Y
le insistía en que fuera a corazón descubierto, a lo que él se
resistía a toda continuación.
-
¡Pero qué quieres!, ¿acaso tú no sabes donde estás? - decía
nervioso y alterado.
Marcábale
con su tranquila mirada e insistía
-
¿Buscas algo, un poco de verdadera felicidad?
-
Sí, igual que todos.
-
Pues acéptate y desnuda tu persona a los que te rodeen.
La
naturalidad con la que expresaba sus pensamientos, le introducían
más en un suspiro místico, que en un tema racional, cuando hablaba de la felicidad completa
y temporal de las personas.
-
Me estas pidiendo que renuncie a lo que soy y he hecho.
-
No amigo – le dijo sonriendo desde la distancia- no eres más que
todo aquello que los demás quieren que seas. Estáis todos atados y
condenados a no ser vosotros mismo. Abre tu corazón sin miedo y
liberate de tu máxima arma, que es tu corazón cuando permanece
perdido y marginado en las profundidades.
-
¿cómo sabes que no soy lo que ves?
-
En la mirada de tus ojos y el tono de tu voz, siento los pequeños
coletazos de libertad luchan desesperadamente por escapar.
-
Escapar, ¿de qué?
-
Abre tus ojos y date cuenta de los pocos, cuando no decir ninguno que
sea en la actualidad tal y como es. Poca gente conozco y aquellos
provocan una atracción y empatía tremenda porqué, al fin de
cuentas, todos lo queremos y lo buscamos así, pero pocos tienen
valor.
-¿será
la liberación de mi alma?
-
Y realización de tu persona.
-
Y ¿qué hago?
-
Lo diferente, lo particular, lo distinto, es decir, tu persona como
unidad y singularidad, siempre, sin miedo y sin agresión. Te
construirá más sentirte un perro verde que ser una pelota más del
futbolín. Somos más puntualmente distintos, que iguales en búsqueda
de la unidad.
La
miraba con los ojos rasgados y algo entre cerrados. Dudaba de sus
palabras. Le parecían las usuales, en su caso, de una mujer
soñadora. Pero su cara y mirada de sinceridad le hacía dudar,
preguntar y continuar.
-
¿Tú lo hiciste?
-
Sí, hace ya algún tiempo.
-
Y ¿qué paso?
-
Que me conocí, ya de por una vez y comencé a estar a gusto dentro de
mi misma. Dejé de esconderme y la felicidad escaló por cada una de
mis costillas hasta mi cabeza. Dejé de ser una actriz en la
escenografía de la vida de los demás a ser la protagonista de mi
obra de teatro.
-
Bien, pero difícil tiene que ser empezar.
-
No lo dudes
Trataba
de alejar el efecto tremendamente amoroso y dulce que provocaban la
pronunciación de sus palabras y entender que toda esa dulzura y
amor, no eran producto más que el cabalgar, entre limitaciones e
inutilidades, pero en el caballo de la libertad.
-
Lo sufrí, hasta llegar al punto en el que nadie pudiera decir nada
de mi que yo no hubiera dicho, ni ninguno sabrá algo sobre mi
persona que en mi propia aceptación yo no supiese. El comprenderse
supone ver la realidad de ti mismo.
Las
dudas sobre el hecho de aceptarse, le dominaban. Casi le sonaban a
utopías inllevables las palabras de ella, además de exigir una
lucha y ruptura total sobre lo que en la actualidad, supuestamente,
es lo normal, correcto y provocador de la felicidad. Sus dudas le
rodeaban pero entre el olor de la verdad se ahogaba.
-
¿Y tus bonitos ojos, hermosa?
-
Son producto de la sinceridad, guapo.
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