El arte, es el mayor termino identificativo, descriptivo y propio del ser humano.
Nuestra capacidad de obrar con lógica, no es mas que el comportamiento obvio y necesario en la actuación dentro de la realidad circundante.
El arte se sale de toda atadura y llega hasta donde la alcanzan las fuerzas al creador.
Un chimpancé también realiza y aplica sus términos lógicos en las diferentes acciones.
La lógica no define ontológicamente nada, no es una creación propia y perteneciente pues solo nos describe lo existente.
Nosotros escribimos con ella, pero esto no implica la propiedad exclusiva como elemento propio y constitutivo.
Es decir, en el ámbito del raciocinio no se encuentra la definición del ser humano como tal.
La razón es para describirnos, encontrarnos, pero no a manifestar lo que somos.
El razonar sobre la asociación de ideas y la estructura de elementos secuenciales, está, realizado también, por algunos animales.
Pero arte no.
Esto solo hacen algunos genios que alcanzas la primacía de la expresión humana y su manifestación como personas.
Nada más humano hay que evadirse ante una sinfonía o música moderna, o perderse en historias pasadas en alguna pintura o sentir la caída del peso del carácter en el mármol blanco.
A los animales no les tiembla el espíritu ante ninguna manifestación artística, a nosotros si, y a unos mucho.
Si queremos encontrar un elemento distintivo y definitoria del ser humano habrá que irse a la abstracción estética del arte.
Los términos constitutivos físicos, velocidad, tiempo, potencia y otros, pueden estar utilizados de manera automática y no reflexiva, por los cetáceos en sus largos viajes por los océanos.
Pero un gorila no realiza nunca una obra de arte pues no tiene la sensibidad, visión artística y creativa de la realidad, como la nuestra y que nos distingue de ellos, el resto de los animales.
Es el espíritu que se manifiesta y concreta en los cuadros y esculturas varias, que dibujan y construyen elementos que no son existentes materiales pero son parte de este espíritu formativo de la realidad del cual soy consciente y que nos hace personas.
La aceptación de la grandeza de las sensaciones artísticas, huidizas, lejanas, calurosas, tiernas, sorprendentes que encontramos en la obra de arte, supera claramente nuestros principios instintivos y animales.
Sensaciones que sólo tienen cabida en un mundo muy lejano a la proximidad y conocimiento de un mundo con una epistemología propia de acción.
Cuando el corazón te tiembla o el alma te huye de la tierra, estas poniendo en practica el elemento distintivo de las personas.
La ciencia o la filosofía son elementos los cuales podrían ser realzados por entidades que no tuviesen sentimientos propios, elementos distintivos, interiores y figurativos de la persona.
Sin consciencia se puede obrar con lógica y trabajar con principios científicos.
Ambos movimientos surgen cuando el ser humano navega, sin rumbo, por la realidad.
Un delfín, pudiérase que se moviera calculando la fricción y potencia de sus saltos sobre la espuma del mar.
Eso si, no se detienen realizando círculos de espuma, con su hocico en la superficie del agua buscando la belleza y el disfrute artístico.
Pero arte, no, nunca, es un elemento humano definitorio.
Cuando se muera el ultimo pintor o se pierda la ultima escultura, el ser mano como tal, caerá en el olvido, pues su metafísica definitoria habrá concluido.
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