- Mil estrellas hablando no lo harían
suficiente como para contarte mis penas
Su cara le había impresionado, sus
palabras le dejaron impactado, pegado, fundido a la barra, en su
parte exterior del bar en donde Jack trabajaba y Andrés liberaba su
alma del rugir de la impresora en la editorial.
- Amigo, pero, rey del practicismo y
la frialdad ante las debilidades emocionales de los demás, ¿qué te
ha pasado? - preguntó Andrés, quizás más sorprendido que
entristecido
- Sigamos riéndonos, amigo, me he
enamorado totalmente de la elegantísima Elena – la eficiente y
dominadora mujer que trabajaba en la recepción de las oficinas. No
era bella, en los valores normalizados, extendidos y, casi
desparramados como de manera despectiva nos imponían aquellos que
tenían los poderes estéticos, pero el amor, muy verdadero del que
había enfermado Jack estaba basado en otros valores de los que si
atormentan y especulan el corazón sino hay correspondencia.
Despacio, en el ritmo decadente de
aquellos que han dejado aparcada su alma en la última esquina, se
alejó hacia el otro lado de la, ya parte de mi vida, parte del bar.
Fue, entre mis pensamientos al ritmo de
sus lentos movimientos, cuando llegó Pedro.
- ¡Amigo!, el Viernes esperado, ¡por
fin vino a visitarnos! - sonrisa era esplendida.
- Sí – le contesté
- Andrés, nos conocemos ya mucho
tiempo y se distinguir los diferentes tonos y sus correspondientes
significados de tus supuestas y simples afirmaciones, así que, en
nombre de nuestra amistad cuéntame ¿te has vuelto a plantear dejar
España por una bella isla desierta en el mar de la Tasmania? - le
dijo con una gran irónica sonrisa
- No, amigo, me estaba preguntando
hasta que punto tenemos control sobre nuestras emociones y cual es su
importancia en nuestra constitución como parte de nuestra esencia
formadora.
- A ver, a ver – dijo Pedro, disfruto
mucho conversando contigo, pero necesito bastante más
puntualizaciones de las que tu sueles aportar amigo
- ¿dejarnos llevar, vivir a manos de
nuestras pasiones es la forma correcta o para nuestra realización
personal debemos tener un control férreo sobre ellas?
- Bueno, quizás la solución esté en
el llegar al termino medio
- ¡No, no!, no me seas Aristotélico y
me embadurnes de imposibilidades teóricas. El termino medio, la
medida justa no existe y por tanto es una inutilidad buscarla.
¡decídete!, ¿aparcas tus emociones a la hora de decidir consciente
de su peligrosidad o decides que es y son ellas las que te harán
disfrutar plenamente de tu persona?
Pedro sabía de la seriedad y
trascendencia en la configuración de la vida. Se alejó un tanto
antes callar y encerarse, durante unos instantes en las soledad de
sus pensamientos.
- Pasamos, primero y siempre con la
consciencia de esta disociación problemática.
Mientras tanto y como aquel cuchillo
que avanzaba entre las cortinas de la ducha camino de clavarse en el
dorso de aquella mujer, entró en el bar Elena. Sin ninguna intención
del acto giré inmediatamente mi mirada hacia Jack. Con la mirada
perdida entre las nubes de sus pensamientos seguía con ella a Elena
mientras secaba, correctamente por muchos años de experiencia, vaso
del último Whisky, del ya borracho corrector de tinta Mateo.
- Mira, Pedro, ¿debería dejar a un
lado sus pocas o nulas posibilidades y lanzarse a hablar con ella
buscando lo que seriá el mejor momento del comienzo de su relación
querida y deseada o sería mejor, para quitar toda posibilidad en la
que su corazón muriera en el acto, bajar la cabeza e intentar
abrillantar como nunca el vaso cilíndrico de los licores que empujan
a las personas que no saben hacerlo,salir a flote, de otra manera?
- Andrés, olvidate de tus palabras.
Entiendo que sólo una mente preparada puede plantearse esa
disfunción en la búsqueda de la solución. No estamos preparados
por naturaleza primera a no hacer caso a los impulsos de nuestra
corazón pasional.
- Cierto. La capacidad de actuar de
manera correcta y racional sopesando el resultado de los actos es el
resultado de un estudio de tus experiencias en esta vida. Será el
estudio del camino correcto.
Los dos sabian que se estaban mintiendo
y aun corrigiéndose, su vida era un torrente de emociones.
Al decir esta última afirmación ambos
dos alzaron accidentalmente la cabeza hacia un pequeño aviso de la
lectura, en el club de literatura de la propia editorial, de unos
poemas de Machado e impreso en el se leía una pequeña parte uno de
ellos
Caminante, son tus
huellas el camino y nada más,
Caminante, no hay
camino, se hace camino al andar
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que
nunca se ha de volver a pisar
caminante no hay camino
sino estelas en el mar.
Dispararon toda sus energías hacia
Jack, , casi suplicándole que se lanzara, que quemara todas sus
naves aquella tarde, que saliera del caballo y esparciera su corazón
por todo el mar, que entrara en la tormenta con la frágil canoa de
madera, que se balanceara entre la esquinas de la luna para coger
energía hasta ella. ¡Sí, hazlo!, ¡habla!, ¡invitala a un café!
Elena pasó cerca, ,muy cerca de
nuestro gran y pobre enamorado, pero el ya casi olvidado Zenón se
apoderó de su alma y le convenció que la felicidad la encontraremos
en la acciones estoicas de alejarnos de las pasiones que nos
controlan y dominan nuestra vida.
La miro durante unos instantes y le
dio, sin dudarlo, la espalda a sabiendas que su vida sería más
tranquila si aparcaba sus indomables pasiones.
- Sí, ha hecho lo correcto –
levantando las cejas dijo Pedro
- ¿Lo correcto?, ¿donde está eso?,
¿qué color tiene?, ¿alardeas de saberlo?, ¿donde está escrito?,
me rio de aquellos que te tratan de mostrar el camino correcto de las
cosas. Relee a Machado y entiende, como dijo aquel otro que no hay
camino para la paz, sino que la paz es el camino.
Se miraron fijamente, largo y tendido.
- Andrés, ¿tienes ya fecha de la
impresión del libro de Enric Bufundy?
- No estoy esperando tu digitalización,
hermano.
Salieron hablando tranquilamente los
dos. Sabían que la solución no eran puntualizaciones sino talantes
y maneras totales.
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