domingo, 4 de agosto de 2013

EL ARTE DE LA ESCRITURA




            Pienso ese momento, aunque no me lo crea nunca, que el gran suspiro de inspiración dará la belleza y  validez al escrito. Miente quien diga que no quiere ser leído por multitudes cuando escribe, pero sabe que sólo unos poquísimos lo consiguen y os digo que es, entre otras cosas porque no comparten esta validez inspiradora y explosiva como medio de realización.
            Hay y creámoslo, un metodología fría y distante que dan validez  y  durabilidad a los escritos. Es decir, tienen que tener, digamos, una introducción, un desarrollo, un planteamiento, un desenlace y otras muchas cosas que le darán una estructura necesaria para darle la consistencia y validez para su lectura.
            Escribir es un arte pero que jamás podrá llegar al grado de abstracción y libertad formativa de otros, tales como la pintura. Ésta puede ser un acto de absoluta perfección, estudio, estructura, forma y más elementos formativos y constitutivos o y también una pura inspiración en la cual las imágenes no son siquiera pensadas como estructuras acabadas.
            He leído, en bastantes ocasiones, que los escritores calientan con el culo las sillas de los escritorios y no actúan en actos de absoluta inspiración momentánea.
            En éste pequeño escrito, no puedo tratar de describir de forma objetiva y convincente una verdad, tampoco puedo levantar una forma de belleza que suscite la repetición en su contemplación. Ésta ligera y pequeña conversación con ninguno, sólo puede provocar el pequeño y momentáneo placer de su lectura que se evaporará en el olvido tras su lectura.
            Un día intente escribir un texto, dejándome llevar por las primeras ideas que surgían en mi pensamiento. Una pequeña historia coherente con ella misma, pero no por ello justificada que fue ésta:
                       
“Preámbulos Condicionales

Y cuando aquel me dijo que la vida tenía una forma concreta, rápido y seguido, entré en un trance de risas tal que creí que la dentadura postiza se me iba a caer en el lago de mis sueños.
¡Pero qué me dices! Ignorante –le dije entre aspavientos de mi manos  mientras enfadado cogía la puerta del bar y salía, con ella con la intención de no devolverla jamás y hundirla en la lejanía del olvido.
Una de mis mujeres hacía costura en la puerta de casa, mientras la otra calculaba los minutos de discusión que iba a tener conmigo aquella noche.
-          Andrés, mi amor, ¿qué te ha ofendido hoy?
Sudaba con cada vez que me hacía esta pregunta. Me rebajaba  y aflojaba el nudo de la corbata, estiraba las mangas de mi chaqueta y me disponía a responder.
-          Amapola, debes de comprender, les es imposibles sumar cuatro ideas sin establecer alguna imposibilidad perseguida por la razón.
-          ¿Por cuál?, Andrés, ¿Por aquella que ya murió?
Sabía que yo sabía que vivía en una fantasía que ya había muerto. Los sueños desfiguraron la realidad y la razón pasó a servirlos. El último libro sirvió para encender el cigarro del gigante de los túneles y el último disquete, voló planeando entre las nubes de los últimos motores de explosión que tintineaban en las ya no existentes, pero si entonces, laderas verdes.
La deje, mirándome como me alejaba con las manos una encima de la otra y la mirada fija hacia mi persona perturbada, solo la media y misteriosa sonrisa que mutilaban su quietud.
Tarde en conciliar el sueño pues los somníferos tenían poco efecto sobre mis ya anticuadas neuronas que no podían ser repuestas por falta de modelo.
            Cuando entré en el, me vi caminando en un bar que llamábamos el Gallo Peleón y que dispuesto estaba a divertirme antes de volver a la áspera realidad”
            Ahora bien, llegó un momento en el que ahí se acabó y la emoción vital termino en el barranco del silencio.
 La escritura requiere más que arte e implica también voluntad en su realización.
            Menos algunas obras de pintura consideradas maestras por ellos, realizadas sólo en dos nochesde pura inspiración y acto evadido en la realidad, el resto del gran arte considerado en su máxima expresión, implica mucho tiempo.
            Quizás los artículos de opinión alcances esa pequeñez en el tiempo, pero quizás ya no hablamos de arte de escritura, sino de pensamiento. “Bueno, entonces – dijo aquel, lo mismo pasa con la Filosofía”. ¡Hay, que gran error tiene quien piense esto sobre la filosofía. Ésta es tremendamente difícil de realizar y esas ideas definitivas que algunos creen tener de manera instantánea, ven su injustabilidad cuando intentan darle el más mínimo desarrollo. El tener un pensamiento, por muy pequeño que sea éste, está muy lejos de ser capaz de explicarlo y más aun de ser comprendido.

            Así pues, y siendo coherente con este escrito, aquí lo acabo, con la única intención, entonces, de iniciar una conversación de ideas entre aquellos que quieran opinar

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