miércoles, 27 de abril de 2016

LOS DISCURSOS VESPERTINOS.

Lo mismo daba que igual fuere la estación en la que se encontrara, la hora que el sol marcara o la dirección que el viento hubiera tomado aquel día. Siempre salia a dibujar el mismo trazo, allá en la plaza del viejo pueblo. Aún como hecho repetitivo y cotidiano, los habitantes de allí, incluso forasteros, iban, llenos de curiosidad y misterio a oirle, verle, a sentirle.
Apareció por la calle que desembocaba en la plaza viniendo de su casa y comenzaba sus discursos.
El extraño le llamaban algunos, con valor, pues el resto ya no sabía como decirle y habían empezado a escuchar sus palabras con interés.
- Sabed todos, daros cuenta ya – fue lo primero que dijo, en cuanto alcanzó el centro de la plaza y, antes de comenzar, dibujo en el aire el perímetro de la supuesta circunferencia que incluía a todos aquellos que, bajo la mascara del divertimento, escuchaban con atención sus palabras- que la perfección, la finalidad, el culmen, de nuestras acciones, es mentira – siempre movía con energía sus manos, marcando, rítmicamente sus palabras- somos personas pequeñas dentro de un mundo que nos castiga bajo las imperfecciones que lo forman.
Tras el primer párrafo, comenzaban los comentarios. Fidela, la esposa del ya fallecido alcalde, que alcanzaba ya sus mas de 80 años le dijo a Pura, la carnicera de cuando en el pueblo todavía se comía la carne de los animales que su mismo marido criaba en sus tierras
- Mira, mira, hoy a comenzado igual que ayer – le dijo a Paula -, esto no va a traer más que problemas, seguro que algún día habla más de la cuenta.
- Ni tu marido ni el mio hubieran permitido que este loco diese estos espectáculos todas las tardes en la plaza del pueblo.
- Sí, cuanta razón tenéis – añadió Carmela, hija del último Aristócrata y dueña de la casa central de la plaza en cuyo arco de entrada se sentaban las tres, cotidianamente a escuchar, sin aprender, sus palabras.
- ¿Alguno de ustedes va buscado aceptar la incapacidad para ser más de lo que somos en nuestra vida? - continuó, saliéndose, quizás un poco de los círculos que recorría y dirigiéndose hacia un grupo de jóvenes, con el pelo largo ellos y muy corto ellas, que observaban y escuchaban con gran atención.
- ¡Es magnifico David! - le dijo la mujer, de apenas unos centímetros de pelo tenido rubio a un hombre, quizás algo más joven que ella, con un cabello largo, liso y negro natural.
- Sigo alucinando. Una verdad tras otra, ¡sin miedo, sin tapujos, sin vergüenzas! - venían de la ciudad, situada a una hora y media del pueblo, aquellas mañanas en las que podían.
- Gloria, David – dijo Pedro- deberíamos grabar sus comentarios y estudiarlos con más detenimiento.
Continuó, parándose en medio de la plaza.
- Ingratos, ingratos sois con la vida. Sois incapaces de observarla, de disfrutar su existencia, de quedaros en ella y siempre buscáis ir más allá, pero ¿a donde queréis llegar?, ¡quedaros en ella, contemplarla, vivirla, no huyas en búsquedas sin final!
En una esquina, casi ocultos se encontraban un grupo de hombres de mediana edad. Vivían, bueno, veraneaban en la urbanización a la subida del monte, donde tenían unos buenos chalets, con sus piscinas, más un club colectivo, con una gran piscina, frontones, pistas de tenis y buen restaurante.
- Debe, Arturo, tener algún tipo de estudio, sino no sabría utilizar los términos tal y como lo utilizá – era Andrés, un empresario más como sus otros dos amigos que allí estaban, Nacho y Arturo-
- Sí – dijo Andrés- pero eso no le libra de la locura
Rieron, pero también bajaban, con mucha frecuencia a escuchar sus discursos.
- Bueno – dijo Nacho- pero alguna gran verdad dice
- Nacho – apuntó Andrés- claro, tú también tienes tus salidas-
Volvieron a reir los tres, discretamente y desde la lejanía de las esquinas.
El viento se levanto y el cabello se le alzó realizando bellas curvas en la altitudes. Tenía el pelo liso y lo llevaba siempre muy limpio e impoluto, igual que su ropa, de tela ligera y dalgada. Se acurrucó durante unos segundo, agachándose hasta apoyar sus codos en las rodillas y sujetar con las manos el mentón de su cara. Allí permaneció apenas unos instantes pensativo, pero que produjeron la ansiedad e inquietud de los espectadores. Se levanto y se dirigió hacia las escaleras de la iglesia, las cuales estaban vaciás, pues todos sabían que más tarde o temprano, allí iría. Cuando llegó se giro y volvió a hablar.
- Escuchar música, ver arte, buscaros en los sentimientos. La locura de la racionalidad os llevara a ser lo que no somos. En el caos está nuestra esencia. Así actuamos y esto es lo que somos.
En la primera planta del edificio que hacia esquina, estaba Francisco, tomando nota de sus palabras. Llevaba ya muchos meses haciéndolo desde que descubrió sus discursos. Estaba preparando su tesis doctoral sobre la temática de el existencialismo y sus primeros albores con Kieerkagard y no tardo en encontrar el interés por este personaje y sus directa relación con sus estudios. Trataba de buscar un hilo conector entre todos sus comentarios y darles una estructura explicativa y formadora. Su interés iba creciendo. Sabía de su búsqueda del significada en la falta de estructuras racionales en las cuales explicar la vida, así, entendía las raíces sensibles en su discurso. Interrumpido en sus pensamientos, su vecino del balcón de al lado le dijo.
- El síndrome de Diogenes, seguro que tiene su casa llena de trastos y basura, bueno o sino sufrió algún suceso traumático que le ha producido un efecto paranoico que le lleva a tener una realidad propia – hablando como hacía entre semana en su clínica privada.
- Lo de Diogenes, Valentín, sabes que es falso. Vive en una casa pequeña y bien limpia, casi al final de la calle mayor. ¿Paranoico?, ¿vida paralela?, sí, puede que ser, pero vamos, dime donde está el peligro o error en ello – Francisco había y estudia filosofía y en todos sus comentarios, el aroma se notaba
Subió dos escalones más en la escalera y alzando las dos manos al aire
- ¡Cuando vais a comprender que todo el materialismo que os rodea no hace más que ahogar a vuestra persona!, ¡ salid del placer engañoso del cuerpo complacido y buscar vuestra realización en el espíritu y alma que os constituye!, ¡el placer corporal destruirá a la humanidad, la cual sólo tiene futuro en el compartir la paz interior que cada uno consiga! - como saliendo o entrando en un punto de éxtasis, bajo las cabeza hasta meterla entre sus manos.
Justo en vertical al punto en el que se encontraba, estaba Julia, algo más joven que él y perdidamente enamorada. Harta estaba de la podredumbre que sus novios y maridos le habían dado. Bella y rica, se haba dejado engañar por muchos que sólo habían buscado su cuerpo o su dinero. Veía en él sinceridad, interés, amor. La vida de Julia había sido un desfile de desamores y decepciones. Sus padres murieron en un accidente de trafico cuando ella tenía apenas 16 años y pronto, sin más intención que su dinero, mucho, uno de sus exmaridos, bajo el engaño de no te preocupes, todo esta controlado, la dejó prontamente embazada. Se casaron y ya fue un sinvivir por vivir con él. Se divorcio del primero, llevándose gran parte de la fortuna de ella, el segundo igual y el tercero ya la dejó sola y sin ganas de estar con nadie más. En su inocencia el mundo la había devorado. Disfrutaba escuchándole, pues sentía allí, de todo menos ganas de engañar a nadie. Tenía 48 años y había soñado en muchas ocasiones ir a su casa. Sabía que era imposible. No hablaba con nadie, sino para todos.
Bajo de las escaleras y comenzar a tomar su calle, pero antes se giró y les dijo.
- Y pobre de aquel que piense en la locura por deciros la verdad que tanto os cuesta aceptar y admitir. En la plaza del pueblo debo de gritarosla, sino jamás llegaría a vuestros oídos. Hacedme caso y buscad vuestra felicidad en vuestra alma. Sólo la paz interior os la dará.
Tras esto, se volvió a girar y comenzó a andar hacia su casa.
El espectáculo había acabado y tal y como llegaron, así se fueron, comentando todo sus discurso.
Las ancianas en sus criticas, los hippies modernos con su alucine, los empresarios en sus risas, el psicólogo con su diagnostico, el filosofo en su ejercicio de comprensión y Julia, ¡ahy!, pobre Julia, con su último amor sin correspondencia y soñando con que se girara y la mirara.

