jueves, 13 de febrero de 2014

CRITICO Y ACUSO



En esta sociedad, hemos impuesto una velocidad de desarrollo superior a nuestras posibilidades intelectuales.
El número de cambios y su velocidad, nos hace imposible  la asimilación de sus consecuencias.
Difícil, por no imposible, es encontrar unas personas que tengan asumida en estos momentos su razón de ser. Al menos que la busquen.
Critico y acuso a las maneras, modos, y razones que tenemos impuestos.
La sumisión ante ellos es pasmosa.
Nuestra capacidad de cambio es nula.
Los grandes elementos comunicativos siembran todos los ámbitos del pensamiento y anulan su libertad de actuación.
Esposados de las dos manos, estamos todos, ante unas normalidades impuestas.
Nuestro actual estado no es consecuencia de una naturaleza dirigida a esta consecuencia, es la utilización y encadenamiento de los sujetos a unas leyes de funcionamiento exógenas a las personas.
La búsqueda del disfrute de nuestra naturaleza, características y cualidades es nula y aquel que lo hace es tratado con desprecio o misericordia.
Una persona inquieta y disonante siempre recibe miradas de incomprensión.
Maldigo a aquellos que ostentan el poder por la configuración humana que están consiguiendo.
Me aterroriza observar la normalidad en el tratamiento de actos realmente deshumanizados.
La sociedad está viva, pero dejando a un lado a los individuos.
Se razona hablando de muchedumbres.
La perspectiva individual no tiene motivo de reflexión.
La persona ha desaparecido y en nombre de ninguna se decide los actos.
El único motivo de actuación son las generalidades. Que son mentira. Que falsifican la realidad, que no permiten el desarrollo libre y propio de los sujetos.
Me asustan las probabilidades que sirven para actuar. Éstas pierden sentido cuando se trata de unidades, de personas individualidades.
No hago tratamiento técnico de esta temática pues la estampida sería inevitable.
Nuestra sociedad actual, por su masa y medida, usos y costumbres, se encuentra con cuestiones nuevas, nunca y jamás tratadas. No se enfrenta a ellas y las acepta como una normalidad en el desarrollo histórico.
¿El error global en el camino?, no hombre, no – dijo aquel, mientras yo me iba mascullando los sufrimientos de mi vecino.
Es la negación y desprecio consciente de la superación y liberación de las personas mediante el uso intelectual.
Las personas debemos meditar en la soledad para alcanzar algún lugar. La soledad asusta, pero, les guste o no, en ocasiones nos es necesaria y urgente.
No hay que ser anacoreta, ni hermitáneo ni megantrópico para disfrutar de tus propios pensamientos sin la intervención externa.
Actualmente sólo en pequeños lugares, particulares y especiales, se puede actuar desde tu persona y no como elemento formativo mas de una gran, falsa e inconsciente unidad.
Así pues, rasurado de citar o comentar autores clásicos, me detengo y hago una crítica absolutamente individual y propia, no inducida por nadie, hablando de la deshumanización vigente.
Este motivo de conversación, esta problemática, no la encontraremos usual en los ratos de ocio y contactos normalizados.
La inconsciencia como elemento superador de las angustias y sinrazones es lo más habitual.
De cuantas risas en aquellos bares entre alcohol dudo de su franqueza y veo la angustia, hundida y disimulada ante el convencimiento último de esa realidad falsa.
No somos capaces de asumir nuestra dificultad resolutiva, de concebirla posible y de convencernos de su plenitud en su realización.


 No soy una persona sin razones que describe sus sentimientos desde la angustia del olvido. Pienso, razono, soy consciente y no hablo desde la locura de la incomprensión. Ciertamente incluido, inserto en mi sociedad con normalidad, sufro del esfuerzo de mantener situación en estos mares del sinsentido.

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