viernes, 24 de enero de 2014

ESCRIBIR DESNUDO



El escribir es un asunto peligroso y delicado pues cuando lo haces y después, pinta, de un color u otro, todas tus actividades vitales.
El escribir significa, de por si, el tener una visión espiritual, abstracta, estética o doctrinal que, en la mayoría de los casos cuando no son una pura crónica descriptiva, es extensible al resto de tu vida.
El escribir significa contemplar a la realidad y juzgarla, bien con la razón o bien con los sentimientos.
El escribir significa vivir al desnudo ante la realidad.
El escribir es vivir buscando la verdad, fuese ésta del tipo que fuera.
El escribir literatura o filosofía implica una calificación de la realidad que nos circunvala, con toda la ansiedad, en forma de alegría o decepción que ésta nos puede dar.
Me encuentro con muchas personas que son absolutamente diferentes a cualquier tipo de escritor precisamente por el problema que estos tienen y ellos no. Este problema, esto que te incita, sería el tratar de comprender o vivir el mundo que nos rodea en su más alto grado de realidad.
Y ¿qué se quiere?
¿La verdad?
¿La belleza?
Fundamentalmente el que escribe siente inquietud ante la búsqueda de una realización que sólo te la puede dar la comprensión o placer estético transmundano, y que sólo tiene un camino, sólo tiene una manera de saber si era el correcto al final. Y esto no es una evidencia pues un libro siempre es un acto subjetivo y personal que sólo obtiene juicio objetivo al ponerlo, una vez acabado, en manos de los lectores.
Inquietud, impaciencia, perdida, la persona, en tus pensamientos.
Aquellos que vivan en el mas absoluto y macabro espíritu repetitivo y sin razón de ser, no sufren por la verdad o belleza. Verdad puntual y una belleza formal y esteriotipada.
Aquellos que buscan estas dos cosas, la verdad o la belleza, entran en el mundo de lo absoluto y se alejan, sin remedio de la inmediatez y la sinrazón de las risas como elemento formal para evadirse de la realidad.
- ¡Voto por mi incomprensión! - me dijo aquel, quiero la felicidad de la ignorancia a la pesadez de descubrir un mundo que no te gusta.
Entiendo que donde más se da esta sensación de desasosiego ante tu incapacidad de dejar de buscar, es en la filosofía.
Pero, un tipo especial.
Si nos remontamos en la historia, la filosofía fue, en un principio una ciencia más, después se distinguió pero siguió con su aspiración organizadora, hasta que llegó la filosofía contemporánea y ésta se fue acercando poco a poco y más al individuo como unidad.
Pero aún hay mas, y esto estriba en escribir filosofía de manera narrativa, en espíritu y forma, es decir aquello que intenta situarnos y colocarnos en un supuesto sentido o significado que nos rodea, de una manera narrativa y propia huyendo de las estructuras que te alejan de tú mismo (Marie-agustine monford)
La soledad de la que piensa mas allá de lo inmediato o del que vive en la nube de la belleza no es fácil de llevar.
Para obtener estos adjetivos no has tenido que vender libros o cuadros.
No escribimos bien, pero nuestra mente tiembla ante la temática que estamos tratando o no dibujamos bien pero mi corazón llora cincelando las formas de aquella pamela que nunca ya más volveré a ver.
Si queremos englobar toda esta problemática quizás debamos hacer alusión a la ya tan resonante, pero no por ello menos cierta, calificación de este mundo como una gran búsqueda del placer físico.
No podemos huir de nuestra naturaleza definitiva y definitoria.
Sentir conscientemente y razonar con el corazón huyendo con toda la potencia que pueda sacar de las banalidades cohetaneas.
¿Es que es malo vivir en ellas?
Pues no lo sé en términos absolutos, pero si que sé, a ciencia cierta, que a mi y a otros, no nos producen satisfacción ni tranquilidad espiritual


 ¡Maldita sea!, ¡Qué no se nos olvide que tenemos un espíritu que partió hace ya miles de años de nuestras zapatillas con las que pisoteamos el mundo físico!

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