Todos, uno tras el otro se fueron yendo hasta bien pronto.

martes, 26 de abril de 2016

LA LIBERACIÓN EN LA DESESPERACIÓN




Y cuando quiso darse dar cuenta, había encontrado algunas personas que tenían al menos, inquietudes parecidas a las suyas.
Pero ¿donde estábamos?
Escondidas, míseramente, en Internet.
Sabía, a ciencia cierta, que tenía miedo a expander sus pensamientos , que cuando lo hacía, era con misericordia y piedad hacia él mismo.
Pensaba en su supuesta, nunca sabida diferencia, pues lo que a él sentía, no tenía por qué ser diferente a lo que pasase con los demás.
¡ohh!, Filosofía, reflexión, estudio, intriga, interés, investigación, curiosidad, ¡cuan lejos lo veía de los demás!
Y seguía envuelto en la mentira de la creencia de particularidad, cuando no tenía ni debía de ser así.
Desvinculado, en su propio error y temor, acuciaba el entorno que le rodeaba.
En aquel momento y en ese día, que podía haber sido cualquier otro, decidió hacer palpable y costatable, no su deferencia, pero si sus alejados pensamientos.
¡Ohh!, cuanto tiempo amagado entre sus pensamientos.
Decidió arriesgarse con perderse en la soledad que seguir disfrazado de una mentira con flores de colores.
Encontró, otras personas, igual de cobardes que él, tras las letras, opiniones, sentimientos y relatos, navegando por Internet.
¡Decidme que me equivoco!
Apostó por suicidar sus disfraces y librase de la mochila de la, siempre supuesta, diferencia.
Escribir las inquietudes y pensamientos propio de cada uno, insertos en una sociedad que ahoga y mata estos actos vitales, te aleja y marca las diferencias.
Encuentro una, siempre supuesta, compañía aquí.
Pero, aun así, escucho el eco, de las riendas de los impuestos sociales.
El dejarte llevar por la belleza encerada en tu corazón, es una acción peligrosa y complicada.
A ver ¿quien va a disfrutar de un hombre, en mi caso, que disfruta dibujando su diferencia de todo aquello que a su lado ve allá por la calle que se mueva?.
La locura de la sinrazón, cuando, ella, la razón, está en manos de algunos que la utilizan y nos mienten, es dulce.
Cuando huyo de mi particularidad, arruino cualquier día.
Huir de la repetición debía ser obligado de por ley.
La filosofía, los pensadores, las personas con inquietudes, del nivel y categoría que sea, permanecen escondidas y son difíciles de encontrar. ¿Acaso estáis aquí todas?
¡Ahy!, a mis amigos, ¡como los quiero!, pero como sé que andamos en paralelo.
Decidió aquel día continuar en su locura.
Decidió aquel día continuar en su diferencia.
Cual culebra, navegando, adaptando su cuerpo entre las dificultades, decidió producir su propia metamorfosis y aceptarse a uno mismo como primer paso de liberación.
¡Oh!, ¡mis destino!, ¡mis Dioses y los de los demás!, ¡ayúdame a ser libre!
La desesperación de la, siempre, supuesta cárcel de la diferencia, corroe y mata.
Escribir sin miedo a tus palabras es una acción de cualquier máximamente defraudado y, también de aquel otro, escarmentado de todo lo que ya no cree.
Y la canción se acaba y mi espíritu vuelve al lugar del que pretende escapar.
Cuando la música termina, vuelo a sentir las esposas de la normalidad.
Y acordaros, los grandes pensadores, fueron personas que andaron por la calle, que sintieron el Amor, la diferencia, el odio, la amistad, la comprensión, los ataques, la duda....pensar no tiene por ser, en absoluto, vivir en los libros.

