realizadas, se podrían igual realizar, bajo los mismos, fines,
objetivos y correcciones que en la actualidad, si bajamos a la mitad el ritmo
de la vida. Si todo movimientos, todos, le das una holgura de alguna hora más,
la estructura no tendría por que romperse, pero si que aumentaría la calidad
humana. La máxima velocidad en los medios de comunicación es el objetivo
primero. Parece ser una elección pero ¡es
una trampa de la tecnología!
- - Vale, bajar totalmente el ritmo de operar y
trabajar. Tratar de vencer los movimientos usuales, huyendo de la máxima
velocidad que nos impone la tecnología. Vale, pero ¿Qué me dices de internet y
la globalización?, estamos, el ser humano, desarrollándonos como tales al
compartir, por todo el mundo, la comunicación y convertirnos en una unidad.
- - Sí, una unidad solitaria y repetitiva.
De nuevo Pedro, bajó la cabeza mientras se acariciaba el
cuello permaneciendo algo acurrucado. Andrés, más erguido le ofrecía una mirada de divertida
piedad.
- - Contertulios, a ver, que ya son muchas ocasiones
para no pedirles que levantes sus vasos y sus codos de la barra, que voy a
limpiarla – les dijo el barman, despertando a Pedro del sueño de las dudas.
Le miraron con una sonrisa, mientras intercambiaban un par
de frases divertidas.
- - Sí, Pedro, las pequeñas culturas se difuminan
entre la colectivación, los usos y costumbres más numerosos que se hacen extensivos
y dominantes en la totalidad. Tres o cuatro películas de aquel país que tú y yo
sabemos, hacen que en un pequeño pueblo Africano, en el cual los abuelos del
niño, que ya sueña no más que con sus vaqueros, tratasen de explicarle la unión
de su espíritu con la naturaleza, como mudus vivanti de su cultura y pueblo
durante miles de años. En los nietos de este abuelo, su cultura morirá y este
la verá fallecer.
- - Entonces, la tecnología humana sin limites está
mal utilizada y pues, ¿Cuáles son esos limites? – pregunto, mientras sonreía
pensando que ésta era la suya.
- - En la medicina y la educación. Todo lo demás,
animales y piedra.
Las risas se oyeron en todo el bar. Eran los dos los que
reían. Llegado a un punto de la discusión se reían de las posibles barbaridades
o errores que cualquiera de los dos hubiera o pudiera haber cometido.
- - Qué bueno es compartir mis sueños y esperanzas,
Pedro.
- - Y más bueno es hablar con aquel que, desde la perspectiva
de publico en la corrida de toros, opina, ve y sabe.
Pedro se levantó, tenía una importante cita. Se estuvieron
riendo otro rato más bromeando sobre ella.
Se fue. Pedro se pidió otro poliol y se giró hasta verse
face to fece con él mismo en el espejo de la barra del bar, pensando en las
consecuencia de su fuerte, cierta y consecuente convicción del cáncer de la tecnología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario