martes, 31 de diciembre de 2013

EL BAR, LA VOLUNTAD Y LA PREDISPOSICIÓN

    -!No, no me hables de los problemas que tenemos!, Primero seamos conscientes de nuestra  pequeñez y con esto apliquemos el trato proporcionado que hay que darles. Esos grandes problemas  son apenas un poquito más que nada - dijo Andrés, tras limpiarse del  labio superior la pequeña ralla de espuma que se le había quedado tras apurar la cerveza.
   - Si, claro, siempre que no te pase a ti. Mira que es fácil pedirle al torero que se arrime más desde el burladero - dijo Juan a la par que cogía su pequeño y concentrado café.
  - Y me puse a mirar  - siguió Andrés, el atardecer. Era todo un inmenso mantel de nueves enrojecidas, que entre las sombras y el color llegaban hasta la cumbre de la gran montaña. Allí no cabían mis problemas, ellos y yo enpequeñecimos. Sentí y pensé que aquello que me quita el sueño pasará y será este espectaculo lo que sí que seguirá.
   - Pero, Andrés, qué hacemos con la angustia que estos nos provocan
   - Venciendolos bajo el principio que ellos y nosotros moriremos en el tiempo  y no habrá continuidad donde pagarlos.
   - Bonitas y buenas tus palabras, pero he de decirte que la grandeza de la inmensidad muere si nuestra pequeñez no la vea y admire como tal.
   Andrés y Juan permanecieron pensando cayados unos minutos, mirandose en el espejo que tenían delante  y meditando sus dudas, conclusiones  y el problema sin resolver.
   Boby, camarero, Chileno, a su vera y detrás de la barra había seguido toda la conversación  y allí estaba mirandolos bajo su piel oscura y sus ojos betun. Sin mediar mas palabra por la amistad que el poner cervezas y cafe le había dado, les dijo
   - Primos, el mundo, los problemas y demás, no son nada. Lo único que hay es voluntad y predisposicion, que tintan y dan forma y color a todo lo que nos rodea.
   Los dos, voltearon la cabeza hacia él y le mirarón con sonrisas y afirmaciones.
    Apenas unos metros suyos hacia su derecha, una mujer de mediana edad sacó una pequeña agenda de su bolso.
 Ya habían entrado al local con los ojos enrojecidos y ahora comenzaban, huyendo de sus ojos a recorrer por sus mejillas unas discretas lágrimas mientras escribía en ella voluntad y predisposicion.
   - "Gracias, boby, gracias"

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