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Y el libro casi acabando, mientras sueño con hacerlo

La filosofía literada”

(Un día cualquiera se la vida de los grandes, circunstanciado allá donde estuviera, y hablando, con alguien, con alguno, con cualquiera, de sus pensamientos )

Éste es un escrito realizado cuando en la mañana me levanto con fuerza y el miedo y dudas sobre mis actos, se difuminan.
Qué fácil es equivocarse, pero peor es permanecer oculto por el temor a errar.
En este circo que me rodea, prefiero ser un noble payaso a un falso y engañado domador de leones.



martes, 19 de abril de 2016

...Y la última parada. ..



Y cuando quise darme cuenta, estaba al inmenso y pletórico borde del precipicio de las banalidades, pues me encontraba sufriendo por el significado y el por qué de aquello que me pasaba.
Afortunadamente aquella canción me devolvió a la vida y me sacó del callejón sin salida de la pregunta sin respuesta.
Mis pies despegaron y se libraron de todos los lodos formados ante la necesidad de la búsqueda de puertos trascendentes, eternos e infinitos.
La voz de la mujer que escuchaba acompañaba muy bien al Pop que interpretaba la guitarra y a mis ganas de libertad.
El puntuado, guitarra Española y mis ganas del olvido, se casaron ya para siempre. Se besaron al subir al tren, mientras entre La pasión voló casi toda La filosofía.
La trascendencia de las ideas bajaron del tren, la ontología propia del ser, no tenía billete, la lógica valió, sólo y únicamente, para hervir el agua. La máquina a vapor,  salió a toda velocidad, y, ahora, yo, todavía siento el aire del amado sinsentido.
Partí de la sucia ciudad de mi justificación y llegué a las verdes y felices montañas de mi insignificancia.
Cuando quise darme cuenta, la música me había llevado a aquel lugar que tanto había buscado en la sabiduría de los libros.
Entre las últimas notas trataba de sujetarme a la finitud y contingencia de la vida, buscando olvidar los errores que nunca descansan.
Ponerme un plato más de olvido y sírvame una botella de vino añejo de la inconsciencia.








sábado, 16 de abril de 2016

BACH Y EL CONTRAPUNTO





Como buen Aristócrata, más sus movimientos lentos y armoniosos, estaba algo entradito en carnes. La peluca blanca, tanto como cualquier luna, contrastaba con el azul oscuro de la fina tela de su traje de cuellos altos de verano.
Paseaba por entre las tierras verdes y frías centro Europeas del que llamaban y pensaban, siempre grande, Sacro Imperio Romano y Germánico.
Tenia música comprimida en los oídos y su pensamiento siempre estaba encadenando, en forma de notas, cualquier sonido que se entrecruzara en sus quehaceres.
En su camino, le iba acompañando el sonido suave y continuo de un pequeño rio que descendía tímidamente. Llegó hasta uno de los campos que, en sus propiedades, que eran trabajados por unos agricultores, contratados y organizados por ellos. Se sentó al lado del rio observando a uno de ellos como, con una azada, labraba la tierra.
La música suave y en tonos graves, del río, caía a su al rededor, mientas el rítmico golpeo agudo por las piedras de la tierra de la azada, llegaba a su pensamiento.
Sus ojos fueron alcanzando mayor apertura. Su expresión nunca era exagerada, pero quien lo conociera, hubiera sabido su claro interés.
Se levantó y se acercó hacia el labrador.
Oía dos ritmos diferentes, dos tonalidades distintas y su cabeza comenzaba a construir entre ellos.
- Buenos días, señor – dijo el labrador agachando ligeramente la cabeza.
- Siga, siga con su trabajo – no era despotrico, pero tal y como le habían educado, poco tenia que ver con el agricultor.
El hombre siguió escavando.
- Cabe mas rápido – la cara del agricultor se alzó extrañada y lo aumento. Bach le miró fijamente. El agricultor asustado estaba sin saber que Sebastián, siquiera lo veía, y solo contemplaba notas flotar a su alrededor.
- baje el ritmo
- ¿el qué, señor?
- Cabe más lento – contesto irritado, tal como un genio entorpecido en un momento de inspiración.
El contrapunto comenzaba su vida e historia.
A lo lejos, el caballo que su sirviente le traía para la vuelta, venía relinchando. Fuerte, con furia, con energía, mientras las cálidas notas del rio seguían viviendo y el ritmo repetitivo del agricultor allí estaba.
Comenzó a mover sus manos, marcando ritmos y dibujos en el aire mientras el agricultor le miraba sorprendido.
- Mi señor, ¿puedo hacer algo por Usted?
- Sí, seguid, ¿no lo siente?
- ¿el qué?, mi Señor.
- Que su alma se ensalza cuando los agudos suben hasta que encuentran su fin en el pozo de los graves, cuando los relinches de mi caballo aparecen. Es el contrapunto, el contraste, la historia sin fin, el choque de las sensaciones, las lagrimas y el dolor de las fuertes emociones y sentimientos. ¿no?
- Le pido mil perdones señor, solo siento el golpe de mi azada, el relinchar de hambre de su caballo y a lo lejos el agua, cotidiana del caudaloso manantial.
Bach se le quedó mirando y se sintió solo. Sabía que su cabeza y pocas más construían aquellas ideas.
Permaneció varios minutos mirando hacia el rio sin hablar y el agricultor sin mirar el campo y habiendo torcido totalmente el trascurso de la hilera, seguía cavando tratando de mantener el ritmo.
- Pare, pare, por favor – el agricultor quiso no oír la palabra por favor a él dirigida, y paró de inmediato. Bajo la mirada y con una cálida sonrisa se despidió de él.

