miércoles, 19 de septiembre de 2012

SUEÑO Y LIBERTAD






El sonido circundante hace que entienda mi singularidad, mi independencia.
Oigo las teclas de mi ordenador y escucho mi voz desde la lejanía de mi pensamiento.
Sensación, pura sensación.
Me he levantado un tanto convulso.
Los sueños son realidad. Si somos pensamiento como elemento fundamental y diferenciador, pensamos como propio, estando entre sueños. Éstos vienen, cambian de color, asoman el placer y dejan entrever las desgracias. Inquieto, inapelable. A sabiendas de esto, me acosté.
El blanco de las columnas deslumbraba el ambiente. Resoplaba una brisa celestial mientras deambulaba por el pórtico del Olimpo. Al final de éste, entre hablaba Zeus con aspecto soberbio y profundo. Me miro fijamente en la lontanía y pregunto:
- Andrés, semidiós  ¿Por qué piensas en la posibilidad de elección si eres libre y esto es indudable?
El tiempo se paró justo cuando comenzaron mis pensamientos. ¿Libre? me dije, a la par que al Dios supremo se lo decía. Pero ¿acaso me brinda otra opción con continuidad?, ¿soy parte de esos planes ya resueltos y acabados en su continuidad?, ¿donde queda mi capacidad de elección con unos elementos ya configurados y circunstancias impuestas no elegidas por mi?, ¿soy libre?.
Entre los truenos de Zeus ofendido por sugerir la posibilidad de otros planes creacionales, me desperté sonriendo de esa semisiesta tardía e innecesaria, pero grande.
Al coger el coche  camino del Gallo Rojo para ver al grupo de tertulianos de nuestra reunión semanal sonreía pensando en el sueño o al menos en su interpretación metafórica.
                     - “Pero, Andrés, ¿Qué me dices?”, aludió Antonio, “si tú no eres libre ¿Quién lo será?”. Antonio es un hombre práctico, trabajador, serio e independiente, de ahí que mezclarse que especulaciones e hipótesis indemostrables pero reales no sea su fuerte. Las comprende pero no las disfruta. Aun contándoles estas inquietudes mías producto del sueño, las bromas de Sergio, seguían sonando.
Risas, miradas, gestos, expresiones, carcajadas, escorzos significativos, voces, gritos y felicidad, al menos aparente, sesgaba toda aquella mesa.
¿Nos sumergimos en otra realidad?, ¿seguimos en contacto con la habitual y diaria?, ¿buscamos el refugio, el escape, el significado temporal a nuestra existencia en los sueños?  No sé, sigo ignorándolo.
Ya de vuelta, sudado mi corazón y mojada mi alma  en el esfuerzo mental, pase, siguiendo a mi inconsciente, por  entre los sueños. El aumento de tamaño de mi espíritu, era, es indudable, al alejarse de mi realidad es progresivo y real. ¡Cuando podré contarlo!
Al llegar a casa aquella misma noche, abrí la puerta y vino el gato a curiosear. No tiene  nombre entonces, pues yo no lo quiero poseer y además es libre pues no tiene ni Dios ni amo a quien servir.
-      “Hola Carla, buenas noches”
-      “Buenas noches, cielo”, me contestó ella.




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