domingo, 3 de agosto de 2014

EL CAFÉ. LA VOLUNTAD



Llevaban hoy mucho tiempo hablando en la esquina que todos leS respetaban y que nadie ocupaba. Los tenían clasificados y nadie quería cortar las pasionales discusiones sobre cualquier cosa trascendental.
Hoy pedro estaba un tanto encorvado, separado de la barra y con los codos apoyados en ella.
- Mi objetivo será hacer lo que yo quiero - dijo Pedro
- ¿Acaso no es lo que todos intentamos? - comentó Andrés
- No, amigo, no hacemos lo que nosotros queremos, sino lo que nuestro cuerpo, sociedad o instruidos, nos impone y nos guía ciegamente hacia nuestra propia negación.
- ¿Que me dices?, amigo, al seguir tu voluntad ¿es negativo?
- Sí, desde el momento en la que no es ella la que se impone, sino es la que te imponen y no eres tú quien la dominas, sino que te dominan desde fuera o te dominan a ti mismo tus propias pasiones.
- ¿Autocontrol?
- Sí, nos sentimos dueños de nuestra vida y no somos más que una barquita que el mar de las pasiones corporales o intelectuales que nos arrastra.
- ¿Qué te ha pasado?. Pedro
Aquella tarde la faz de Pedro estaba cabizbaja y agotada, su tono era mortuorio y sus palabras sonaban enfermas. Su pasión en las discusiones habiase convertido en una gran resignación.
Tras la triste introducción sobre nuestro descontrol, me contó el incidente que le llevó a ella.
Prometíase no fumar, intentábase no enfadarse con Carmen, habíase prometido no pensar más en las incorrecciones del mundo, pero no lo conseguía alegando la falta de voluntad para hacerlo y la falta de autocontrol.
- Hacer lo que uno quiere, será justamente olvidar todas aquellas cosas que tu cuerpo y tus pasiones te llevan. ¡Perdí el control y me divertí aquella noche en una fiesta sin final!, pero jamás en ningún momento fui yo que con plena conciencia actuó. Mi voluntad no se impone pues ella no quería irse de fiesta.
Quiero ser lo que soy y lo que me encuentro en momentos de tranquilidad cuando estoy conmigo mismo.
- Sí, Pedro estoy de acuerdo contigo. En demasiadas ocasiones nos creemos libres cuando vivimos prisioneros de nosotros mismos.
- La libertad se encuentra en la prisión del autocontrol. Entre las rejas de tu voluntad seremos libres.
Habíase sido un día tremendo. Se acabó aquella misma tarde los cinco días de recuento generalizado hecho una vez al año de las cifras, utensilios, material, ventas, ejemplares, hasta los rollos de papel de baño. Mucho trabajo, noches incluidas, que te llevan, sin duda a alejarte del mundanal ruido y a reflexionar con  más claridad sobre ti  mismo, fuera de las fuerzas del río de las muchedumbres.
- No hago alusión a ningún movimientos, ni valores, ni ideas, sólo me acuso de no ser yo mismo por no cumplir lo que mi voluntad quiere.
- La totalidad la alcanzamos cuando somos dueños de nuestra persona - le dijo Andrés, guiñándole el ojo y tratando de animarlo.
El joven sustituto del barman este verano, se acerco, como llevaba haciendo días anteriores y añadió
- Pero nuestras pasiones, gustos, deseos ¿no son parte formadora de nosotros?
Andrés giró la cabeza y esperó la respuesta de su amigo que mirándolo con calma le dijo
- Mi ya amigo Antonio, no sé donde está la solución acertada, lo que si sé es como se siente  mi alma cuando ve que su voluntad ha sido derribada o por movimientos culturales y conglomeraciones que arrastran o que las propias pasiones de mi cuerpo me han derrotado.
Las personas somos lo que queremos y buscamos  en aquellas circunstancias y esto casi nunca ocurre.
Habían subido la música del café pues se celebraba el cumpleaños de Patrik, el gordo gerente de la sección de publicidad. Le había jurado a Pedro que jamás iba a recorrer el camino que separase la patata brava hasta su boca, que las cervezas las iba a apartar de su vista y que el tabaco iría todo al cajón de su mujer.
Ni una cosa ni las demás, entre la música y el ambiente, entre las risas y el cachondeo, hasta los ojos, pasando por los pies, bebiéndose estaba todas las reservas del pequeño, pero dulce y bello, café.
Sabiamos todos el arrepentimiento de la mañana siguiente. No control, nunca serás tu mismo - le dijo hoy por la mañana.
- ¿Vas a dejar de tener placeres corporales?, sexo, alcohol, cannabis, comida por meditación y abstinencia.
- No, Andrés, una cosa no te lleva a la otra. Sólo quiero ser yo mismo y esto pasa por tener un control sobre tu persona.
Ambos dos sabían que era un intento histórico.
Filosofía, Religiones, Esoterismo, Misticismo, han promulgado el dominio sobre nuestra segunda persona que ahoga y mata a la primera.
Ellos sabían cuantos había intentado ser fiel a su persona y que pocos lo habían conseguido.
- ¿Será por la inseguridad que nos forma y que nos impide tener una amplia confianza en nuestras decisiones?, Andrés
- O, y también puede ser, no planteas más que una imposibilidad sumergidos en donde estamos pues la riqueza espiritual es absolutamente insignificante frente al placer físico y material.
- Hay que buscarla, Andrés.
- Sí, Pedro, pero que no se te olvide que nuestro espíritu está encerado en una realidad, sea esta cual fuera.
Se acabó aquí la conversación, cuando Patrik, se acercó a ellos, los cogió de los brazos y casi a empujones los saco de su esquina y se los llevó al medio del follón.
Risas, fiesta, cubatas, sobeteos, mareos, era viernes y la fiesta parecía no tener fin.
Todos los planes para la mañana siguiente murieron es ese mismo instante, las miradas a Julia deseándola, no se acababan aquella noche, esos dos cubatas de más que se juró no tomar más cayeron tal que un  plato de cacahuetes, el viento del placer, el hueco de las risas fáciles, la realidad deformada por el alcohol.
No fue nada espectacular, pero sí dejó su voluntad en la barra del bar cuando las provocaciones y los placeres le invadieron.
El bar cerró las puertas para seguir la fiesta en el interior.
A las cuatro de ella salían los dos pendulando de un lado al otro de la acera..
En cuanto se tranquilizaron y la brisa fresca venida del mar les despejó, Andrés le dijo a Pedro
- Hemos fallado en equipo, tú por liarte con quien no querías más en el bonito cuarto de baño femenino y yo por fumar ansiando dejarlo. Tenías razón, no fuimos en ningún momentos lo que somos pues hicimos lo que no queríamos. Dejemos de mentirnos.
- ¡Sí!,¡Sí!, pero no sé si algún día podré ser yo mismo delante del cuerpo de Julia.
Tras esta frase me miro con cara de compungido y arrepentido.
Apenas les afectaban en su  vida esos pequeños desvíos y pecados, pero sí les inquietaban bastante el asunto de su control como única manera de ser ellos mismos.

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