En esta sociedad, hemos impuesto una
velocidad de desarrollo superior a nuestras posibilidades
intelectuales.
El número de cambios y su
velocidad, nos hace imposible la asimilación de sus consecuencias.
Difícil, por no imposible, es
encontrar unas personas que tengan asumida en estos momentos su razón
de ser. Al menos que la busquen.
Critico y acuso a las maneras, modos,
y razones que tenemos impuestos.
La sumisión ante ellos es pasmosa.
Nuestra capacidad de cambio es nula.
Los grandes elementos comunicativos
siembran todos los ámbitos del pensamiento y anulan su libertad de
actuación.
Esposados de las dos manos, estamos
todos, ante unas normalidades impuestas.
Nuestro actual estado no es
consecuencia de una naturaleza dirigida a esta consecuencia, es la
utilización y encadenamiento de los sujetos a unas leyes de
funcionamiento exógenas a las personas.
La búsqueda del disfrute de nuestra
naturaleza, características y cualidades es nula y aquel que lo hace
es tratado con desprecio o misericordia.
Una persona inquieta y disonante
siempre recibe miradas de incomprensión.
Maldigo a aquellos que ostentan el
poder por la configuración humana que están consiguiendo.
Me aterroriza observar la normalidad en
el tratamiento de actos realmente deshumanizados.
La sociedad está viva, pero dejando a
un lado a los individuos.
Se razona hablando de muchedumbres.
La perspectiva individual no tiene
motivo de reflexión.
La persona ha desaparecido y en nombre
de ninguna se decide los actos.
El único motivo de actuación son las
generalidades. Que son mentira. Que falsifican la realidad, que no
permiten el desarrollo libre y propio de los sujetos.
Me asustan las probabilidades que
sirven para actuar. Éstas pierden sentido cuando se trata de
unidades, de personas individualidades.
No hago tratamiento técnico de esta
temática pues la estampida sería inevitable.
Nuestra sociedad actual, por su masa y
medida, usos y costumbres, se encuentra con cuestiones nuevas, nunca
y jamás tratadas. No se enfrenta a ellas y las acepta como una
normalidad en el desarrollo histórico.
¿El error global en el camino?, no
hombre, no – dijo aquel, mientras yo me iba mascullando los
sufrimientos de mi vecino.
Es la negación y desprecio consciente
de la superación y liberación de las personas mediante el uso
intelectual.
Las personas debemos meditar en la
soledad para alcanzar algún lugar. La soledad asusta, pero, les
guste o no, en ocasiones nos es necesaria y urgente.
No hay que ser anacoreta, ni
hermitáneo ni megantrópico para disfrutar de tus propios
pensamientos sin la intervención externa.
Actualmente sólo en pequeños
lugares, particulares y especiales, se puede actuar desde tu persona
y no como elemento formativo mas de una gran, falsa e inconsciente
unidad.
Así pues, rasurado de citar o
comentar autores clásicos, me detengo y hago una crítica
absolutamente individual y propia, no inducida por nadie, hablando de
la deshumanización vigente.
Este motivo de conversación, esta
problemática, no la encontraremos usual en los ratos de ocio y
contactos normalizados.
La inconsciencia como elemento
superador de las angustias y sinrazones es lo más habitual.
De cuantas risas en aquellos bares
entre alcohol dudo de su franqueza y veo la angustia, hundida y
disimulada ante el convencimiento último de esa realidad falsa.
No somos capaces de asumir nuestra
dificultad resolutiva, de concebirla posible y de convencernos de su
plenitud en su realización.
No soy una persona sin razones que
describe sus sentimientos desde la angustia del olvido. Pienso,
razono, soy consciente y no hablo desde la locura de la
incomprensión. Ciertamente incluido, inserto en mi sociedad con
normalidad, sufro del esfuerzo de mantener situación en estos mares
del sinsentido.
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