miércoles, 29 de abril de 2015
LA DIFERENCIA
Es difícil y complicado la inserción completa de la persona en la sociedad moderna y occidental si no compartes una serie de modos y maneras propias.
Hay que cumplir unos requisitos mínimos o preferencias y gustos totalmente mediatizados, generalizados y normalizados.
Un ejemplo claro de esto, se da en la publicidad con sus estereotipos tratados tanto en el campo estéticos como éticos, comportamentales y sociales.
La diferencia sin beneficio económico, poco camino tiene.
Haciendo un estudio experimental científico, se pueden estudiar las repeticiones generalizadas en unas circunstancias concretas.
Todos los padres que llevan a sus hijos a determinado colegio en una misma zona, comparten unas características que los igualan y repiten.
No somos consciente de lo repetidos que estamos.
La repetición es inmovilidad, pero la vida y creación es movimiento.
Varios son los factores que te llevan a esto.
Uno es la globalización máxima respecto la información que impide que lo particular e independiente tenga más difusión.
Dos, la pobreza intelectual que nos impide seguir otros caminos que no estuviesen ya marcados, es decir falta de ganas de salirse de la normalidad, tener conciencia de uno mismo y ser capaz e, como tal, de construirte en tu particularidad.
Y tres, la cobardía que todos sufrimos, pues la diferencia, con responsabilidad y consciencia, es un hecho grande.
La diferencia como acto irreflexivo de pura protesta sin ningún fin ni proposito, no es mas que una parte integrante de esta monótona realidad como pequeño calmante social.
En la actualidad es difícil querer o desear algo que no nos hayan dado ya.
Las aguas calmadas de la inserción en las banalidades repetidas, ahogan la naturaleza propia, es decir, reflexiva y decisoria, de las personas.
La comodidad material y la mínima actitud intelectual, puede producir una débil y momentánea felicidad, con, no porque sí, un gran desequilibrio constitutivo.
La diferencia implica un campo de valores, y estos son fuerzas propias del ser humano que le llevan y le hacen actuar.
Aquí, debía de llegar la acción de la diferencia.
Si no hacemos esto, sea cual fuere el sistema que impongamos, no habrá nunca mejoría. Sin el cambio de valores primeros de acción y elección, los repartos, formas o maneras, serán diferentes, pero los elementos que haces insufribles, irrespirables, patéticos e injustos se dan y se darían igual.
El cambio de valores aboga porque ello que pone en marcha las acciones humanas de una manera distinta.
Busquemos la realización personal sin la necesidad de la aprobación publica
Asumamos nuestra capacidad de dirigir, organizar y dilucidar, aquello que nos atraiga como persona primera.
Huir de la cobardía de la individualidad y la sumersión en el grupo, será alcanzar el valor de decidir uno mismo sobre el bien y el mal de las cosas.
Repetidos argumentos, copiamos frases, imitamos vestimentas, estamos realmente empobrecidos como género y especie.
No somos capaces de encontrar ni investigar los mundos paralelos posibles y existentes en aquellas nuevas acciones posibles.
El mundo construido nos limita.
Es más, este escrito lo hago desde mi particularidad, desde mi diferencia.
sábado, 18 de abril de 2015
LA MENTIRA DEL DESTINO
Crujiendo bajo la suela de sus pies, las hojas del pequeño jardín urbano le abstraían de sus propios mareos autoimpuestos en sus pensamientos.
Había dejado a María, murió su recuerdo, en el pasado.
Habíanlo intentado hacia y en todas las direcciones.
Andrés, no podía más, pero se preguntaba hasta que punto debía buscar lo que ansiaba. Llegar hasta aquel lugar que el destino le tenía guardado. Aquella mujer con la que no tendrá más que respirar con regularidad al lado de ella para ser feliz.
Pero dudaba que esto fuera así y cotejaba y sopesaba cuando su relación, por naturaleza propia, dejaba de ser un necesario camino de rosas.
-Si no cambiamos de talante los dos, nuestra relación será imposible- Andrés le había dicho minutos antes María.
-¿quieres decir que aguantemos, con sacrificio y resignación nuestras grandes particularidades? -le apuntó María
-!Quiero decir que el destino no existe, no tienes una pareja esperandote¡, hay que trabajarlo.
-Es decir -continuó María, un acto voluntarioso.
Siguieron hablando durante un largo rato hasta que, entre sonrisas de aquellos que no se creen nada o la de estos que están absolutamente perdidos, se despidieron para siempre.
Andrés era totalmente consciente que con voluntad en la acción, la relación hubiera seguido.
No hay Ada -se decía, ni magos, ni brujas del amor, lo que vive es diréctamente proporcional a la voluntad que se ponga.
