Y al
entrar al supermercado me dirigí, a su tiempo, hacia la zona de las aceitunas.
Eligiendo un precio medio-bajo acabo en muchas ocasiones con una ya buenas aceitunas con anchoas.
Y
ya una vez aquí, comienza y empieza la malformación.
Nuestro paladar y hábitos alimentarios han venido marcados, sobretodo
aunque a alguno le pese, por las necesidades nutricionales. El primero de
aquellos que comenzó a tomar olivas, lo hizo con mala cara pero y a sabiendas
que se estaba alimentando.
Y
las cosas y la especie, evolucionaba. Y de padres a hijos se tramitará la
afición por una aceitunas, nutritivas
y además buenas.
La
evolución continuó y los paladares fueron cambiando de preferencias, pero
todas, dictadas necesariamente por un respeto máximo a las consecuencias
físicas, que el cuerpo es capaz de hacer
ver a la mente.
Así pues y con estos preámbulos compré las aceitunas y me dirigí, con
otras cosas hacia casa. Al llegar, abrí en bote y comencé a deleitarme con unas
aceitunas.
Pero y a la par que disfrutaba con alguna de ellas, descubrí que era una
afición buscada, maquinada y artificial.
Hábitos y costumbres somos. Lo que nos den con repetición nos gustará y
soportaremos.
Y
mi paladar acabará adictivo hacia estas
aceitunas, las cuales no tuvieron un sentido natural propio de los
comienzos en los hábitos alimentarios, sino,
solo, simple y llanamente por su precio y composición.
Nuestra evolución alimenticia estará especulada por los sabores
artificiales y directamente conseguidos por productos químicos sintéticos.
La
naturaleza dejará de actuar y las multinacionales llevaran nuestro paladar
por donde consideren oportuno.
La
inercia del consumo de ciertas sustancias, pero también en ciertas condiciones,
seguirá existiendo pero habrá perdido sus características externas pero
originarias, se mantendrá pero adaptada a las necesidades que nos quieran
producir.
Si
es de menester y conveniencia para ciertos poderes fácticos, acabaremos
deleitándonos con el consumo de suelas de zapatos gustosamente tratadas con
esencia de anchoa y algunas vitaminas escondidas entre la arrugas de la goma.
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