-
Pero, amigo, ¡qué me cuentas!
-
Lo que oyes, no más – le dijo sonriéndole.
-
¿Entonces vas a reducir tus compras a las
tiendas que rodean tu casa y la elección de los productos va estar dirigida por
esos principios? – le dijo Pedro a Andrés, acercándose hacia Él con el
movimiento de apoyarse en la barra.
-
Sí, compraré los enchufes en la pequeña ferretería
cuyo dueño es aquel que veo abrir su tienda, mientras yo salgo para ir al
trabajo. No quiero irme, en coche, a un gran almacén a comprar estos mismos
enchufes.
-
Sí, pero sabes que en estas grandes superficies
vas a encontrar muchos más productos que en cualquier ferretería media que te puedas
encontrar en cualquier ciudad – le dijo Pedro de manera, cercana, pero conclusiva
-
Sí, esos mismos productos que tanto quieren que
compre y que yo trataré de vivir sin ellos.
Se miraron y sonrieron. Pedro pensaba que sabía de la claridad
de ideas y fines de Andrés, pero sabía algo más que Él no sabia, que eran de la utopía e imposibilidad de su puesta en
funcionamientos. Andrés le sonreía y mirándole, se decía de la perdida de
potencia intelectual por el miedo al cambio, aun siendo progresivo y ordenado.
-
Camarero, por favor – dijo Andrés- póngame un
poliol – estaban en el café de siempre, al que iban, tal cual y como caracoles,
todos y en algún momentos de esos, días.
-
Andrés – interpeló Pedro- y ahora háblame de
aquello de los nuevos principios regidores de la compra – ahora sí que le sonrió
con franqueza esperando la enumeración.
-
Vale. Uno – le sonrió también, se divertían- nunca
comprar un alimento que esté fuera de temporada natural de consumo. Las
naranjas en el suyo, las fresas en el otro y las manzanas en sus meses.
-
¿Por qué?
-
Porqué no será fruta congelada con la
disminución de la calidad, ni mantenida con el encarecimiento del precio.
Siguieron discutiendo un rato en este sentido de evitar la utilización
de estabilizantes, principalmente el E-1425 y otro elementos aumentando el
consumo de los elementos sin manufacturar.
-
No retiro nada del mercado, sólo elijo mi
compra, la haré selectiva bajo mis nuevos principios.
Andrés levantaba los
manos, tratando de convencer a Pedro de la utilidad, salida y aplicación de sus
ideas constructivas de las nuevas estructuras de funcionamiento del mercado.
-
Simplifica las relaciones, el radio de consumo,
individualiza al máximo los mercados. Cambiemos la metódica de consumo, lo cual
servirá como un método de cambio progresivo y no traumático de las – paró de hablar, y se inclino algo hacia atrás
pensando la palabra- ¿injusticias, irregularidades, disfunciones?, que producen
en la relación social producto de las grandes centralizaciones mercantiles.
-
Entonces ¿me estás diciendo que pretendes tratar
de vivir de las pequeñas tiendas circundantes de tu barrio, consumir
principalmente los productos de las cercanías y en sus momentos propios?
-
Sí.
Volvieron a sonreír. Eran dos planteamientos existenciales
muy lejanos, pero que les producía satisfacción debatir sus diferencias. Quizás
fuese las ganas de hablar y discutir, el elemento que superando todas las
diferencias, asume y domina la existencia de su amistad.
El sol
entraba de refilón, ya muy bajito, por entre los cristales de la puerta del
café. Era pronto, pero el invierno ya llego y la noche, andaba más rápido
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