Escribir
filosofía a nivel Antropológico es más complicado que hacer una descripción o
dilucidación Ontológica o Gnoseológica de un objeto, sea cual fuere, externo al
sujeto pensante.
Cuando
el objeto a juzgar y el pensador, se mezclan, el problema a resolver o el
asunto, se duplican.
¿Hasta
qué punto mis sentimientos y conclusiones vitales son válidos fuera de mi
persona?
Si
reflexionamos sobre la vida ¿cómo será la apreciación propia e individual de
unos respecto a los otros?
Dada
la variabilidad propia de cada uno ¿llegamos a algún punto en el cual quede fuera del movimiento, el estado sentimental,
anímico, vital imperante en tu persona?
¿Son
un espejo, como cada uno, del término conceptual de Humanidad?
Hay
una serie de elementos compartidos entre todos, pues tenemos unas relaciones e
interdependencias sociales, familiares, personales, sentimentales y otras, pero
hay unos instantes en los que te pierdes entre los pliegues de tus pensamientos
y crees que estos llegarán a finales, suspensos en tu mirada y conclusos entre
tus dedos.
Entiendo
que si no son asuntos Gnoseológicos,
digamos operaciones lógicas o una Ontología, metafísica pura sobre el ser, las
conclusiones a las que se llega, calibrando y juzgando acciones a nivel humano,
están fuertemente sujetos a tus acciones e idiosincrasia propia que vician el
resultado de ellas.
¿Cómo
conseguir una objetividad cuando el medio de información eres tú mismo y tus
pensamientos?
Pero,
¿soy objetivo pensándome?
¿Me
analizo justamente a mi mismo?
¿Puedo
generalizar estas conclusiones sobre mi persona?
La
solución se me antoja difícil, pues ni siquiera el reconocimiento sobre lo
escrito significa ninguna verdad en él.
La
única vía en el camino de la solución, estriba quizás, en meternos a todos en
el mismo saco. Es decir, aceptar que estos vaivenes en mis pensamientos son lo
que ocurre en cada persona que para y piensa. Es más, darle una realidad
Ontológica a las dudas como elemento constitutivo de nuestra realidad.
Quizás
también, el hacer Filosofía no sea encontrar soluciones que no las hay, sino
sea hacer un viaje, un camino, interesante, fructífero y bonito entre las dudas
propias formadoras de nuestra existencia.
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