viernes, 26 de octubre de 2012

INTENCIONES

Hasta que lo hice con algo de seriedad, continuación, y dedicación, yo era de los que pensaba que escribir era una acción fácil y rápida que llegaba dulcemente y deslizándose entre mis dedos, cuando la inspiración venía. !Qué momentos más fáciles y seductores que tuve. Emocionado pues las ideas surgían y sentía placer al leer las frases con las que las había escrito. Pero era como aquello que se encuentra encerrado en si mismo, el juez y reo de la mano o como aquella persona que quería saber el color de sus ojos sin espejo. Unido al estado anímico, condiciones y circunstancias, tapado o pecho descubierto según el tiempo. Aquella tarde giraba y giraba el vaso de la cerveza, sintiendo que la primera emoción y su empuje se había acabado entre la poesía que huye entre mis pensamientos. Lo que creía como una solución amplia, se había convertido en un sucedáneo de pequeñas narraciones vitales. Y me discutía y decía, cómo vas a escribir una idea fundamental y filosófica en apenas dos folios?, habrá esa idea?, la podré escribir?, la sé? Tras la tercera cerveza comencé a verlo todo con claridad pues el alcohol enturbiaba mis ojos pero liberaba mi alma y así, sabía que escribir era provocar una atracción hacia un texto. Esto difícil, complicado, harto, cansino y satisfactorio. Pero, qué placer no encuentra sentido desde su privación?, Qué valor no alcanza validez desde la existencia del desprecio?, qué asunto humano se comprende sin establecer analogías comparativas?. Nada y ninguno. Es quizás el hecho de suspirar por escribir, por anhelar un lector que le tiemble el corazón, le escorce su mente o le tiemble su alma es a lo que aspira aquel que escribe. La filosofía la debemos de entender como una sucesión de ideas y sentimientos. No hay un esquema definitorio y definitivo que nos abarque. Es un amasijo de sentimientos y reflexiones que nos refleja. Tras éste último pensamiento apuré la cuarta cerveza. Pagué y me levante rápido. Un pequeño mareo sentí, sin saber si fue por el alcohol o el impulso de mi espíritu saliendo de la interioridad alcanzada, allí, en la barra.

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