viernes, 11 de octubre de 2013

EL MERCADO, LA ESPECULACIÓN Y LOS LIMITES



¡Bajo pena y delito judicial debían estar aquellos que ganan dinero sin producir nada!
¡Límites habría de poner, para tener algo de humanidad en  reparto!
¡Necesitamos el mercado en si y para si, pues nuestra humanidad por si sola, se corrompe!
Es un aspecto totalmente negativo del sistema capitalista basado en el libre marcado la especulación, y voy a entender ésta como la ganancia de dinero sin producir nada, solo con el juego de los bienes.
Lo segundo es que ese dinero producido de mas, no debería en último lugar ir a las manos del que no he hecho nada salvo aprovechar unas solas circunstancias bursátiles o económicas. Es un dinero que o bien pertenece a aquel que ha producido el bien o valor o bien debe ser un abaratamiento de la cifra y cantidad de compra.
La especulación es un mal que habría que corregir. Y compro diez pisos con un montante determinado y, con los cambios del mercado, los vendo cinco años después, por el doble y gano un montón de beneficios, pero y sin producir nada, absolutamente nada. Esos beneficios extra debían de ir y no salir del productor del piso o llegar en forma de bajada de precios al comprador.
¡Qué simple que eres, Alberto!, no ¡Cuanta verdad que tengo, Carmen!
!Malditos especuladores, que juegan con el dinero y la economía¡, !qué provocan juegos económicos y bursátiles que desgastan todo menos sus bolsillos¡.
Si me dan todo el poder sólo por ese día que os pido, bajo multa feroz y sin piedad, atacaría duramente  toda acción que no estuviera encaminada a la obtención de un beneficio sin la construcción de un producto como tal.
Perseguir a los especuladores. El que quiera comer que trabaje y el que quiera comprar que vaya directamente al productor.
Y dos, los límites.
Aquí actúo desde la pesadez de la verdad que con tanta claridad veo.
Me atosigan en el movimiento la falta de claridad colectiva ante esta evidencia ¡cómo pueden ser ciegos ante este hecho obvio, directo, claro e indudable!
Sí, claro, por supuesto que tenemos y debemos premiar al mejor hecho, producto, esfuerzo, calidad, productividad y tantas cosas así que se valgan y se necesite el premio y reconocimiento colectivo. Indudable e inllevable sino.
Pero no, válgame mis ganas, de esa manera tan monstruosa e insultante. Pongámole un límite a las ganancias o salios propios de la persona anuales.
Digamos todo lo que yo ganaré ese año, multiplicado por cien sea el límite de aquel en un año.
¡Insufrible que alguien gane en un año todo lo que ganará aquel barrio de aquella ciudad en toda su vida!
¡Qué sí, qué ganen cifras tan escandalosas como cientos de miles de euros, incluso millones, no sé, uno o dos, pero no, por favor y por vergüenza, que no ganen veinte millones de euros en un año!
La gente muriéndose de hambre y viviendo cubierto de cartones a unos metros de éste o ésta, no mis personas lectoras y no me digan que estoy haciendo el cante del viejo iluso o del joven engañado.
Hay asuntos que son consecuencia y tienen su justificación en un hecho deductivo, buscando un principio de causalidad y desarrollo, pero hay otros, que por su propio peso, caen hacia verdad compositiva de ellos.
Es mentira cualquier justificación que como tal me expongan y que justifique y defienda esas vergonzosas diferencias.
Insultantes, provocadoras, que te hierven la sangre.
Pero, y tres, no nos equivoquemos, pues para nada y en ningún momento he desechado el sistema capitalista y la existencia del mercado. Es más, llego algo más allá y arrivo hasta llegar a esbozar a esta manera de relaciones económicas humanas como el único posible, por dos razones; una es por la corrupta naturaleza a priori de toda acción, de nuestra naturaleza y la obligada búsqueda de nuestro bien personal e individual, de forma paulitava pero constante. Si se tiene un poder público de ipso facto independiente de la voluntad del pueblo el desvio a intereses propios está garantizado. No huyamos hasta lo imposible y caigamos en el comunismo y la desaparición del mercado.
Este provoca competitividad, superación, interés, dedicación y otros verbos mas producto de interés en la mejora del producto y otras circunstancia en la venta de lo que quiera o pretenda.
Pienso y opino que la existencia del mercado y sus leyes impuestas sin la intromisión de aquellas manos cubiertas de intereses propios, produciendo otros, beneficios a aquellos que trabajen y produzcan lo mejor, ahora bien ¡Qué ni un sólo ladrón que juega con los objetos para no producir nada sino aumentar los precios o disminuir los beneficios, tanto para el productor como para el comprador y con esa diferencia de los beneficios, ya ganados y en el bolsillo de su pantalón, fuera a comprar otro sillón mas grande para especular con sus compras y ventas desde este nuevo sillón de gris tendiendo a perla dulzona.
Y ¡qué no me insulten y golpeen a pecho descubierto mi corazón empalmandome una noticia del nivel de pobreza de un tanto por ciento enorme de mi país, que tanto quiero y tanto me hace sufrir, !de mi España, que tanta belleza y dolor nos da¡ y las ganancias alucinantes anuales de aquel hombre que tanto disfruto viéndolo jugar, pero que tan mal lo paso dividiendo y obteniendo el precio en euros uno de sus tiros o regates!, ¡meses de mi trabajo tuvo cuando bajando un tanto la cintura y con el interior del pié, dio un pase de unos diez metros!
Pero y lo repito, nuestro condición humana no nos permite mas que actuar bajo los auspicios inhumanos de las leyes del mercado.
Póngamosle límites y circunstancias e irá a delante.

¡Mis ganas de que se pudiese imponer un sistema de reparto estatal de lo producido!, pero no, lo corrupción y la falta de necesidad de mejoría lo matan.

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