Contrastando con el sol y con la mano izquierda sobre los riñones, movía, dulcemente la mano derecha por encima del hombro, dirigiendo para nadie pero componiendo para todos. 

jueves, 14 de abril de 2016

DESCARTES Y EL JARDINERO


Era el precioso castillo de Fontenebleau, pero si lo era, más sus jardines.
Paseaba entre los setos, con un traje negro alisado, con mangas largas y cuello alto.
Siempre permanecía con la mirada atenta y fija. Parecíase que estaba contando hasta última hoja de cada uno de los frondosos abedules que formaban el centro neurálgico del jardín dividiéndolos entre los metros cuadrados del mismo.
Su vida era matemáticas, más bien, exactitud. Buscaba la completud del pensamiento, fuera el tema que fuese.
Inclinándose en un conjunto de setos, estudiando las lineas de conjunción que surgían en el horizonte, se tropezó, como todas las mañanas con Andrè, el joven y porqué no, magnífico jardinero y encargado de aquello.
- Haces arte, joven – le dijo Descartes
- No señor, no me avergüence.
La cercanía humana que mostraba ante los trabajadores, de un Aristócrata bien situado y mejor apreciado producía una gran ternura pero humildad en ellos.
- Que, ¿consigues realizar lineas paralelas entre los lados de las hileras de los setos?
Andrè, muy modestamente, alzó una media mirada y le contesto
- No señor, no es mi intención, en la desigualdad de los lados encuentro la belleza.
Cual una tormenta seca de verano, se abrieron los ojos de Renè.
- Pero !que me dice Usted¡, ¡La belleza es la perfección!, el punto de fuga debe estar calculado hacia el fin de las vallas finales del jardín!, ¡Tiene un poste central hacia donde dirigirlas!
- Si, maestro donde los haya, pero en mis pocos años en el arte de la jardinería he llegado a la conclusión que la a simetría trae cierta belleza y encanto.
Se dio media vuelta con potencia y comenzó, Renè a andar hacia el castillo, pero tras unos pasos hacia el se giró y se aproximó de nuevo.
Andrè, temblaba, intuía que había hablado demasiado aun sin saber por qué.
Plasmado entre las pequeñas montañas totalmente verdes en su espalda, observaba como el paso de maestro se iba calmando, y el ruido de las pequeñas hojas color cobre aligerado, sonaba más calmado en su proximidad.
- Tendría ganas de que Usted se hubiese leído el ensayo que escribí hace algunos años cuyo único objetivo era enseñar a pensar, pero bueno, dejémoslo y déjeme preguntarle si el desorden es bello
- No Señor
- Y la desigualdad es un tipo de desorden.
- Si, señor
- Por lo tanto concluiríamos que el desorden no es bello.
- Sí, Señor.
Descartes se le quedó mirándolo a la par que se sentaba despacito en un banco a la vera del jardinero.
- Sé que me contestas con afirmaciones pues sientes la necesidad de hacerlo.
- Sí, Señor.
Sabía y entendía que en la belleza del jardín nunca podría encontrar una verdad absoluta.
Sabía que tenía tantas posibilidades él, estudioso y culto en deducir donde está la belleza, que aquel, sin estudios ni cultura clásica, entendía que todo era susceptible de encerrar dudas en cuanto a su concepción y desarrollo.
Miraba y observaba las lineas escapatorias.
Él las veía rectas, pero el jardinero ya le había dicho que no lo estaban.
Él le había hecho un pequeño razonamiento, el cual si hubiese tenido toda la claridad y evidencia, no lo hubiera dudado André.
Descartes, pensaba firmemente que estábamos, en manos de Dios y sus antojos y motivos y la que pensásemos podría estar muy lejos de las realidades.
Vivía rodeado de las matemáticas pero el sabía que su exactitud podrían ser sólo consecuencia de este Dios caprichoso.
La verdad única que encontraba era que pensaba y dudaba.
- Andrè, he de decirte que busques la belleza donde quieras encontrarla, pues allí estará, pues te puedo decir que la única verdad será que yo estoy dudando que ahí estuviera.
El jardinera seguía con las tijeras anchas cortando las lineas irregulares, con la mirada dirigida hacia Descartes, su Señor, pero perdido totalmente en sus deducciones y conclusiones.
Renè, el Señor, se levanto sin mediar palabra.
Sabía la forma y características que debía de tener las verdades, pero aun intentando y creyéndose ver así ciertas reflexiones, sabía que esto era una deducción perfecta, un modelo, pero después entraría su propia apreciación a la hora de aplicarlas, es decir, clasificar o darle unas características de una verdad absoluta a otros conceptos, pero seguía sin saber si su asignación de modelo la tenían los objetos que había mirado como tales. Lo buscaría, necesitaba más conocimientos similares, o mejor, iguales.
- Clara y distinta, así debe de ser la verdad dijo en voz alta mientras se iba.

miércoles, 13 de abril de 2016

¡Proponenme un autor!

Decidme cual queréis y os escribiré como imagino que sería aquella persona viviendo, en aquel momento de su vida, con y en sus pensamientos. ¡Dadme retos, ilusión, inspiración,  ganas y compartir conmigo la realidad patente de aquellos que solo conocemos en la distancia de los libros, y dejadme que utilice esta palabra,  técnicos. Buenas noches, para  unos y buenos días para otros.

FILOSOFÍA LITERADA

Y tan pronto como se nos olvida que estos personajes que tenemos en los libros, también se lavan las manos como nosotros!.
Nuestra visión es mucho más prudente a la realidad y de la vida cotinianea.
Pues no. 
Los que estudian, leemos, investigamos, tenían, aunque duela de que un primer fracaso amoroso granos de embriaguez adolescente, livinidosos pensamientos, la envidia, la duda, sufrimientos, alegrías, ama malentendido, y los elementos propios de cada uno y cualquiera.
Hablaban en tabernas, cafés.
Paseamos por las calles de la ciudad como todo el mundo.
Eran conocidos sólo por unos pocos. En su mayoría eran hombres a mi dolor, con los mismos puntos fuertes y débiles como tú, ella o yo pueden tener.
Pensamientos del ascensor, las privadas, pero los hechos y compuestas de algunos fatigado, regresaron a su casa cualquier día de la semana.
He escrito un libro de vez en caracteres.
Cuando la filosofía se vuelve real.
precisos momentos en la vida de un hombre común, hablando con algunos de sus pensamientos. 