Ahora lo sabía, era consciente y se sentía perturbado por haber hecho del viaje del amor entre el mar de la dulzura a una ebria tormenta de ácidas y dulces aventuras, donde el descanso no tenía posada.
-!El destino, Andrés, volverá juntarnos¡
-Ana -le dijo mientras se giraba ya debajo del marco de la puerta de salida, desengáñate ya, el destino no existe.
Convencido y decidido a no volver allá donde ya estuvo, cerró la puerta y desapareció de la vida de María.
viernes, 17 de abril de 2015
LA ÚLTIMA DECISIÓN
-No cabe duda, ha tenido un pensamiento propio y libre.
De pie, con una larga túnica ajustada a su cuerpo y con las manos apoyadas en la mesa, miraba friamente al resto de los Atríbulos mientras les daba la noticias.
-Hemos comparado la similitudes, ritmos, motivos, reacciones de este sujeto, Praga, y presenta algunas desigualdades e incoherencias propias del libre pensamiento y la creación propia. Ha realizado elecciones propias, compañeros.
La cara de asombro preocupación surgió en ellos y en ellas. Vivían en el año 3.500 dc y hacia 700 de la gran apocalipsis.
Apenas quedaron supervivientes, la humanidad fue prácticamente eliminada. Hasta 300 años no se pudo salir a la superficie y volver a empezar. Y se comenzó de nuevo pero con una gran diferencia. Por acto necesario para la continuidadd de la vida en la tierra, todos los seres vivos en ella iban a perder su capacidad de decisión independiente. Nada podrá salirse de la normalidad, de la habitualidad, de la repetición, nada irá más lejos de lo establecido. La búsqueda de nuevos caminos, de ideas propias, de valoraciones distintas de cada uno y todos los asuntos. Ante estos movimientos inesperados producto de la libertad, surgieron situacciones difíciles y complicadas que acabo en lo que pudo ser el último día. Desde pequeños se les educaba en la supuesta incapacidad de nuestra mente para actuar correctamente fuera e las normas establecidas. Los jóvenes no buscaban nada, pues habían sido educados para actuar así. Los primeros supervivientes comenzaron a diseñar un pensamiento que abogaba por evitar el libre desarrollo propio de la especie y reprimir su instinto creativo y renovador por su beneficio y garantía de continuidad.
-Y, qué propone Usted que hagamos, con la tal ciudadana?, sabe igual que yo de la dificultad de nuestra decisión, pues es el primer caso de irregularidad y la ruptura del máximo orden, repetición y felicidad estudiada y su respuesta será aplicativa y decisoria para el futuro.
Tras este pequeño discurso, fría y comedida la máxima representante de la cota sur, suspiró. Todos los formadores del comité de emergencia habían pensado en asesinarla, hacerla desaparecer, fingir accidente mortal. Sabían que la única manera de mantener la especie, al menos un millón de años más sobre los tres millones de años que le quedaba a la tierra pasaba por impedir la creatividad sin contol. No podían arriesgarse.
El primero a la izquierda alegó, con control y contundencia una serie de razones por las cuales debían, aun cargando con la dureza de la decisión, hacerla desaparecer. Lo que comenzó siendo apenas un murmullo, acabo con elocuentes, serenas, graves y consecuentes afirmaciones sobre la decisión.
Arriba de la superficie de la entrada había un mini sistema auditivo y visual que, automáticamente, seguía el sonido y enfocaba al hablante. Y estas imágenes, recorriendo los cables diseñados por ella, le llegaban a su sistema informático que tenía escondido en el sótano trastero de su casa.
Era Praga, que escuchaba atentamente la conversación mientras acariciaba y pasaba los dedos sobre un pequeño botón con unos bonitos reflejos verdes. Si lo apretase, automáticamente a las 20.000 millones de unidades familiares les llegaría a su propio ordenador la información y, sabrían la verdad sobre el engaño. Estaban pidiendo su cabeza y lo entendía. Había tardado 14 años en redactar un informe completo que explicara el asunto para sacar del engaño al mundo en generalidad. Nunca buscaba la justicia pues empezó con las ganas de saciar curiosidad y acabo con una verdad imposible de llevar.
El pueblo, los ciudadanos, las personas, todos eran felices. La mentira era la totalidad. Había encontrado unos escritos que contaban una historia de la humanidad que habían deformado. Leyó como la gente realizaba elecciones y actuaba con su libre albedrío todo los días. Le costó días asumir esto que no sabía ni podía concebir. Supo de las guerras por la existencia del pensamiento libre y sus inevitables discordancias. Esto llevó a la especie su hecatombe.
Las amenazas de muerte y la necesidad de matarla se hacían cada vez más fuertes y justificadas.
