miércoles, 18 de septiembre de 2013

DESCARTES, EL PRIMERO


Como siempre y  en todo conocimiento, la línea  en la cual empieza un autor y acaba el otro, es difusa y poco demarcada. En el caso de Descartes y la filosofía moderna también. Es nombrado como el primero de ellos, aun habiendo otros anteriores que ya cogieron  ese camino.
                Sin embargo, me aferro a Descartes, para huir de la propia crítica, dudosa y temporal como ya dije, que yo le puse a la Filosofía en no más de un día.
                Es en este autor, cuando la validez y efectividad del estudio filosófico, entendido como el tratamiento de entidades y procesos abstractos adquiere  una aplicación real.
                Método, método y método, reglas, reglas y reglas, que hemos de seguir para llevar correctamente nuestra capacidad del conocimiento a aquellos saberes que, eso sí, él consideraba posible.
                No era ya un estudio ontológico perdido en el misterio del ser, ni era una especulación del funcionamiento del mundo por su cualidad, ni era una teología en el sustento de Dios, ni era tampoco una lógica que entendían y que dirigía el mundo bajo el peso de su irresolubilidad en cuanto a su verdad. Fue un paso más y este autor puso los pies en el suelo y decidió hacer del pensamiento un medio comprensible de una acción en abstracto de la que sí que podíamos encontrar su verdad y validez en nuestras manos y realizar una aplicación.
                En el proemio  a  unos libros de ciencias desarrolló el método aplicable para encontrar la verdad  utilizando correctamente la razón y  no buscó ideas lejanas y trascendentales,   sino elementos aplicables y utilizables tal y como se enroscan los tornillos y antes, no mucho más, instruyó como hacerlo.
Como todo gran científico y pensador, entró en elementos que carecían de aquello que tenga fruto y dio una base de su trabajo a encontrar los elementos primeros y su forma, las intuiciones, que las describió como punto primero, aunque y saliéndose por la tangente, poco objetividad y aplicación científica tuviera., pues la claridad y nitidez con la que pide esos principios, la puede encontrar también un geómetra en principios que para mí son difusos y extraños como menos.
                Es un gran autor por el que siento gran admiración

                Es el Aquiles del siglo XVI, pues si el primero, escapando del destino de los Dioses, buscó el suyo propio, Descartes, se vio  capacitado para con su razón y sin las escrituras, encontrarle una explicación y un funcionamiento al mundo, aun que, no nos olvidemos donde y cuando vivía, fue Dios su última justificación total.

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