martes, 12 de abril de 2016

SPINOZA, EN EL CANAL HACIA EL MAR BÁLTICO



Paseaba despacito y tranquilo, por una bella Amsterdan, cubierta de amplias flores blancas, caducas, sutiles, efímeras, pero esplendidas en su corta madurez.
El verano era corto.
Marchaba lento y pensativo pues su tuberculosis le producía problemas en el movimiento pesa a su juventud.
Observaba lo que le rodeaba y luchaba por no sentir odio y desprecio hacia aquellos que lo había apartado del mundo del pensamiento por alegar la existencia y manifestación en la realidad como parte de la misma ontología, a Dios. Su pensamiento y la belleza extensional de los blancos tulipanes expuestos en cada balcón de aquella ciudad construida con una madera clara de frescos y grandes abedules, eran parte divina, era el panteísmo omniabarcante.
Se dirigía a su taller. Los antiguos Sefardíes, los Judíos expulsados de la península Ibérica, no lo despreciaban por no asumir los principios primeros de Dios lejano, primero y juez, pero sí le apartaban y sólo le dejaban dedicarse a la artesanía.
Spinoza, se sentía feliz puliendo las lentes para sus amigos científicos, pues le permitía reflexionar y mantener contacto con buenas mentes pensantes.
Apoyado en los vallas protectoras de un canal, elevado por la marea, se le acercó un antiguo alumno, que ahora ocupaba un puesto de dirigente importante en su comunidad. Nunca estuvo cerca de lo fanáticos, pero siempre fue un hombre precavido.
- Maestro ¿cómo está?
- Bien, mi amigo, tratando de, contemplando la belleza, olvidar los dolores en mis huesos.
Acercándose más le dijo
- Ya está impresa su obra, el tractatus teologico-philosophicos. Vamos a empezar a mandar a los tantos otros pensadores racionalistas que le siguen en el resto de Europa.
- ¿A Liebniz?
- Sí, también
- Alumno Christiaan, probablemente deba irme a la Haya, en cuanto se haga oficial mi excomunión y me gustaría que siguiéramos, en secreto repartiendo mi obra.
- Sí, señor, cuente conmigo, pero dígame ¿qué alegan para condenarle?
- Mire, el gran admirado por mi parte, Descartes, quiso separar ontológicamente al ser humano de Dios, para mantener su capacidad de elección.. Su cuerpo, su alma y Dios, no eran lo mismo. Y yo le pregunto a Usted ¿en qué punto rebajo un centímetro el poderío y omnipotencia divina si le afirmo que Dios también se encuentra y se da en la belleza de las flores que cuelgan de los balcones?
- Bueno, Señor, pero nuestro Dios, Yave, es superior y está por encima del ser humano.
- Pero, mi alumno el que yo piense no me da independencia divina ni la existencia de las flores como realidad tampoco. Todo lo existente es Dios, nuestra libertad está en la asimilación de nuestro destino como parte creadora, es la Panagea, todo es y está en Dios.
- ¿Los mismas vertientes formadoras de Santo Tomas?
- Sí, parecido – y le dijo acercándose, cuidado con nombrar a un santo de la iglesia católica, cristiana, apostólica y romana, aquí, en este barrio comercial grande y Judío muy judío.
- ¿Quería Dios que le hayan apartado de la iglesia y no le permitan instruir a los jóvenes, señor Spinoza?
- Te voy a decir una cosa, y que nunca se te olvide, Christiaan, la iglesia, sea cual fuere, no está formada por Dios, son los hombres quien la hacen y la componen y todos los pecados y defectos que tienen las personas fuera de ella, la tienen dentro también.
La última mirada fue algo melancólica. Sabría que debería de partir hacia se nuevo lugar de residencia pronto. Su capacidad intelectual estaba pletórica, pero su cuerpo se consumía con lentitud. Apenas tenía 40 años, pero pocos más le quedaban, le dijeron algún amigo intimo médico, con otras palabras.
- Baruch- por un momento sintió la fuerza para tutearle ¿podremos, con la razón explicar el mundo?
- No sólo podemos, sino debemos. El mundo no es más que la manifestación del orden divino. Nuestra mente llegará a su conocimiento pues somos parte de Dios. Somos, esencialmente seres racionales y con nuestra razón llegaremos a la más alta comprensión, lease por favor a Descartes, siempre lo he admirado.
Se despidieron y su antiguo alumno se fue con paso ligero pues tampoco quería que se le siguiera asociando en la cercanía con él.
El canal estaba enfocado hacia el mar báltico, en el norte y el sol se ponía en su hombro izquierdo con lo que no le molestaba y podía ver los rayos de luz caer trasversales en la madera húmeda del casco de la pequeña barca cargada de girasoles que llevaban hasta la costa.
- las religiones no son malas, la maldad esta en las personas que dicen que la representan – dijo en voz alta, sin miedo pues los dados de su destino, ya estaban jugados.