Praga masajeaba con los dedos el botón que haría ver al los habitantes la naturaleza humana y sus problemas y limitaciones. Ella sabía que sería el comienzo de algo nuevo pero también era consciente de las muertes mismas en este primer acto de libertad buscando derrotar lo establecido.
Sino apretaba, con los sistemas de rastreo insertos e cada persona sería hecha desapareces sin duda alguna.
Permaneció escuchando las últimas palabras de la reunión, pero ya estaba ausente sabedora de su futuro.
Quitó el dedo del botón de la verdad y se inclinó, despacio, con sosiego y con una amarga expresión de resignación,hacia el respaldo del sillón. Sabía que iban a ir a por ella y decidió esperar a que llegaran a buscarla. Chesqueó los dedos y la casa adopto todas las acciones físicas posibles para el máximo confort de los inquilinos. Así todas y cada una de las casas el planeta.
No quiso traicionar a la felicidad, cerró los ojos y esperó.
lunes, 13 de abril de 2015
EL LENGUAJE Y LA DIMINUTEZ DEL INDIVIDUO
Y
tuvieron que pasar más de 2000 años de pensamiento dentro de la
unidad mal concebida que se llama filosofía, para que la realidad de
los conceptos entonces llamados abstractos, ocupara un espacio, lugar
y en un momento dado.
Y
esto ocurrió con la filosofía del lenguaje del siglo XX en el cual,
encontraron el significado y lugar de conceptos que había sido
debatidos a rango teórico y especulativo hasta entonces.
La
bondad se encontraba en la relación de los hablantes y encontraba su
figura en el lenguaje propio de estos.
La
realidad, reflejada, existente en el lenguaje, supera al individuo y
deja de ser una entidad provocada directamente por la persona.
Moore,
Apel, Ayer, Wittgenstein y otros y estos, le dieron una vida propia e
independiente al lenguaje.
Si
aceptamos estas cuestiones, la comprensión y planteamiento de la
cosmología humana se desmorona sin piedad, pues la acción del
protagonismo constructor de la realidad primera, escapa del
egocentrismo formador humano.
El
lenguaje es una estructura suprahumana, que como entidad propia, ha
crecido en el constante aumento de la comunicación e interacción de
las individualidades.
Qué
pesadilla tan amarga resultaría para Platón bajar a recoger sus
ideas supremas entre las míseras palabras cotideáneas.
No
una realidad interior la que ha configurado un lenguaje y éste nos
vale para la operativilidad externa., sino que las primeras
relaciones humanas construyen unas estructuras relacionales propias y
partiendo de la construcciones que las configuran, éstas
estructuras realizadas, puestas en acción y evolucionando a
posteriori, configuran nuestra formación Moral y Ética, es decir,
los elementos fundamentales del tipo de unión humana.
Es
el proceso a la inversa.
Es
el lugar concreto y real, donde estudiarnos como entidades propias,
pudiendo ser sometido a elementos experimentales, hipotéticos y
conclusos.
Las
consecuencias positivistas a la hora del estudio y planteamiento de
los hechos son grandes.
Si
no aceptamos unas estancias religiosas o formadoras esenciales
espirituales, no hay ningún hecho material que imponga la concepción
que tenemos de los hechos realizados, de su corrección social. Estos
elementos que dirigen la acción y comportamiento, no son más que
expresiones lingüísticas modificadas según una serie de
circunstancias.
No
hay más realidad que la cual estamos hablando.
Lo
que existe es aquello que hablamos.
El
estudio no estriba en el contenido, absolutamente contenido en una
circunstancias históricas precisas y concretas, sino la forma y
estructuras que le dan su expresión lingüística.
Las personas perdemos control sobre aquello que pensábamos que era sólo nuestro, que se dimensionaba en nosotros, que nacía y crecía bajo la tutela y acción consciente y responsable de nuestro pensamiento, para quedar, nuestra figura, reducida ante la acción de unos actos lingüísticos, que nuestra mente realiza sin nuestra ninguna aceptación consciente del asunto.
Las personas perdemos control sobre aquello que pensábamos que era sólo nuestro, que se dimensionaba en nosotros, que nacía y crecía bajo la tutela y acción consciente y responsable de nuestro pensamiento, para quedar, nuestra figura, reducida ante la acción de unos actos lingüísticos, que nuestra mente realiza sin nuestra ninguna aceptación consciente del asunto.
El
transcendentalismo muere en su esterilidad y la inmediatez material
del lenguaje se impone.
El
aceptar aquí la reflexión sobre aquellos principios formadores en
la actitud social y grupal del ser humano, abre, sin duda, una salida
muy diferente y distante a todas las anteriores.
