La entidad
ontológica no tiene porqué ser unidad.
Cuando hay
diferentes elementos, que configuran unas circunstancias, realizan, entre todos
ellos, la unidad.
Las
personas somos siempre y por definición empírica, material o espiritual,
sujetos en formación y proceso. La quietud cae en la propia trampa de ser un
paso más en algún momento del camino, en la suma de elementos formadores.
Un
ejemplo ilustrativo y claro, es la música, entendida ésta como sonido, ritmo y
mensaje.
-
Pero ¡no te engañes! – decía aquel amigo del
otro amigo en la puerta pequeño restaurante donde íbamos a cenar- esas
modificaciones sonoras no actúan ni modifican para nada tus estructuras y
funcionamientos mentales. Son affeaires sentimentales. No es un elemento más
formativo de tu estructura racional – mientras éste me hablaba, sonaba en el
coche, del cual había salido, una buena, muy buena música de los 80, y entre sus
ritmos asentí sonriendo pensando en la exagerada largura del pensamiento que
había hecho. Ahora bien, tras la cena, fuera de los 80 y con una suave música clásica
pendulando por el ambiente, y mirándole, volví a perder la conciencia del lugar
por algunos instantes, vi como ante la tranquilidad del lugar, el razonamiento
variaba.
El ser humano, entendido como ser
social y político, tendrá su entidad en la suma de las circunstancias
formadores y nunca en absoluto, puro y definido. La música no hace temblar tú
corazón. Ésta te desvía o endereza directamente los pensamientos. Confundimos
los aparentes estados enajenados producidos por la música, con momentos
puntuales, constitutivos y absolutamente fiables de nuestra esencia total.
Tenemos música de todo tipo y para todos los momentos, todos. No
encontraran ninguna actividad a la cual no entrases algún tipo de música para
acompañarla. La mente del ser humana no es un elemento propio y funcional, sino
un centro de operatividad que actúa directamente sobre la acción y decisión de
este.
Hablo de la música, tratando de
ilustrar con cercanía la dependencia total del razonamiento con las
circunstancias que le rodeen. Los adoctrinamientos son el caso más evidentes
del producto, pero que menos incide en el alcance del mismo.
Prueben Ustedes realizar algún tipo
de texto escrito aludiendo a temas personales, sentimentales, existenciales,
vitales, tratando de razonar con toda corrección sobre ellos, pero, y aquí viene
la prueba empírica que tanto necesitamos, escriban sin música unos y sobre
otros pónganse música y cambien el tipo, radical, entre un escrito y otro. En la comparación está la
prueba. El cambio no es accidental y contingente, sino esencial y constitutivo.
Quiero pensar que el razonamientos,
maneras, pensamientos con los que trabajo cuando siento el ánimo de la música,
tengan la misma validez, si la tiene, de mi forma de pensar en la total
normalidad. Que no sea un escrito viciado y así sería corrompido, por un
elemento externo. La música, será un elemento formativo, propio y constitutivo
de la entidad pensante y, entonces,
igual de válidas las conclusiones en la niebla de la música, en el marco
operativo, y con la misma posibilidad de certeza que el resto.
Articuloshiperbolicos.blogspot.com
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