lunes, 4 de abril de 2016

Filosofía literada. Londres, el café y Freud



Bajábamos renqueantes por una populosa, pero entonces vacía, calle del centro de Londres.
Era, yo, 20 años más joven que él, pero tuve la inmensa suerte de que le pudiese acompañar todas las tardes hacia su casa desde la biblioteca privada del club. Como todos los centro Europeos, iba bien vestido y sin ningún signo extravagante. Serio, quizás un  tanto sobrio, caminaba y yo a su lado. Marchaba con la cabeza alta y sus ojos mirando al frente. No cabía ninguna duda en su mirada, a pesar de las espinas que tenían sus teorías.
- Pero, maestro,- le preguntaba mientras caminábamos, ¿cómo voy a ser consciente de algo que actúa sin que mi persona la capte?, ¿no es una pequeña imposibilidad?
Freud sonrió y me miro con compasión diciéndome
- Me gusta mucho ver que piensas, andrè y déjame que te diga que es ciertamente difícil, por no decirte, imposible, autodiagnosticarte, de ahí, que yo propongo a mis pacientes unos pequeños momentos de reflexión conjunta. Esto será llamado psicoanálisis y nos permite ver qué escondidos motivos te mueven. Ser espectador de uno mismo no es posible, pero de otros sí.
- Pero, es decir, ¿vivimos presos de unas experiencias pasadas?
- Sí, básicamente sí. Tenemos una libertad limitada pues está controlada por nuestro subconsciente.
Aquí continuamos andando.
Se encontraba muy lejos de su tierra Austriacas pues la tuvo que dejar y el subconsciente que tanto manejaba le hacia constantemente malas jugadas y se notaba en demasía hacia donde iban sus pensamientos y por donde andaban sus creencias.
Y seguimos hablando
- Si quiero que sea mi consciencia quien se imponga a este mar de sensaciones que actúan por la retaguardia y mal forman los caminos, ¿me podrá ser posible?, ¿podemos vencer e imponer a nuestro consciente?
Seguimos hablando tranquilamente pero sin pausa hasta llegar al café que se encontraba justo debajo de su
casa.
Era una pequeña calle peatonal, con unos ladrillos rojizos y pequeñitos en los muros de las casas contiguas, que le daban belleza y singularidad al lugar, situado, además en la zona centro de Londres cerquita del Támesis.
Entramos en el café continuando la charla en la misma barra del bar. Seguimos hablando de la psique, del pensamiento, del los impulsos escondidos, de las pasiones sexuales que nos definen y otras cuestiones, del misterio y la locura formadora de cada uno, de las que este hombre tanto sabia y ensañaba, mientras el camarero de susodicho café nos observaba y oía, mientras secaba algunos vasos, debido a que el local estaba vacío. Cuando menos me los esperaba, el barman, mirando fijamente a Freud, le pregunto
- Sir, ¿son tres partes formadoras o es una que mira a las otras dos?
Pausa hizo en sus palabras y quedándose mirandolo se cayó, pensó y dijo
- Tres partes formativas
El camarero se echó algo más atrás y aspirando suavemente le dijo al maestro Austriaco
-Sir, yo siento, y yo pienso tras sus palabras que tenemos dos elementos formadores. Uno, el león que nos forma, sea su subconsciente, conciente e inconsciente y un espíritu que lo observa y trata de corregir.
Tuvosé que sujetar las gafas con los dedos para evitar que se cayeran tras oír a aquel nuevo contertulio.
- Acláremelo más, también señor.
- Si, y con placer.  Tenemos claramente dos niveles de existencia a nivel intelectual, y uno está, señor, bastante por encima del mundo físico que según me cuenta condiciona a posteriori todas nuestras decisiones. El término espíritu está tremendamente contaminado y es difícil de utilizar, pero podríamos hablar de un espíritu que observa nuestro pensamiento, que lo juzga, que trata de corregirlo, pero que en muchas ocasiones las conexiones de las ideas se imponen y le dejan en silencio y arrinconado.
La materia se impone, pero esto no es por necesidad. Tenemos una parte supramaterial que investigar.
Freud no había bajado ni un segundo sus ojos de los del camarero. Había seguido con signos de afirmación cada una de las ideas y tras permanecer cayado, mirándole al hombre de la barra, pregunto
- Y ¿tú sabes donde habita o se oculta este supuesto espíritu que observa a nuestro consciente y aparato psíquico viéndole tomar decisiones?
- Pues no.
Pagó de una manera un tanto descortés. Era un hombre rígido.
- Mira, Andrè, mucha sabiduría había en sus palabras, pero ¡no sabes en que lodos se va a meter si comienza a hablar de espíritus y realidades supramateriales!, ¡platón!, ¡santo tomas!, ¡hegel!
Ante esto, me envalentone
- No, Freud, no está realizando una cosmología omniabarcante. Entiendo que desde la pureza del pensamiento no científico, describe aquellos momentos en los cuales desde nuestro espíritu, como así lo ha llamado, tomamos unas decisiones, que serán desmentidas en aquel momento en que el consciente funcione, desde el apartar a este supuesto espíritu que calla ante la potencia del consciente, que es el prisionero de tu cuerpo.
Tras acabarnos el café entre más y más charlas, Freud cogió su sombrero y se encamino, despacito a su muy cercana casa.
Tanto él como yo, sabíamos el mundo del pensamiento y su amplia repercusión, que él había abierto con sus libros y estudios hablando y desarrollando esta construcción partida y esta existencia separada de nuestra propia persona.
De camino a mi casa la niebla subió por las veras del río e invadió todo mi paseo de vuelta.