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LA ÚLTIMA PARTIDA (X)
LA
ÚLTIMA PARTIDA (X)
El
qué necesitó un gran tranquilizante, la noche aterior, fue Pedro.
Ana,
calculaba con mucha parsimonia y lentitud el volumen propicio para
gastar. Habían acumulado, entre los tres, aproximadamente, 180.000
euros de beneficios, restándole a la totalidad de ellos, los 60.000
que puso Pedro en sus comienzos.
Andrés,
disfrutaba de una gran lucidez, haciendo juegos de manos con las
cartas y repasando, inconscientemente, los movimientos y las miradas
de los contrincantes.
Aquella
era una noche especial.
A
la mañana siguiente jugaban la décima partida y última.
Mucho
dinero iba a tropar entre los límites de la mesa pues la última
regla que hacia especial estas partidas, era la obligación de gastar
a lo largo de la última partida, un tercio de los beneficios
totales, fueren cuales fueran estos.
Pedro
fue en taxi al hotel, Andrés y Ana, andando.
La
vida es así, y llegaron los tres al unisono a la puerta de éste.
Pedro
apenas les dió, una mirada relámpago y entró rápido por las
puertas centrales.
Andrés
y Ana llegaron al punto de encuentro allá donde comenzaba en pequeño
pasillo enmoquetado a unos cinco metros de la entrada. Llevaban diez
partidas y, de toda normalidad sería entrar comentando cualquier
asunto.
Se
miraron. Hacia mechos días que no se miraban frente a frente sin
otras miradas pululando a su alrededor. Los dos redujeron la marcha y
quedáronse cayados así.
-
¡pero cuan amistad vislumbro en vuestras miradas!- oyeron a sus
espaldas
Al-bha-Az,
era un hombre tremendamente culto, el cual recitaba, como en este
caso, una frase histórica Cervantes en perfecto Español. Tenía
una mirada misteriosa. Era poco expresivo, pero tenía una cara
agradable. Los oscultó de arriba a abajo como barajando alguna idea.
Tras pasar entre ellos, decidido y seguro, Andrés y Ana siguieron
andando algo preocupados ambos.
La
sala estaba más luminosa, pues una vez cada seis meses hacían una
limpieza general de todo el acristalado exterior y la noche anterior
habían pasado las de la sala. La sala también había sido
especialmente arreglada Aséptica, insípida, llena de reflejos
propios de superficies plásticas o metálicas limpias.
La
décima partida se prometía interesante y sufridora.
Los
tres socios le habían ganado, algo cada uno, los direros a Ta-bha.
El volumen total de sus ganancias era el mismo que el montante
particular de las perdidas de éste, había calculado anoche Ana. El
dolor fue comedido. Todo lo que había perdido se lo hubiera gastado
en el cumpleaños de la flor de sus ojos, su única hijo. De una
altura moderada y algo bajito, mostraba orgulloso barba negra de un
gran volumen.
Los
otros apenas tenían variaciones entre sus ganancias y sus pérdidas.
Ana disfrutaba realizando estos cálculos, además de, según
afirmaba ella, tener una gran aplicación.
El
qué más preocupaba a los tres, era Alo-Bha-Az. Moreno de cabello,
como todos los hombre Árabes que los tres habían visto desde que
allí estaban. Pelo largo, perfectamente rasurado. Sus facciones
eran muy verticales que daban un gran contraste con la cinta
horizontal, que tras atravesar la frente, sujetaba el pañuelo que
les cubría, a los tres Árabes, la cabeza.
Se
sonrieron, se dijeron algunas palabras simples y formales, se
acomodaron, se sentaron y el propio Al-Bha-Az comenzó a repartir
cartas.
Andrés,
entre una pequeña sonrisa irónica pensando en la salida triunfantes
con mucho dinero o la perdida de todo y además la posibilidad de
salir apaleado.
Pedro
también comenzó a pensarlo y no sonrió lo más mínimo.
Ana,
haciendo cálculos, apenas prestaba atención a pensamientos de
vaticinios.
