miércoles, 6 de julio de 2016

LOS ZOMBIES DEL DINERO Y EL PRISIONERO COBARDE



Claro, claro, y me decía, que el dinero era muy corrupto, malo, corrosivo y que había otros mejores caminos para alcanzar y tener la felicidad, justo en el momento en el cual pasaba por la puerta de aquellos grandes almacenes y pensé lo bueno que sería entrar con la tarjeta entre los dientes y romper cajas. ¡Un mísero, de tantos que dan, premio gordo en la lotería y a desenfundar, tal cual pistola, el plástico!
-         Sí, Alberto (cést moi), desengáñate, serías más feliz con un par, no más, de millones de euros en tu, siempre traicionera, cuenta bancaria.
Y dejando la literatura me pregunto cómo puede haber esta contradicción entre las evidencias. Sé por dónde se halla la felicidad, pero sé, para mi mal, que, por otro camino antagónico, también, supuestamente, se puede llegar.
Dios ¡donde está el error!
Dadas las características del dinero, no me gusta, pero aquí me produce felicidad. Y en el determinante “aquí” surge la solución.
El asunto no está en el dinero propio, sino el sistema que le da utilidad y validez. Pues claro que encuentro comodidad con billetes en el bolsillo, pues el sistema ha sido creado para ello.
Ya donde vivo, gente y movimientos sociales, el consumo y gasto, nos ha constituido como personas y sigue en ello, en ello está.
Si el modo de vivir fuera diferente, estas ansias de comprar como camino de la felicidad y, como no, con dinero, no sería este.
¡Sí!, quiero “pasta”, me trasmitieron y enfermé de las necesidades materiales, incuban el virus y lo inyectan de maneras calculadas y rítmicas. Hay que permanecer en el estado vírico que nos engañe sobre cómo se consigue la felicidad. Curarse, si se puede aquí, debe de ser, no lo sé, complicado.
Cuando razono y consigo alejar mi alma lo más posible del mundo inmediato, llego a las conclusiones de las últimas actividades necesarias para nuestra felicidad. Y estas, concluyo, poco tienen que ver con el dinero, pero salgo a la calle, me olvido, y la potenciación impuesta a nivel social de la comodidad física y el “vacile” general de tener una, me paro, realmente deseoso, en el escaparate de la tienda de motos Harley-Davinson y me imagino volando con ella, con el aire en mi cara, acompañado de una posible sensación de paz, tranquilidad y llibertad.
El desvíe en el desarrollo correcto de las personas, provoca y tiene consecuencias, tales como el olvido de la investigación y conocimiento propio o la descolocación y supresión de este acto.
Deambulan los zombies con los brazos alagados y billetes arrugados en sus manos, por entre las calles principales, deseosos entrar en las tiendas  a gastarlo.
-         Mira, éste siempre está perdido entre sus reflexiones y escritos, che tu, ¡que rarito!

-         Sí – les contestó- más vale ser un rarito que un prisionero cobarde.

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