Los políticos y el vicio del poder
La connotación equivoca de los
políticos viene por la mala concepción que tienen, de a quien
sirven y para quien trabajan.
Los políticos no se han dado cuenta
que no son mas que los últimos en el sistema y su única obligación
es hacernos más felices a los que les pagamos.
No trabajan sobre nada suyo.
Las cuentas son mías y no tuyas,
político.
La empresa publica es de los vecinos
de mi finca y no tuya.
El síntoma de la propiedad del lugar
de trabajo les invade y parecese olvidan, para quien y donde
trabajan-.
El fantasma de la propiedad les enferma
y comienzan a actuar como si fuese su empresa, intereses y dineros.
No pueden mantener,por epidemia propia de la enfermedad de la
política, el sentido del material publico, aséptico a actividad
personal y propia.
Da igual, se suben al ambón, al atril
y lo que era un bien publico, bajo la opinión y decisibilidad, en
cuanto acción y comprensión, compartida, se convierte en un “esto
es mio, y lo que nunca se os olvide, yo soy el mejor”
No se si mi ataque más que continuo,
sino traumático, maniático y repetitivo a los políticos, viene
condicionado por la única, irrepetible sin igual formación
social-política que henos y tenemos, montada.
Decidme que me equivoco y gritarme que
los políticos son iguales cuando suben y llegan al poder que en el
camino hacia éste.
Se produce la metamorfosis aceptada,
vivida y vista con normalidad de las personas cuando se politizan.
La precisión y puntualización se
pierden.
La practicidadd se pierde en el olvido
de los populismos.
En la actualidad, la seriedad es un
síntoma de un mal político no adaptado a la sociedad de la imagen,
las formas y no el contenido.
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