Como siempre y en todo conocimiento,
la línea en la cual empieza un autor y
acaba el otro, es difusa y poco demarcada. En el caso de Descartes y la
filosofía moderna también. Es nombrado como el primero de ellos, aun habiendo
otros anteriores que ya cogieron ese camino.
Sin embargo, me aferro a Descartes, para huir de la
propia crítica, dudosa y temporal como ya dije, que yo le puse a la Filosofía en
no más de un día.
Es en este autor, cuando la validez y efectividad del
estudio filosófico, entendido como el tratamiento de entidades y procesos
abstractos adquiere una aplicación real.
Método, método y método, reglas, reglas y reglas, que
hemos de seguir para llevar correctamente nuestra capacidad del conocimiento a
aquellos saberes que, eso sí, él consideraba posible.
No era ya un estudio ontológico perdido en el
misterio del ser, ni era una especulación del funcionamiento del mundo por su
cualidad, ni era una teología en el sustento de Dios, ni era tampoco una lógica
que entendían y que dirigía el mundo bajo el peso de su irresolubilidad en
cuanto a su verdad. Fue un paso más y este autor puso los pies en el suelo y
decidió hacer del pensamiento un medio comprensible de una acción en abstracto
de la que sí que podíamos encontrar su verdad y validez en nuestras manos y
realizar una aplicación.
En el proemio
a unos libros de ciencias desarrolló
el método aplicable para encontrar la verdad utilizando correctamente la razón y no buscó ideas lejanas y
trascendentales, sino elementos aplicables y utilizables tal y
como se enroscan los tornillos y antes, no mucho más, instruyó como hacerlo.
Como todo gran científico y pensador, entró en elementos que carecían de
aquello que tenga fruto y dio una base de su trabajo a encontrar los elementos
primeros y su forma, las intuiciones, que las describió como punto primero,
aunque y saliéndose por la tangente, poco objetividad y aplicación científica
tuviera., pues la claridad y nitidez con la que pide esos principios, la puede
encontrar también un geómetra en principios que para mí son difusos y extraños
como menos.
Es un gran autor por el que siento gran admiración
Es el Aquiles del siglo XVI, pues si el primero,
escapando del destino de los Dioses, buscó el suyo propio, Descartes, se vio capacitado para con su razón y sin las
escrituras, encontrarle una explicación y un funcionamiento al mundo, aun que,
no nos olvidemos donde y cuando vivía, fue Dios su última justificación total.
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