-
Tú, ni te has asomado allá hasta donde yo he estado. Mis
pensamientos ya estaban sufriendo las consecuencias de aquellos
conocimientos, mientras los tuyos no hacían más que todavía
amamantar en la inocencia de la juventud – la cara de Andrés se
tornaba por momentos en una expresión de ira, represión, desilusión
y amargura.
-
No te golpees así, como si fueras el único que ha pisado detritos
consecuencia de sus actos equívocos- le dijo Pedro.
-
¿Equívocos, amigo?, no consecuencia de la inestabilidad de y para
aquellos que vemos más allá de la punta de nuestra nariz.
Se
giró y miró con firmeza el espejo de la pared de la barra.
Se
encontraba terriblemente deprimido. Una depresión vital,
extrovertida. Comenzaba ha estar harto de los colores con los que los
otros le pintaban.
Él
se fue buscando la normalidad y llegó aquel que no era.
Algo
que él jamás podía haberle dado sin renunciar así mismo.
La
angustia le envolvía y la imposibilidad de acción le calmaba al
sumergirlo en el mar de la inacción. Ya sólo le quedaba observar su
fracaso y tristeza.
-
Pedro, tú sabes abrir abrir la boca cuando toca y cuando el mundo
dice que hay que hacerlo, yo no. Mis pensamientos cabalgan sin
control por encima de aquello que conviene y que no conviene.
La
encargada del supermercado contiguo a la editorial había sido ojos y
luz de Andrés durante muchos últimos años. La belleza de los
primeros momentos, se convirtió en la desidia, por parte de ella,
ante la inoperativilidad constructiva en la verdadera realidad
circundante. Con hijos hubiera sido diferente. Sin ellos y con pena
era un final anunciado por aquellos que ya supiesen observar los
movimientos.
-
Andrés, pero tú que esperabas ¿te crees que es fácil aguantar a
tu lado?, ¿qué cuantas personas crees que te pueden acompañar con
ilusión tu camino de búsqueda de imposibilidades?
Andrés
lo sabía, y por ello quizás tras el primer dolor, se abrigo entre
las manos de su supuesta diferencia.
-
Pero Pedro, ¿donde está el libro que nos marque y diga cuales son
los pasos conclusivos entre los cuales las personas alcanzaremos
mayor grado de felicidad?, en ningún sitio. Lo que hay es una suma y
montante terrible de individuos que no toman ninguna decisión ni
postura y desprecian a los que si lo hacemos. Estoy ampliamente
triste pues estoy cansado de los buitres que devoran mis últimos
rastros de carne.
El
barman seguía la conversación parado, estático, expectante, como
nunca lo había hecho. Miraba fijamente a Andrés a la par que sus
palabras le envolvían en emociones. Le hacia vivir y vivir, lo que
nunca pensó ni que existía. Sentía una pena justificada, fuerte,
merecida y de colores oscuros pero con tensión. Con la cabeza
reposada sobre su mano intentaba opinar mientras un cliente le
llamaba la atención. Era un muy buen trabajador y, aun siendo suyo
el local, jamás, pero nunca había hecho esperar un minuto ciego a
ningún cliente.
El
Café estaba hoy más oscuro que ningún otro día. Habían saltado
los tensores eléctricos y no se podía subir, el electricista estaba
de camino. Unas hermosas velas alumbraban las pocas mesas del fondo y
su luz pastosa había atraído a un par de parejas.
-
Andrés, espero que mañana hayas recuperado la cordura y sepas
controlar mejor esos instintos destructivos hacia el mundo
circundante que te rodea.
-
Pedro, sí, siempre me puede, pues no tengo fuerzas para seguir el
camino que mis pensamientos que surgen de mi alma me pintan, dibujan
y me proponen. Volveré al agujero de la discreción y repetición.
Estos
momentos de máxima rebeldía surgían cada determinado espacio de
tiempo en las conversaciones de Andrés con Pedro. Su inconformismo
era constante, pero oculto lo llevaba en el bolsillo de su corazón.
Apenas lo sacaba a pasear, y sólo lo hacia, en el jardín que para
su pensamientos significaba aquel café y con su amigo y compañero
Pedro.
Se
dirigieron al barman.
-
¿qué te debemos?
-
Nada, os invito, hoy debía de ser yo quien pagase la ronda.
Tras
esto, las sonrisas que se repartieron los tres fue lo mejor y más
valioso del día. Por ellas ya había merecido levantarse el día de
hoy, se fue pensando Pedro.
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