El egoísmo es un callejón sin
salida.
Es el teatro que nos desfigura.
Vivir mirándose así mismo nunca
produce satisfacción ni paz interior ni realización.
El actuar pensando hacia ti, te
produce dudas en cuanto a tus actos, pues éstos tienen el sentido y
la validez en las comunidades humanas. Solo, en el mundo, no tendría
sentido calibrar los actos que realizases
Cuando se marcha en esta dinámica,
los problemas respecto a tu comportamiento son continuas y
constantes.
Nuestra sociedad nos cría en este
caldo de cultivo y provoca acciones de acumulación material y de
poder propio y único bajo el disfraz de la felicidad.
Aquellos que su vida la desarrollan
hacia los demás encuentran satisfacción en sus actos y acciones y
no tienen dudas sobre el resultado en sus movimientos.
Tus errores son mas permisivos y la
benevolencia propia hacia tu persona, se eleva a la potencia.
La tranquilidad de la acción pensando
en los demás es producto de la falta de dudas sobre la validez de
tus actos.
La pura y dura realización humana en
la satisfacción y desarrollo personal sólo se encuentra en las
acciones realizadas y está solo se encuentra con seguridad cuando el
motivo de tu modus operante es ayudar, respetar o tolerar las
acciones de aquellos que nos rodean.
Cuando juzgas, vives encadenado al
error.
Cuando discutes, te atrapas en el
error.
Cuando perdonas y comprendes, eres
libre del error de tus actos.
Lo veo en el mundo que me rodea y lo
siento en mi persona.
La ambición, madre del egoísmo jamás
tiene límite y te lleva a la desolación ante la falta de sentido.
Es la corriente del rio que no llega al mar de la realización.
Vivir la vida como un accidente sin
fin ni motivo te hace flaquear las fuerzas.
Vivir la vida como un hecho con
motivos y finalidades, le da sentido y realización.
El punto en el cual las personas
tenemos más cerca el acto de realización en priorizar tus
relaciones externas, es la familia.
La primera unidad bajo estos
parámetros.
La familia es por necesidad,
naturaleza y evidencia, el espacio primero de búsqueda de
transparencia en tus actos y ésta solo se encuentra en vivir en la
generosidad.
El autocontrol es el camino hacia este
destino.
El que se domina así mismo, tiene
seguridad y razón de sus actos.
Y no hay mejor manera de tenerlo que
el pensar en la persona que tienes en frente.
Es cuando te olvidas del contertulio y
sólo piensas en ti, es cuando pierdes el control ante las acciones
de los que te rodean, pues tu fin es la imposición y validación
externa, que nunca sabrás si la tienes.
Rousseau y Home. No se contradicen el
uno del otro.
Los hombres somos buenos por
naturaleza y la mejor realización óptima es el positivismo
realizador bajo estos margenes de actuación.
La sonrisa de la persona generosa en
acto y corazón eclipsa totalmente la mirada inquisitiva, oculta y
escondida de aquel que sólo busca intereses en sus acciones y no la
tranquilidad del espíritu cuando sabes que trataste de ayudarle.
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