martes, 8 de octubre de 2013

LA MARIQUITA Y EL AMOR

   Desde la soledad del olvido, te escribo
    Así comenzaba la carta   que la otra mariqutita habitante de mi jardín le había escrito desde el de mi vecino.
   La carta era muy chiquitita y se la tuve que leer con una gran lupa y cojiendola con pincitas de sellos.
   Angela, me dijo que ella no sabía leer pues cuando nació, había llegado el invierno y la mariquitas hembras invernabamos mientras las mariquita macho, Arturo se estaba preparando para llegar bien fuerte a la  primavera , aprovechando estos días para aprender a escribir.
  Angela   y  yo, habíamos cogido confianza y ella se encontraba tranquila en las flores de pincel que crecían en la puerta de mi casa. Ésto Arturo lo sabía y más tranquilo andaba haciendo sus aventuras y aprendizajes en el jardín vecino , componiendole carta llenas de amor a su novia que hacía tanto tiempo que no veía.Lo que era también un hermoso poema era su cara, que yo veía grande y luminos cuando con la gran lupa le leía la carta de su novio y en mita del escrito ,  levantaba las pequeñas corazas abonbadas rojas y con puntitos negros  espolsando sus alitas llena de emoción. Se querían mucho.
  fue, una manana de los primeros días de Agosto, cuando aquella máquina comenzó a sonar. Iban a cortar el cesped. Ella y yo sabíamos lo peligroso que era para las mariquitas, sino sinonimo de morir. Quizás, habiendo tiempo de llegar a subir a las ramitas laterales te podías salvar. Las mariquitas no tenían ningún control cuando volaban y se limitaba a mover sus alas, subir y                  confiar en el viento. Para comer era una manera efectiva para huir no.
   Aquella tarde la pasó toda llorando. Yo estaba a su lado, pero no sabía que hacer para consolarla. le traje, sin tardar una hojita diferente de cada una de las plantas de mi jardin pero con desgana estuvo toda la tarde y no quiso comer. Ya casi al final de la tarde la máquina paro.
Nos  asomamos, le quedaba la mitad del jardín.
Volvimos, y pensativa se quedo alli mirando la casa contigua.
 Al final de la tarde, le saque un dedal de agua y, tras beber un   sorvito, me miro con atención a través de la lupa, pude ver su cara negria y ojos saltones que me decían
- Julio
- Dime, Angela.
Yo ya las había visto hablar entre ellas, pero nunca se habían dirigido a mi directamente, alguna mirada para que  leyera, pero poco mas. Me emocione espectante a lo que me dijera
- Te doy muchas gracias por todo lo que me has dado, pero me   muero de amor y me voy a bucar a Andres
   Tan sorprendido me quedé, que me costó un tanto reaccionar
- Claro, motitas, lo comprendo pero sabes lo que peligroso que es?
- Si, Julio -me emocionaba al oirla decir mi nombre, pero quiero demasiado a Andres para quedar me lejos ahora, llévame, a la valla.
Subida en la puntita de los dedos de mi mano, observaba el jardín buscando algún lugar donde dejarla. Asi, llegamos a la parte mas próxima a la puerta por donde la maquina no había pasado.
 Me paré, me miró  y me dijo dulcemente mientras movía las patitas de despedida
- El amor te nubla los ojos
 Tras esto alzó el vuelo subiendo vertical, con sus.tapas y manchas negras y sus pequeña alitas trasparente, hasta una altura en la que el viento la llevó y fue allá donde podía estar Andres.
Aquella tarde la acabé sentado en la puerta de casa, viendo la segadora y preguntandome su en la próma primavera los vería en mi jardin a esa pareja que tanto se quiere.

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