Entre
esto, la partida comenzó..
jueves, 9 de abril de 2015
DE LA PARTICULARIZACIÓN
Y si la totalidad escapa del individuo, encerrémosla en una Particularización. El hecho de la diferencia conlleva como conclusión a la individualidad y distancia. Es la lejanía del individuo con la totalidad. Es éste el sujeto que adquiere consciencia de los acontecimientos. La sociedad, al completo y actuando como totalidad, envuelve a la persona y la distancia de sí misma. La huida ante la tormenta, provoca el vértigo de la diferencia. El asunto de abogar por la diferencia trae la reflexión de la soledad, o, la salida, y conclusa, de la Particularización. Ésta, se entiende como una parte integrada y formadora de la totalidad pero bajo unas características propias y personales las cuales hacen de ella, la persona, una entidad absolutamente única pero dentro del desarrollo normal. La Particularización en tu persona, la distancia a la globalización, la expresión propia e irrepetible, no es, en ningún momento un elemento extraño e inviable. La Particularización de la persona es un hecho enriquecedor y absolutamente lícito y racional. El miedo a la diferencia es patente y evidente, pues esta ha sido, con normalidad la expresión de intenciones varias. Política, Artísticas, Comportamentales. Pero la práctica de la Particularización propia como elemento realizador y formador de la persona, no se da. Aquellos que piensen genéricamente en lo que les rodea, y concretamente en ellos, encuentran la distancia de la individualidad. Ésta es superable con la Particularización, entendiéndola como unas características puntuales que adquiere, lo mismo.
martes, 7 de abril de 2015
NO SOMOS IGNORANTES, CICERÓN
El problema no estriba en la aparente ignorancia del pueblo, sino que viene provocado por la maldad propia de las fuerzas actuantes a nivel social.
El mal no viene por ver como un dulce conejito a un gran dragón terrible, sino por aquellos que disfrazan al animal con sus mentiras.
Tenemos el error, en ocasiones, de atacar la inocencia, en alusión a la facilidad de engaño del pueblo, cuando este hecho, de nuestra capacidad para entender la realidad, tal y como la vemos, es un hecho natural, formador y absolutamente aséptico a nivel ético y cognoscitivo.
Nada puede hacer la persona ante el engaño de los dirigentes, pero no por nuestra ignorancia ni por nuestra incapacidad, sino porque son las malversadores los que aprovechan nuestra primera constitución esencial.
No vemos el engaño primero en un congénere, sino que lo tratamos desde la igualdad.
Esto no es ignorancia, sino un signo de grandeza espiritual y colectiva.
Los primeros principios que llevan a la unión entre las personas, estriban en nuestra capacidad de confianza.
Me revelo ante la clasificación de ignorante, como individuo y como colectivo, siendo no más que engañado por la maldad del contertulio.
Hacer el mal y engañar, son dos movimientos fáciles, pero no por nuestra ignorancia, sino por la maldad constitutiva de algunos.
No podemos querer formar una sociedad elitista y clasista ante los problemas de comprensión por las artimanias de aquellos que quieren engañarnos, sino que mantengamos la paz, concordancia y confianza encarcelando, apartando y discriminando a aquellos que traten de engañar a la sociedad.
Las personas no son tontas, lo que hay son cuervos que tratan de engañarnos.
Y esto ni es lo mismo, ni es igual.
NUESTRA PARTICULARIDAD
De introducirnos como forma genérica dentro de una totalidad cosmológica, acabamos nadando en una individualidad que nos aisla y aleja.
De ser parte del todo sin ser nada, a la totalidad en el vacío.
De la sumisión a la verdad que te desborda, a la angustia ante la lejanía e incomprensión de la realidad circundante.
¿Cómo reconfortar entre si, a nuestro tratamiento genérico como totalidad formativa con la individualidad propia, donde y con ella, desde la lejanía donde atisbamos a aquello que nos dice que estaos incluidos?
En el descenso a trompicones hacia la comprensión, solo encontramos la paz si albergamos y defendemos nuestra individualidad dentro de unas características compartidas. En esto, somos entidades particulares, es decir, con características únicas e irrepetibles con una diferencia en la totalidad a la que pertenece.
Cansado del idealismo y la metafísica que se aleja tanto de lo personal y se mantiene perdido en la trascendencia y abstracción alejándose de uno mismo, sólo que da la salida de admitir y cultivar la particularidad propia, que nos diferencia y constituye a cada individuo pero que nos engloba, dentro de las diferencias, en una total globalidad.
Lo particular como sentido de lo colectivo.
La diferencia no patológica ni distante.
Así, no se presenta como necesario marcar el mundo individual interior, el hecho de aceptar la soledad del individuo encerrado en si mismo y su individualidad.
El particularismo abre la puerta de la totalidad desde la diferencia individual.
La diferencia no tiene por que ser motivo de distancia.
Una dimensión genérica y globalizante basado y constituido en diferencias propias y particulares de sus componentes.
El individuo dentro de la humanidad.
El relativismo propio y formador del individuo, desaparece en torno a unas reglas básicas colectivas que costituyen, en sus diferentes modos y maneras de desarrollo, una totalidad englobante y existente.
Disfruto y siento mi diferencia y particularidad desde la cercanía del grupo.
