martes, 25 de febrero de 2014

LO INMEDIATO

¿Por qué llorar por el perdido pasado cuando es el encontrado futuro lo que llega?
Felizmente ¡jamás volveré allí donde ya he estado y voy a ir hacia un mar que no he cruzado!
Tenemos la ingrata costumbre de llorar lo ya hecho,  de echar de menos aquello que no volverá como si fuera nuestra vida así. Besar y bailar el tiempo perdido.
El error es grueso pues la vida continúa y lo  nuevo que no llegó todavía, es vivir. Disfrutar del camino no viendo el tiempo  que se va, con la pérdida contenido oculto sino la llegada de lo nuevo.
 Es una evidencia pero si no es tratada como tal pues siempre sentimos con nostalgia las decisiones tomadas, días por años, antes.
No nos Balanceamos en la alegría de las cosas que no nos han llegado, o el misterio de futuro.
 Tener pasado es nada, tener  futuro sí.
Esto que escribo no es un ejercicio de metafísica respecto al tiempo, es una opción vital definitiva y definitoria.
Filosofía práctica y concreta y no especulativa y abstrapta, se dejó con Sócrates y volvió este siglo XIX.
El diálogo sobre la validez del pasado es  conversación de los tontos.
El proyectar nuestra vida hacia el futuro es único movimiento que hay posible y correcto.
El presente estático no existe, la vida es movimiento y nada queda permanente y acabado en el pasado si no que todo está abierto al futuro.
El sentimiento de angustia cuando ves el páso del tiempo las cosas y  que la vida se te va, es eqívoco, pues lo que hay es no más que lo que viene.
Huyamos de la melancolía.
Abracemos la sorpresa.
Cada vida es un cúmulo de circustancias incalculables que nos dan en genérico, infinitas posibilidades en su futuro
El pasado es un acto finito acabado, imposible de cambio y reconstrucción.
Estos recuerdos pesan más que nuestras esperanzas.
 Son una mochila sin sentido.
El futuro son alas en el pensamiento,  motores en tus deseos.

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