lunes, 11 de junio de 2012

ESCRIBIR EN EL MOMENTO


Es indudable que el tono, el tema, la forma y el asunto de aquello que escribas, depende de tu estado anímico. 
Si está tranquilo, las aventuras y situaciones rocambolescas surgirán entre tus emociones, tomarán la forma de las palabras y te embarcarás en un viaje, normalmente sin fin, pero si, por los grandes océanos de las acciones y circunstancias. El encuadernista de la editorial, vuelve a su café a charlar y confesar sus inquietudes. En tercera persona, como espectador y narrando acontecimientos.
Pero no siempre es así, y la diferencia se se encapsula en una o dos partes.
Tienes el corazón oprimido y perdido por algo que te hicieron y escribes despacito, con pesadas palabras, sin emoción pero con mucha necesidad. La desesperación te hace creativo y soñador pues llena tu boca de cobardes metáforas que no se atreven a decir la verdad.
Tu esperanza ha subido, por lo que fuere, y encuentras la figura con la que soñaste, que podrá tener acción, es decir, actividad, historia, y a su vez, en ella, puedes poner y escoger tus pensamientos. Escribes sin complejos ni dudas. Pero esto no es un acto de inspiración es un trabajo literario.
Hay momentos y lugares donde juega tu corazón y tu propia y diferenciada idiosincrasia, te lleva lejos, digamos a la poesía.
Los ensayos filosóficos que son mi  amor, son lo mas difícil.

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