domingo, 3 de abril de 2016

EL MONASTERIO, SANTO TOMAS Y LA RAZÓN

             Aquel monasterio estaba a punto de derruirse.
             Tenía sólo 500 años, pero había sido quemado y saqueado en varias ocasiones durante aquel último siglo.
             Era un viejo Franciscano, viviendo en la pobreza por voluntad y por hecho, el que estaba dentro de la ya maltrecha y pequeña librería donde y a plena fuerza de sus ojos, pues apenas habían unas velas alumbrando todo el recinto, desmenuzaba los muy pocos papiros que allí le quedaban. Se había prometido llegar a Dios desde su razón. Había estudiado a ciencia cierta y mucho esfuerzo e interés a Santo Tomas, el gran padre de la escolástica y los caminos para justificar a Dios con la razón. No quería seguir a Santo Tomas porqué creía de él que había utilizado demasiado la teoría Aristotélica y la búsqueda de Dios de una manera racional en su creación, debía de ser reflejada en muchos aspectos.
              Era por la mañana cuando sonó la campana del viejo edificio. Marcos llevaba ya despierto desde la salida del sol siempre. Casi no tenía necesidades y el pueblo de abajo, con unas ceremonias religiosas, la proporcionaba un mínimo sustento, de aquí que su relación con el exterior fuera prácticamente nula. Desde el patio interior, del pasillo de la oración bajo a la corroída puerta principal a abrir al visitante. Cuando abrió,  su sorpresa fue relativamente grande.
              Marcos vivía en el centro Europeo en el cual estaban viviendo plenamente la edad media alta. Comunicación nula, teocracia e inseguridad. Las visitas eran, en muchas ocasiones, malas. Pero le abrió. Era joven, burgués, con un sirviente y dos buenos caballos. Así pues y sin más le dijo.
                - Señor, me perdí ayer en el camino hacia Austria y ya se nos ha hecho tarde y necesitamos descansar y nos gustaría hacerlo detrás de la protección de los muros de tu monasterio, a cambio de un dinero.
                Marcos sonrió, le invitó a pasar y les dijo:
                - Afortunadamente para todos, los franciscanos no cobramos por nada.
                 Aquella noche sí que trajo algo especial. Los visitantes llevaban buenas provisiones, de las que, con mucha moderación como con todo, Marcos disfruto desde su voluntaria abstinencia diaria. Tras la cena, Marcos, como buen Franciscano, les invitó a rezar con él, en la pequeña ermita del patio central.
                 - Señor, le dijo, este hombre joven, mis maneras religiosas no tendrán nada que ver con las suyas. He visto los rollos y papiros de Santo Tomas repartidos por las mesas y respetando mucho a ese gran pensador discrepo en su elemento principal.
                  Marcos llevaba unos quince años estudiando, comprendiendo, trabajando los principios de Santo tomas y su posible bifurcación en otro campo más lejano a Platón. Su sorpresa fue alta, pues a su abandonado monasterio de aquellos únicos visitantes anuales, uno era aquel.
                    - Y ¿cómo sabe nuestra disconformidad, Señor?
                    - Porqué Usted trata de confirmar la existencia de Dios utilizando la razón. Demostrar y justificar.
                    - Enfrentado a Usted, me dice, vale, es que ¿usted que cree?
                    - Yo creo en el mismo Dios que usted, pero yo sólo puedo llegar a través de la fe. No tratemos de justificar ciertos elementos con la razón pues con ella no tienen ningún sentido. Ciertos dogmas y premisas religiosas son injustificables por la razón. Somos demasiado pequeños para explicar la universalidad e infinitud.
                     - Y digo yo ¿tiene miedo a definir el bien o el mal por el miedo a sentirse mal calificado y lejos de lo que quería estar?
                     - Ah, no, Marcos, y empezaré diciéndote que el bien y el mal son dos características que Dios ha querido dar a unos elementos. Que son dos palabras vacías de contenido significativo. Son dos conceptos invisibles que Dios lleno de conceptos. las palabras no son nada, los conceptos se nos vacían de contenidos y se quedan en nomás que referentes.
                      - Mi Dios si que tiene referente y sentido y tiene mucha racionabilidad todo lo que Él nos dijo - le contestó ya con cierta molestia
                      - Le respeto mucho y alago se pobreza de espíritu y la ayuda a los demás, pero deje la razón para otros asuntos y a Dios limitémonos a sentirlo.
                       En la intimidad de la sala central y al lado de unos pequeños troncos, ambos siguieron discutiendo, con gran amabilidad pero intensidad problemas concernientes a la teología hasta bien entrada la noche.
                       Amanecía, cuando salía el franciscano y el visitante ya estaba sobre su caballo, esperando muy pacientemente la salida del hermano.
                       - Ya se va, como me dijo.
                       - Sí, padre, recuperada la orientación me dirijo a mi destino.
                       - ¡Lastima que no pudiese ayer reconducirle! - rieron los dos al unísono.
                       - Padre Marcos, mi creencia es tan grande como la de Usted, pero me resisto a creer que llegaremos a su comprensión con la razón, la cual es limitada.
                        Se acercaron y se dieron un sincero apretón de manos a la par que intercambiaban sonrisas. El hombre del caballo ya estaba saliendo por lo que quedaba del arco central de la puerta cuando el Padre Marcos le pregunto.
                         - Señor, válgame Dios que no se todavía su nombre
                         - Fallo mio por no presentarme supongo que por la intensidad y gozo de la conversación. Mi nombre es Occam, Guillermo Ocamm.
                         Con un suave y rítmico movimiento a las bridas, puso en marcha a su rocín, mientras el fraile franciscano se quedó fijamente mirándolo al alejarse. Tenía tiempo, mucho tiempo, para analizar, estudiar y comprender sus palabras. Pero, complicado, pues la razón es el instrumento de comprensión y control. No quedó muy convencido de esta última afirmación y corriendo volvió a la biblioteca.

sábado, 2 de abril de 2016

FILOSOFÍA LITERADA PASEANDO CON MARX



Caminando estábamos por un miserable barrio de trabajadores en las afueras de Londres a finales del siglo XIX.
Marx iba vestido con una ropa vieja y caminaba con el cuerpo abatido de muchas guerras contra el mundo, en Europa, tanto el continente como las islas.
Pensativo andaba y al final de cada frase me miraba. Tenía una mirada profunda y quizás un tanto melancólica de haber teorizado y luchado por lo que cada vez se le antojaba como más imposible.
- Maestro – le dije, pues a mi me gustaba y a él también, ¿qué motivación tendrá el supuesto empresario en la realización de sus ideas si le quitamos la plusvalía del beneficio producto del tiempo e interés por éste puestos?
- Tu pregunta – me contesto sin apenas hacer ningún aspavientos, está condicionada por la incomprensión de mis palabras. El trabajo del obrero es parte integrante con la misma validez que cualquier otra cuestión que el objeto en sí y éste debe de pagarse no con un salario, sino con uno tanto por ciento mensurable, medible y proporcional con su venta.
- Pero, escondidos en la totalidad, ¿tendrá el individuo interés en el buen funcionamiento del proceso?
Paró, levanto la cabeza y suspiró.
- Sabes, Andrés, en la naturaleza humana es donde su hunden las teorías. La misma lucha de clases en la búsqueda de su ruptura con el monopolio burgués, se pierde en la propia capacidad para actuar de la manera altruista que el comunismo que os propuse en “El Capital” con Engles. En el paso del socialismo con el estado centralizado, hacia la difusión del poder propia del comunismo que os propongo, a medida que envejezco, se me va haciendo mas difícil de atreverme a asumir. La naturaleza humana me persigue.
Aun en este ritmo y sedante propio que ya llevábamos, era un hombre con un gran poderío mental y siempre encontraba, más adelante, salidas airosas a las propias dificultades que el proponía.
- Mira, la solución se me antoja difícil por la esencia humana, lo que si se me presenta como injusto e imprescindible subsanar es la concentración de poder para unos pocos burgueses. Nosotros somos los que le damos valor al producto con nuestro trabajo y éste no se reparte. Siempre hemos tenido unas clases dominantes y otras trabajando para ellas !busquemos la igualdad de poderío social!
- Y aun no siendo poder económico, sino sólo poder, ¿crees que los ciudadanos lo ejercerán responsablemente sin acumulación, en la búsqueda de un bien común?
Volvió a pararse y subió sus curtidas manos hacia su alarga, blanca y frondosa barba, acabando por acariciarse los últimos cabellos de su también larga melena.
- Eso es lo que me da miedo. Que en un futuro en nombre de todos los trabajadores propios de un país una persona se alce con todo el poder y oprima a todos aquellos que no lo compartan. Ahí tengo mis problemas. La ambición económica o de poder son unas malas compañeras y las personas no hacemos más que contagiarnos por ellas.
Allí nos despedimos. Marx, sabía que jamas volvería a su tierra, Prusia, pues sería despreciado y juzgado. También sabía que sus escritos moverían el mundo en un futuro, pero ahora no eran mas que perseguidos, rebatidos y condenados.
Se iba a su casa donde estaba su mujer y donde encontraba aquel único lugar donde no tenía la necesidad personal de exponer sus pensamientos.
En la esquina donde nos separábamos encontrábanse una familia de trabajadores de las fábricas textiles de las rodalias de la gran ciudad. La mujer esperaba a su marido con una sopa de ajos mojadas con pan duro y rodeada de niños que probablemente, otro día más, no verían a su padre, pues trabajar 16 horas diarias impedía verlos por la mañana y al anochecer.
En mi conversación, el otro día, Nietszche también me había hablado de lucha de clases, con Marx, mucho más explicito también y volviendo a casa me fui planteando la solución y concluyendo que no hay ninguna solución científica a la humanidad. Sólo será llevable baja unos principios Éticos educados.


