Venia de París y aquellos primeros meses de tranquilidad y sosiego en Konigsberg, ya comenzaban a poder conmigo.
Pasaba la mayor parte del tiempo estudiando y trabajando en la gran biblioteca
de la ciudad. Frio y silencio. Fui al lugar en la busqueda del libro, Historia de Inglaterra, de David Hume para estudiar el abandono y vuelta a Inglaterra, de ellos y de la Normandia, editado unos pocos años antes, en 1754 y en el continente apenas había unos pocos ejemplares. Éste, precioso, papel de trigo, piel de cabra y cosido con barbas de ballena.
En los tres meses que llevaba allí , en visita familiar, siempre había encontrado a la misma persona sentada en el angulo final de la corta mesa rectangular de aquel primer piso, de negro, con chaqueta corta y camisa blanca con pequeños ornamentos al final de las mangas.
Al segundo mes fui acercándome fruto de mi curiosidad por los momentos de abstraccion que parecía sufrir mirando objetos pequeños en encima de la mesa.
Aquella mañana sentado casi a su lado comenzamos a dialogar
Coloco su plumón con el que escribía entre el y yo diciéndome con mucha calma y tranquilidad
- Señor cual es su nombre y si me permite dirigirme a Usted.
Sorprendido le conteste
- Por supuesto Mesieu, mi nombre es André
Pues bien, caballero, mi nombre es Inmanuel y me gustaría preguntarle una cuestión
- On-i-va, caballer
- ¿ Ve Usted el plumón?
- Perfectameau
- Es marrón, de madera y está aquí y ahora, ¿no?
-Si, señor pero hágame, mon Dieu, preguntas mas complicadas
Sonrió con una sonrisa afable y calmosa a la par que levantaba el objeto lo observaba y decía
- No encuentro, por más que lo mire, las características del aquí y ahora.
Yo me quedé extrañado y él, todavía sonriendo volvió la cabeza a sus libros
Ya cerrada la biblioteca y volviendo paseando a casa de mi familiares me andaba preguntando que me quiso decir aquel hombre. Cierto era que esas dos últimas cualidades no estaban en el objeto que el me enseñó, pero, donde sino, pues son la cosas las que están en el espacio y tiempo ¿no? Decidí volver urgentemente mañana a preguntárselo.
Sí, allí estaba. Escribiendo con calma y delicadeza, tal y como la había visto desde que llegué. Iniciamos la conversación con otros motivos hasta que mi interés se hizo inllevable y le dije
- Pero, entonces, dígame, ¿donde están el espacio y el tiempo? lentamente se aproximo los dedos indices de ambas manos a los lados de su cabeza y me dijo
- Aquí
- Inmanuel, son características del mundo y no de su persona
- No, André, no , el arriba y abajo, el delante y detrás, no son más que modos de ordenar el mundo, que nosotros le damos a éste. El aquí y el ahora los ponemos nosotros, se acabó el mundo circundante que nos trae la información, vamos a darnos cuenta que nosotros la construimos y que trabajamos con aquello que hemos formado en nuestra mente
Tras esta galopada de información, me hizo la última y me dijo
- Ya me dijo que el plumón era marrón ¿no?
Si le contesté asustado
- ¿Y como sabe Usted, mi ya amigo Parisino, que estamos viendo lo mismo ?
Ya no lo vi más, pues al dia siguiente comencé, mi viaje de regreso. Mi mundo había cambiado pues vi, con toda claridad que era mi mente la que lo formaba. Era ella quien ordenaba y trabajaba con todo aquello que mis ojos veían. Ya no vemos el mundo, si no que el mundo es visto por nosotros. Lo que antes era sujeto se me convirtió rápidamente en agente.
La verde vera que acompañaba el tranquilo discurrir del Sena, no me apartaba ni un segundo de los altos arcos de aquella oscura y fría biblioteca.
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