Es la suma de la igualdad desde la diferencia constitutiva.
lunes, 6 de abril de 2015
LA ÚLTIMA PARTIDA (IX)
Salió, haciendo predicción a la partida de hoy, un día nublado y oscuro.
Iban a empezar a realizar tramas, a trasmitirse toda la información, a trabajar cada uno con 17 cartas.
La temperatura d local era la misma que mantienen durante todo l año. Todo el último piso no era más que una máquina gigantesca para mantener a 23 grados los miles de metros cúbicos del hotel, habiendo fuera un temperatura de 40. Hoy apenas trabajaban y el silencio era máximo.
Andrés había, como siempre, dormido bien. Tumbado en su cama, antes de dormir, se había reconfortado en su intuición y con las ganas de ponerla en práctica.
Ana, tardó algo más en dormirse, pues le gustaba repasar, una vez escritos a posteriori, lo cálculos que había hecho, con los números bailando entre sus pensamientos y sin lugar donde escribirlos. Tardó más, pero durmió bien. Era una autentica profesional.
Pedro, sí que tenía cara de cansado. Era su dinero el que se movía y la mitad de los beneficios que hubieran. Confiaba en sus compañeros y más tras ver sus semblantes al sentarse a la mesa.
Señora, ehhhh, ¿cómo se llamaba?
Ana – le dijo seriamente mientras maldecía las “gilipolleces”, se decía de Andrés. Los Árabes, sonreía con condescendencia, ante el trato “delicado”, hacía la mujer. Ana lo miró, uno a uno, con los ojos y las pupilas hieráticas, ante los que estos fueron escondiend las sonrisas.
Las cartas comenzaron a deslizarse, con soltura y suavidad por la mesa, de marmol banco, suave y fino, como la piel de un bebe. Con un pequeño impulso a travesaban la mesa de un lado al otro contrario al que repartía.
Con la información comenzaron a ganar, repartidas las vitorias de mano entre los tres y combinádolas con victrias de los Árabes, cuyos rostros y caras comenzaron a cambiar, no por el dinero, sino porque no les gustaba perder.
En el último tercio de la partida llegó la jugada definitiva de ella.
20.000e ya estaban encima de la mesa y el primer Arabe, que había repartido subió la apuesta 50.000 más. Uno a uno de sus compratiotas la fueron igualando.
Tenía al descubierto, el primero, un Once y un As, el segundo Árabe, dos As y un dos, y el tercero dos ocho.
Ana, con la posición de los dedos en la carta les decía, vámosnos.
Andrés no tenía nada e igualó también la apuesta, Pedro, dudaba, no sabía que hacer, pues Andrés le decía que fuera, que apostase todo lo que le quedaba para que acabasen con victoria pues, como regla establecida, la cualquier partida se acaba, aquel día en que que alguno se quedara sin fondos. Ahora bien, para entrar al día siguiente, debía ser con la cantidad estipulada para entras.
Todos habían ya apostado y quedaba nomás que Ana la cual, miraba, tratando de poner la expresión de no conocerse de nada, a Andrés diciéndole, entre sus pensamientos y con la esperanza que le oyera, !cuan cabezón que eres!, las posibilidades eran mínimas. El primero que había subido la apuesta, debía de haberlo hecho pues aun con los dos ases al descubierto del otro, no tendría Pocker, pues el tendría los otros dos y además el nueve que acompañaba al as era el único que había sido jugado hasta entonces. Había unas grandes posibilidades de que tuviera un full de nueves, tres, Ases.
Jugaba con el engaño del full superior.
Ana tenía un full, tres ochos y dos doces. Era una buena jugada, pero habían 200.000euros sobre la mesa y las posibilidades eran mínimas - !porqué habrá apostado Andrés cuando le ha dicho que no!
Los segundos se hacían eternos y Ana y Andrés parecíase que tuvieran una discusión, entre, y con las miradas de, una pareja de enamorados más que en una partida con tanto cash. Frios y tranquilos estaban. Pedro estaba perdido entre los dos y a él se que le caía, oculto, pero el sudor por el pecho.
Andrés había visto como pusó la última apuesta de aquella mano y lo había hecho igual que el último farol. Nunca se le escapaba ningún pequeño detalle. Apretaba, con fuerza la esquina inferior izquierda diciendo, como seña, que igualara al menos la apuesta.
Si hubiera sido su dinero, no lo hubiese hecho y además, seguía convencida, que este hombre que tanto la mareaba y al que más quería estaba tocado por un Hada.
Andrés la miraba y le trataba de decirle que las matemáticas no valían para explicar el comportamiento de las personas.
Ana puso las manos en forma de cuenco y arrastró la apuesta hacia el centro de la mesa, jurándose, que sin el Hada, no entraría más en su cama.