Tengo más  escritos de filosofía literada, además de los ya publicados. Es posible que todos los acabe, los amplíe y les dé calidad, incluso los aglutine y los junte. y los publique como libro. Son parecidos a éste, siendo y comprendiendo éste como una copia en sucio por donde seguir escribiendo la historia de aquel personaje en este lugar. Decidme, decidme.

EL CAFÉ Y LA SUPUESTA Y SIEMPRE FALSA, DEPRESIÓN.



- Tú, ni te has asomado allá hasta donde yo he estado. Mis pensamientos ya estaban sufriendo las consecuencias de aquellos conocimientos, mientras los tuyos no hacían más que todavía amamantar en la inocencia de la juventud – la cara de Andrés se tornaba por momentos en una expresión de ira, represión, desilusión y amargura.
- No te golpees así, como si fueras el único que ha pisado detritos consecuencia de sus actos equívocos- le dijo Pedro.
- ¿Equívocos, amigo?, no consecuencia de la inestabilidad de y para aquellos que vemos más allá de la punta de nuestra nariz.
Se giró y miró con firmeza el espejo de la pared de la barra.
Se encontraba terriblemente deprimido. Una depresión vital, extrovertida. Comenzaba ha estar harto de los colores con los que los otros le pintaban.
Él se fue buscando la normalidad y llegó aquel que no era.
Algo que él jamás podía haberle dado sin renunciar así mismo.
La angustia le envolvía y la imposibilidad de acción le calmaba al sumergirlo en el mar de la inacción. Ya sólo le quedaba observar su fracaso y tristeza.
- Pedro, tú sabes abrir abrir la boca cuando toca y cuando el mundo dice que hay que hacerlo, yo no. Mis pensamientos cabalgan sin control por encima de aquello que conviene y que no conviene.
La encargada del supermercado contiguo a la editorial había sido ojos y luz de Andrés durante muchos últimos años. La belleza de los primeros momentos, se convirtió en la desidia, por parte de ella, ante la inoperativilidad constructiva en la verdadera realidad circundante. Con hijos hubiera sido diferente. Sin ellos y con pena era un final anunciado por aquellos que ya supiesen observar los movimientos.
- Andrés, pero tú que esperabas ¿te crees que es fácil aguantar a tu lado?, ¿qué cuantas personas crees que te pueden acompañar con ilusión tu camino de búsqueda de imposibilidades?
Andrés lo sabía, y por ello quizás tras el primer dolor, se abrigo entre las manos de su supuesta diferencia.
- Pero Pedro, ¿donde está el libro que nos marque y diga cuales son los pasos conclusivos entre los cuales las personas alcanzaremos mayor grado de felicidad?, en ningún sitio. Lo que hay es una suma y montante terrible de individuos que no toman ninguna decisión ni postura y desprecian a los que si lo hacemos. Estoy ampliamente triste pues estoy cansado de los buitres que devoran mis últimos rastros de carne.
El barman seguía la conversación parado, estático, expectante, como nunca lo había hecho. Miraba fijamente a Andrés a la par que sus palabras le envolvían en emociones. Le hacia vivir y vivir, lo que nunca pensó ni que existía. Sentía una pena justificada, fuerte, merecida y de colores oscuros pero con tensión. Con la cabeza reposada sobre su mano intentaba opinar mientras un cliente le llamaba la atención. Era un muy buen trabajador y, aun siendo suyo el local, jamás, pero nunca había hecho esperar un minuto ciego a ningún cliente.
El Café estaba hoy más oscuro que ningún otro día. Habían saltado los tensores eléctricos y no se podía subir, el electricista estaba de camino. Unas hermosas velas alumbraban las pocas mesas del fondo y su luz pastosa había atraído a un par de parejas.
- Andrés, espero que mañana hayas recuperado la cordura y sepas controlar mejor esos instintos destructivos hacia el mundo circundante que te rodea.
- Pedro, sí, siempre me puede, pues no tengo fuerzas para seguir el camino que mis pensamientos que surgen de mi alma me pintan, dibujan y me proponen. Volveré al agujero de la discreción y repetición.
Estos momentos de máxima rebeldía surgían cada determinado espacio de tiempo en las conversaciones de Andrés con Pedro. Su inconformismo era constante, pero oculto lo llevaba en el bolsillo de su corazón. Apenas lo sacaba a pasear, y sólo lo hacia, en el jardín que para su pensamientos significaba aquel café y con su amigo y compañero Pedro.
Se dirigieron al barman.
- ¿qué te debemos?
- Nada, os invito, hoy debía de ser yo quien pagase la ronda.

Tras esto, las sonrisas que se repartieron los tres fue lo mejor y más valioso del día. Por ellas ya había merecido levantarse el día de hoy, se fue pensando Pedro.