¡Bajo pena y delito judicial debían
estar aquellos que ganan dinero sin producir nada!
¡Límites habría de poner, para
tener algo de humanidad en reparto!
¡Necesitamos el mercado en si y para
si, pues nuestra humanidad por si sola, se corrompe!
Es un aspecto totalmente negativo del
sistema capitalista basado en el libre marcado la especulación, y
voy a entender ésta como la ganancia de dinero sin producir nada,
solo con el juego de los bienes.
Lo segundo es que ese dinero producido
de mas, no debería en último lugar ir a las manos del que no he hecho
nada salvo aprovechar unas solas circunstancias bursátiles o
económicas. Es un dinero que o bien pertenece a aquel que ha
producido el bien o valor o bien debe ser un abaratamiento de la
cifra y cantidad de compra.
La especulación es un mal que habría
que corregir. Y compro diez pisos con un montante determinado y, con
los cambios del mercado, los vendo cinco años después, por el doble
y gano un montón de beneficios, pero y sin producir nada,
absolutamente nada. Esos beneficios extra debían de ir y no salir
del productor del piso o llegar en forma de bajada de precios al
comprador.
¡Qué simple que eres, Alberto!, no
¡Cuanta verdad que tengo, Carmen!
!Malditos especuladores, que juegan
con el dinero y la economía¡, !qué provocan juegos económicos y
bursátiles que desgastan todo menos sus bolsillos¡.
Si me dan todo el poder sólo por ese
día que os pido, bajo multa feroz y sin piedad, atacaría duramente toda acción
que no estuviera encaminada a la obtención de un beneficio sin la
construcción de un producto como tal.
Perseguir a los especuladores. El que
quiera comer que trabaje y el que quiera comprar que vaya
directamente al productor.
Y dos, los límites.
Aquí actúo desde la pesadez de la
verdad que con tanta claridad veo.
Me atosigan en el movimiento la falta
de claridad colectiva ante esta evidencia ¡cómo pueden ser ciegos
ante este hecho obvio, directo, claro e indudable!
Sí, claro, por supuesto que tenemos y
debemos premiar al mejor hecho, producto, esfuerzo, calidad,
productividad y tantas cosas así que se valgan y se necesite el
premio y reconocimiento colectivo. Indudable e inllevable sino.
Pero no, válgame mis ganas, de esa
manera tan monstruosa e insultante. Pongámole un límite a las
ganancias o salios propios de la persona anuales.
Digamos todo lo que yo ganaré ese
año, multiplicado por cien sea el límite de aquel en un año.
¡Insufrible que alguien gane en un
año todo lo que ganará aquel barrio de aquella ciudad en toda su
vida!
¡Qué sí, qué ganen cifras tan
escandalosas como cientos de miles de euros, incluso millones, no sé, uno o dos, pero
no, por favor y por vergüenza, que no ganen veinte millones de euros
en un año!
La gente muriéndose de hambre y
viviendo cubierto de cartones a unos metros de éste o ésta, no mis
personas lectoras y no me digan que estoy haciendo el cante del viejo
iluso o del joven engañado.
Hay asuntos que son consecuencia y
tienen su justificación en un hecho deductivo, buscando un principio
de causalidad y desarrollo, pero hay otros, que por su propio peso,
caen hacia verdad compositiva de ellos.
Es mentira cualquier justificación
que como tal me expongan y que justifique y defienda esas vergonzosas
diferencias.
Insultantes, provocadoras, que te
hierven la sangre.
Pero, y tres, no nos equivoquemos,
pues para nada y en ningún momento he desechado el sistema
capitalista y la existencia del mercado. Es más, llego algo más
allá y arrivo hasta llegar a esbozar a esta manera de relaciones
económicas humanas como el único posible, por dos razones; una es
por la corrupta naturaleza a priori de toda acción, de nuestra
naturaleza y la obligada búsqueda de nuestro bien personal e
individual, de forma paulitava pero constante. Si se tiene un poder
público de ipso facto independiente de la voluntad del pueblo el
desvio a intereses propios está garantizado. No huyamos hasta lo
imposible y caigamos en el comunismo y la desaparición del mercado.
Este provoca competitividad,
superación, interés, dedicación y otros verbos mas producto de
interés en la mejora del producto y otras circunstancia en la venta
de lo que quiera o pretenda.
Pienso y opino que la existencia del
mercado y sus leyes impuestas sin la intromisión de aquellas manos
cubiertas de intereses propios, produciendo otros, beneficios a
aquellos que trabajen y produzcan lo mejor, ahora bien ¡Qué ni un
sólo ladrón que juega con los objetos para no producir nada sino
aumentar los precios o disminuir los beneficios, tanto para el
productor como para el comprador y con esa diferencia de los
beneficios, ya ganados y en el bolsillo de su pantalón, fuera a
comprar otro sillón mas grande para especular con sus compras y
ventas desde este nuevo sillón de gris tendiendo a perla dulzona.
Y ¡qué no me insulten y golpeen a
pecho descubierto mi corazón empalmandome una noticia del nivel de
pobreza de un tanto por ciento enorme de mi país, que tanto quiero y
tanto me hace sufrir, !de mi España, que tanta belleza y dolor nos
da¡ y las ganancias alucinantes anuales de aquel hombre que tanto
disfruto viéndolo jugar, pero que tan mal lo paso dividiendo y
obteniendo el precio en euros uno de sus tiros o regates!, ¡meses de
mi trabajo tuvo cuando bajando un tanto la cintura y con el interior
del pié, dio un pase de unos diez metros!
Pero y lo repito, nuestro condición
humana no nos permite mas que actuar bajo los auspicios inhumanos de
las leyes del mercado.
Póngamosle límites y circunstancias
e irá a delante.
¡Mis ganas de que se pudiese imponer
un sistema de reparto estatal de lo producido!, pero no, lo
corrupción y la falta de necesidad de mejoría lo matan.