Pero no, ésta seguía moviendo sus alitas sobre la cabeza de Andrés y el descubrir las cartas, unas, entonces y allí, miseras dobles parejas, no pudieron con el débil full de Ana.
A Pedro le costó mucho disimular su alegría y poner cara de decepción por la supuesta perdida.
Ana y Andrés, habían sacado a todo trapo su diferente concepción de la vida y se acabó la partida entre sus miradas de extrañeza.
Los, muy nobles y homrados Arabes, se fueron algo dolidos, pues sucumbir ante una mujer, en su cultura era muy mal llevado.
Se despidieron en la puerta después de cambiar las fichas por billetes e ingesarlos en su cuenta a través del banco situado en el primer piso.
Ana y Andrés maldicieron no poderse pedirse explicaciones, pero aquella noche y entre las sabanas, juntos, de la misma cama.
Iban a empezar a realizar tramas, a trasmitirse toda la información, a trabajar cada uno con 17 cartas.
La temperatura d local era la misma que mantienen durante todo l año. Todo el último piso no era más que una máquina gigantesca para mantener a 23 grados los miles de metros cúbicos del hotel, habiendo fuera un temperatura de 40. Hoy apenas trabajaban y el silencio era máximo.
Andrés había, como siempre, dormido bien. Tumbado en su cama, antes de dormir, se había reconfortado en su intuición y con las ganas de ponerla en práctica.
Ana, tardó algo más en dormirse, pues le gustaba repasar, una vez escritos a posteriori, lo cálculos que había hecho, con los números bailando entre sus pensamientos y sin lugar donde escribirlos. Tardó más, pero durmió bien. Era una autentica profesional.
Pedro, sí que tenía cara de cansado. Era su dinero el que se movía y la mitad de los beneficios que hubieran. Confiaba en sus compañeros y más tras ver sus semblantes al sentarse a la mesa.
Señora, ehhhh, ¿cómo se llamaba?
Ana – le dijo seriamente mientras maldecía las “gilipolleces”, se decía de Andrés. Los Árabes, sonreía con condescendencia, ante el trato “delicado”, hacía la mujer. Ana lo miró, uno a uno, con los ojos y las pupilas hieráticas, ante los que estos fueron escondiend las sonrisas.
Las cartas comenzaron a deslizarse, con soltura y suavidad por la mesa, de marmol banco, suave y fino, como la piel de un bebe. Con un pequeño impulso a travesaban la mesa de un lado al otro contrario al que repartía.
Con la información comenzaron a ganar, repartidas las vitorias de mano entre los tres y combinádolas con victrias de los Árabes, cuyos rostros y caras comenzaron a cambiar, no por el dinero, sino porque no les gustaba perder.
En el último tercio de la partida llegó la jugada definitiva de ella.
20.000e ya estaban encima de la mesa y el primer Arabe, que había repartido subió la apuesta 50.000 más. Uno a uno de sus compratiotas la fueron igualando.
Tenía al descubierto, el primero, un Once y un As, el segundo Árabe, dos As y un dos, y el tercero dos ocho.
Ana, con la posición de los dedos en la carta les decía, vámosnos.
Andrés no tenía nada e igualó también la apuesta, Pedro, dudaba, no sabía que hacer, pues Andrés le decía que fuera, que apostase todo lo que le quedaba para que acabasen con victoria pues, como regla establecida, la cualquier partida se acaba, aquel día en que que alguno se quedara sin fondos. Ahora bien, para entrar al día siguiente, debía ser con la cantidad estipulada para entras.
Todos habían ya apostado y quedaba nomás que Ana la cual, miraba, tratando de poner la expresión de no conocerse de nada, a Andrés diciéndole, entre sus pensamientos y con la esperanza que le oyera, !cuan cabezón que eres!, las posibilidades eran mínimas. El primero que había subido la apuesta, debía de haberlo hecho pues aun con los dos ases al descubierto del otro, no tendría Pocker, pues el tendría los otros dos y además el nueve que acompañaba al as era el único que había sido jugado hasta entonces. Había unas grandes posibilidades de que tuviera un full de nueves, tres, Ases.
Jugaba con el engaño del full superior.
Ana tenía un full, tres ochos y dos doces. Era una buena jugada, pero habían 200.000euros sobre la mesa y las posibilidades eran mínimas - !porqué habrá apostado Andrés cuando le ha dicho que no!
Los segundos se hacían eternos y Ana y Andrés parecíase que tuvieran una discusión, entre, y con las miradas de, una pareja de enamorados más que en una partida con tanto cash. Frios y tranquilos estaban. Pedro estaba perdido entre los dos y a él se que le caía, oculto, pero el sudor por el pecho.
