sábado, 27 de octubre de 2012

MÚSICA

Sí, sí, mi música. Esto es algo claro y evidente, es decir, una relación directa entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido. Nada hay entre la canción y mis emociones. No es mi alma, es la de todos la que se mueve entre los sentimientos al compas de la música. ¡Qué se me caigan las manos al suelo si miento cuando afirmo que es nuestra alma quién ríe , llora o se emociona ante aquella canción! Pertenece al pasado, no tiene presente, fue un sueño, una alegría, una noche si fin. Vuelve. ¡Quítate las vendas!, ¡abre los ojos!, ¡limpia de barro tu mirada!. Es la visión de los objetos con el alma que tenemos. Tu corazón se eleva y tu alma añora. No es un lenguaje metafórico, es descriptivo y real. ¿Pruebas?, quítate la música en tu punto emocional mas alto y dime: ¿desaparece esa humedad extra en tus ojos?, ¿fijas la mirada y vuelve a ti tras deambular ciega en los recuerdos de esa habitación, ¿vuelves?, ¿Dónde estabas? Es del género erróneo, no atisbar una esencia trasmundana en nuestra entidad. No es ninguna atracción física de la que hablo. No es relax ni excitación. Es escapar de una realidad e ir a otra, que es y existe, en los rincones de tu alma. ¡Dadme más música!, ¡vivamos los acordes acompañados! ¡Ahoguemos nuestros ruidos con música! Deslizándome en tus pechos anhelo esta canción. Atrapados en el dolor y venciéndolo con aquel tema. Subiendo en la realización en aquella. Disfrutar entre risas. Sufriendo antes del éxito. De su mano, de la música, avanzo a la guerra con él o me despido entre lágrimas de ella y todo balanceándome en el sillón, aletargado, sumido y perdido entre las notas. Música intravenosa habría que inyectar. ¡Soñemos!, escuchando música, al decidir y las cosas irían mejor. No quiero descansar para siempre con el revolutionibus orbitum caelestium en mis brazos, lo quiero hacer con música en mis manos.

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