Es
bueno que los niños llegue sucios.
Es
malo que los niños se eduquen en la burbuja de la limpieza.
El
contacto con los virus y bacterias exteriores, siempre que no sean
mortales, es un elemento que fortalece el sistema inmunológico y
evita enfermedades posteriorers. El cuerpo está preparado ante los
males exteriores.
Exactamente
lo mismo nos pasa a todos, ya sean niños o seamos adultos, con la
miseria que hay en nuestras calles.
Imagínensen
que viviésemos en una ciudad en la que todos tuviesen casa, al menos
para ducharse y arreglarse y tuviéramos todos ropa, más o menos
buena, pero limpia y no rota. Pobres y ricos, pero situaciones
mínimas. Higiénicas y dignas. Si aquí amanecieran por la mañana y
se encontraran una pobre persona, me es indiferente las causas,
alcohol, emigrantes, pobreza, infortuna y demás que nos encontramos
ahora por las calles, no saldrían de su asombro e intentarían
ayudarle.
¿Aqui
y ahora?, no, nunca, jamás ¿por qué?, porqué estamos curados de
espanto.
Desde
pequeños nos hemos criado viendo gente tirada en las calles,
viviendo en el suelo, vistiendo trozos de tela, como perros.
Pidiendo, buscando en la basura y otras situaciones similares.
Estamos
curados y ya pasamos indiferentes ante estas situaciones que en una
mínima situación normal, debía de producir escándalo y compasión.
Marx:
traigamos el cielo a la tierra, Jesús el Nazareno: Repartamos amor,
Kant: No hagas lo que no quisieras que te hiciesen y otros nos han
dicho lo que para nosotros no han sido más que cuentos.
No
reaccionamos, no sentimos escándalo, de ver personas, seres de
nuestra misma especie, genero y en muchas ocasiones raza, país y
ciudad en esas condiciones. Nos importa bien poco.
Estamos
completa y totalmente inmológizados respecto al sufrimiento de los
demás.
Tres
de cada cuatro noticias en televisión son de lo mal que lo pasan
algunos ¡Cómo nos vamos a preocupar de uno más!
Hasta
que no volvamos a comprender que ese uno es igual de importante como
si fueran todos poco remedio hay.
Quizás
hacerles comprender a nuestros hijos que eso, que vivan en la calle
revolcándose en basura, no es una normalidad, sino un error y
defecto de todos.
No
nos hagamos insensibles ante el sufrimiento ajeno.
No
dejemos que nuestra persona se olvide de este mal social y seamos
capaces de pasar al lado de una persona con este sufrimiento sin que
sea capaz, ella, de concentrar nuestra atención.
A
una gran inmensa cantidad de personas que formamos esta sociedad nos
llama más la atención los zapatos de aquel hombre o el bolso de
aquella mujer que el pelo sucio y las lágrimas en los ojos de esa
madre mayor pidiendo dinero para dar de comer a sus hijos en la
puerta del supermercado.
No
sé la solución. No pido nada. Sólo describo. Seamos consciente de
que esto existe pero que no lo vemos ni sentimos por la
inmunodefieciencia adquirida.
Que
poquito caso le hacemos al dolor y al sufrimiento que tenemos a
nuestro lado, nada más salir de nuestra casa.
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