Las
tácticas deshonestas y traicioneras para engañar de manera legal al
consumidor son habituales y normalizadas. El mes pasado se me
ocurrió, puesto que lo necesitaba, aumentar los Gigas de Internet en
el móvil tras escuchar el anuncio de la compañía con la que
trabajo...”recargue por seis euros una Giga de memoria para este
mes...ta-chan, ta-chan”, y yo dentro de mi inmensa inocencia y sin
ser consciente de que harían cual acción posible para sacarte
dinero, estos señores, legales pero ciegos por los beneficios, sin
mi permiso y sin que fuera especificado en ningún momento durante la
charla con el locutor que me asistió, me encuentro que al mes
siguiente volvieron a hacer el mismo proceso y me cobraron el falso e
inventado mes en el que no estaba interesado.. Yo solo contraté para
el mes de enero y como tal así se lo dije al interlocutor de la “no
dicha” compañía (es una compañía en concreto, pero poned el
nombre que queráis y el mensaje sigue siendo el mismo). Tuve que
llamar para darme de baja de ese servicio que en ningún momento me
lo vendieron como tal, es decir fijo...”si quieres aumentar este
mes (éste, éste, éste..) por puntuales necesidades y ...,bla,
bla, bla....”, engaño a todo trapo, sin fin y sin frenos.
-
Hay que actuar como si fueran enemigos – me repitió
-
Eso conmigo no va, así pues, más engaños contaré - respondí
-
Bueno, Alberto (así me llamo), esto es una normalidad y tú debes de
calcular estas maniobras – me dijo aquel, a lo que yo, algo
molesto, le dije-
-
Espérate y no me digas lo que no es. Esto es una pequeña trampa por
todos admitida y soportada. Seguro que alguna irregularidad jurídica
han cometido conmigo y, en cuanto a su moral, la piso, pues por el
suelo y abandonada la tienen, cuando paso por alguna de sus tiendas.
No me pienso resignar aceptando como tú, este acto dentro de la
normalidad constructiva y social.
La
sociedad actual vive absolutamente falseada por unas actuaciones
mercantiles.
La
normalidad es un acto tremendo de engaño.
Para
vender no se piensa en el objeto de ventas, se piensa en el
comprador, es decir, la máxima potencia será convencer al sujeto ,
como fuere , para que compre el objeto, más que el objeto en si.
No
es una crítica a ningún sistema político, sino a las costumbres y
modos que hemos adquirido ante el mercado amoral en todo el mundo.
El
problema no está en vender y ofrecer tus productos, necesaria
acción, el problema radica en hacerlo bajo estos margenes de
actuación. Es decir, legal, pero deplorable y vamos camino de
desmontar la paraeta, si, no se cruje y destroza con estos modos y
permisos.
¿Se
reunirán y calcularan las palabras exactas para que sin cometer
ninguna ilegalidad te arrastren – repito, te arrastren allá donde
ellos quieren?, ¿juegan, de forma maquiavélica e interesada?,
Sí,
seguro. Sucio, muy sucio. Sabed que no hay mayor mentira que las
verdades a medias.
¿Se
reunirán para realizar un estudio y acción psicológica para
publicitar un producto de tal manera que utilizando argucias te
enamores, sin quererlo del producto?, ¿Utilizan tu psique para
trasformar tu voluntad?
Vamos,
también. Debían de estar contemplados como delito estos abusos
psicológicos al nivel publicitario generalizado.
¿Cinismo?
Su
mayor y mejor definición y momento. Hacer acciones inmorales,
saberlo y sentirse orgulloso y triunfador por su resultado. Lo
máximo. Cinismo y además de muy mal estilo.
Pero
no os equivoquéis, no hago una crítica al mercado, sino a los
buitres que en el se mueven y para los que los ciudadanos no somos
mas que carroña que rapiñar.
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