I
Tripititivo
y con hastío por la repetición, siempre acabo inmerso y sumergido
en asuntos transcendentes en el sentido de alcanzar allí, donde
nunca no se quiere ir pero siempre se acaba.
Aquel
que se crea en posesión de la verdad puede ser una persona terrible,
dañina y maligna para la humanidad. Esto, son palabras, pero son los
hechos históricos los que hablan.
Dudar
es humano.
El
asunto de interrogarse con duda hacia lo que te rodea es un
comportamiento básico, no sólo definitorio, sino también,
definitivo que conforma y constituye a las personas.
Cualquier
caminar, por definición, parte de una duda. Sin cuestiones por
resolver no empiezas a caminar.
La
inclinación de una serie de pensamientos, producto de la duda, tiene
su necesidad directa e inevitable en un conjunto de circunstancias.
La profundidad de ellos, medida en el alejamiento de la
particularidad, se acentúa.
Las
dudas materiales o mecánicas tienen poco o nada que ver con las
espirituales o abstractas. Lo primero son problemas y lo segundo son
indecisiones.
Miente
quien diga que nunca tuvo carga mental ante la duda decidida en su
vida personal.
Dudar
es, a consecuencia, coger un camino.
Así
pues y consciente de esta solubilidad necesaria ante los hechos de
los pensamientos con su, entonces, inevitable variación ante ellos y
totalmente convencido de su pronto cambio, reflexiono sobre el
sentimiento de culpabilidad que surge ante los actos malogrados.
La
aceptación de nuestra errabilidad propia, es necesaria.
Pero
no un acto de error mecánico sino se trata de una característica
esencial y constitutiva.
Es
nuestra capacidad de dudar los que nos define como libres.
Es
la indecisión y la necesidad lo que nos ha hacho llegar a nuestro
género.
II
Lo
qué ocurren son acontecimientos.
Lo
qué pasa son acciones.
La
manera en que te tomas estos hechos, hará que se conviertan o no, en
problemas.
Es
decir, del mejor asunto puedes tener un aprendizaje equivocado y
dañino o una aparente desgracia te puede enseñar algo muy útil y
bueno para tu vida
Las
cosas, el mundo, no es nada en si mismo. Adquiere identidad en el
momento en que son vistos y juzgados, en mi caso, por estos ojitos
que miran el teclado
Sumergido
en el camino de mis pensamientos, busco aclarar todo aquello,
múltiple y vario, que se me oculta a la claridad de mi razón.
Navegando
entre imposibilidades de esta realidad, naufrago en las fijaciones
impuestas y asumidas.
Aunque
hinque los dientes con violencia, el áspero peso de los principios
sociales me abruma con sus hipocresías e ignorancias.
Vivir
instalado en el mundo de la mentira, no sólo me corroe, sino que,
además, me sitúan fuera de ella.
Así
habla mi razón desnuda intentando contar la descolocación que nace
en mi persona ante su falta de comprensión y aceptación de los
movimientos humanos que se dan, y que conozco, en la sociedad que me
rodea.
No
es, este escrito, una reflexión de su estructura, significado o
verdad de esas construcciones angulares que utilizamos y que son
útiles para vivir en el error.
Las
palabras que forman mis dedos pasan por mi razón, pero son empujadas
muy violentamente por mi corazón.
La
desidia y su aceptación inmovilizan la capacidad de actuación.
No
quiero entrar en concebir en el razonamiento con objetos concretos
que son una manifestación plena del problema, tales como los medios
de comunicación de masas.
Me
quedo con el olor a podrido de tantas cosas que vemos y oímos
constantemente y que no provocan, en casi ningún caso, mas que
comentarios, bajitos y entre dientes de maldición y desde la
aceptación total y casi ya no sentida, de una realidad con la que no
estamos casi nunca, de acuerdo.
Las
letras de música lejanas son el único acompañamiento que
encuentro, con su inspiración y comprensión, cuando apelo al error
asumido y justificado, por todos.
Los
gritos histrónicos en su contra o la aceptación de manera
salomónica e inevitable de la realidad, son el estribillo que
acompaña toda la reflexión histórica sobre la descolocación
natural de los personas en nuestra realidad.
Cuando
deje de escribir, será como colgar el teléfono interno y volver a
la actualidad.
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