Andrés había visto como pusó la última apuesta de aquella mano y lo había hecho igual que el último farol. Nunca se le escapaba ningún pequeño detalle. Apretaba, con fuerza la esquina inferior izquierda diciendo, como seña, que igualara al menos la apuesta.
Si hubiera sido su dinero, no lo hubiese hecho y además, seguía convencida, que este hombre que tanto la mareaba y al que más quería estaba tocado por un Hada.
Andrés la miraba y le trataba de decirle que las matemáticas no valían para explicar el comportamiento de las personas.
Ana puso las manos en forma de cuenco y arrastró la apuesta hacia el centro de la mesa, jurándose, que sin el Hada, no entraría más en su cama.
Pero no, ésta seguía moviendo sus alitas sobre la cabeza de Andrés y el descubrir las cartas, unas, entonces y allí, miseras dobles parejas, no pudieron con el débil full de Ana.
A Pedro le costó mucho disimular su alegría y poner cara de decepción por la supuesta perdida.
Ana y Andrés, habían sacado a todo trapo su diferente concepción de la vida y se acabó la partida entre sus miradas de extrañeza.
Los, muy nobles y homrados Arabes, se fueron algo dolidos, pues sucumbir ante una mujer, en su cultura era muy mal llevado.
Se despidieron en la puerta después de cambiar las fichas por billetes e ingesarlos en su cuenta a través del banco situado en el primer piso.
Ana y Andrés maldicieron no poderse pedirse explicaciones, pero aquella noche y entre las sabanas, juntos, de la misma cama.
jueves, 2 de abril de 2015
LA IMPOSIBILIDAD Y LOS VISITANTES
Si
vinieran seres de vida finita, inteligente, con principios y
fundamentos materiales, como los seres humanos, y nos describieran,
probablemente no nos reconociéramos, ni nuestros movimientos,
razones y motivos.
Actuar
de espectador, se me torna imposible ante el necesario vicio que se
encuentra en la conclusión.
No
se puede ser juez y reo en el mismo juicio.
Aplicamos
la falacia naturalista a los juicios que hacemos, pues lo que
entendemos como normalidad y realidad es siempre bajo nuestros
principios formadores y visión estructurada respecto a estos.
Principios
de unión, maneras de resolución de los problemas sociales,
relaciones personales, fines, razones que vemos los humanos en
cualquier lugar del mundo como elementos formadores de éste, pueden
no ser más que modos, maneras y costumbres, de acción y comprensión
válidos para la estancia puntual y la funcionalidad en este punto y
momento, lo cual no implica que este haya de ser así.
La
construcción que la raza humana la da al mundo, tanto físico como
social, aun siendo una constitución racional, no nos lleva a la
necesidad de que así sea.
Si
no tuviéramo altura, solo nos moviéramos en lo ancho y largo, desde
nuestras dos dimensiones, no comprenderíamos el volumen conformante
de la realidad.
Este
visitante espacial, nos podría hacer ver y entender de manera
diferente la realidad con la misma validez que la nuestra.
Esto
nos llevaría, sin duda, a una mayor objetividad y capacidad de
conocimiento propio.
Si
no tenemos, como nos pasa, una visión total y global del asunto, no
se puede entender éste.
Nuestra
visión es interesada hacia nuestra persona y subyugada a nuestros
límites comprensivos.
Nuestro
egoísmo la condiciona.
Nuestros
principios de movimiento, acción y juicio, la malforman.
Si
vinieran del espacio exterior unos seres inteligente finitos y
materiales, probablemente no entenderíamos la descripción que
dieran de nosotros y los motivos, circunstancias que tenemos cuando
actuamos.
Salir
del solipsismo propio y formador es imposible, lo que queda por
estudiar sería la validez que éste tiene, en función de la
importancia o necesidad de describir la realidad en su originalidad o
describirla como la construcción de aquello que podemos comprender.
miércoles, 1 de abril de 2015
EL PRINCIPIO DEL FIN
!Tantos campos trillados para no recibir ni un pan¡
Pero ¿tan poco inspiro con mis reflexiones que no provocan ningún comentario?
o ¿entrarán al blog supuestas trampas informáticas que yo confundí con lectores?
Estamos hablando ya del oasis de las creencias y esperanzas.
Tras leer un texto que te guste y, por necesidad, a mi, déjame que especule e imagine quien y cómo eres
Pero ¿tan poco inspiro con mis reflexiones que no provocan ningún comentario?
o ¿entrarán al blog supuestas trampas informáticas que yo confundí con lectores?
Estamos hablando ya del oasis de las creencias y esperanzas.
Tras leer un texto que te guste y, por necesidad, a mi, déjame que especule e imagine quien y cómo eres
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