domingo, 27 de noviembre de 2016

EL CAFÉ. MI PEQUEÑO MERCADO.



-         Pero, amigo, ¡qué me cuentas!
-         Lo que oyes, no más – le dijo sonriéndole.
-         ¿Entonces vas a reducir tus compras a las tiendas que rodean tu casa y la elección de los productos va estar dirigida por esos principios? – le dijo Pedro a Andrés, acercándose hacia Él con el movimiento de apoyarse en la barra.
-         Sí, compraré los enchufes en la pequeña ferretería cuyo dueño es aquel que veo abrir su tienda, mientras yo salgo para ir al trabajo. No quiero irme, en coche, a un gran almacén a comprar estos mismos enchufes.
-         Sí, pero sabes que en estas grandes superficies vas a encontrar muchos más productos que en cualquier ferretería media que te puedas encontrar en cualquier ciudad – le dijo Pedro de manera, cercana, pero conclusiva
-         Sí, esos mismos productos que tanto quieren que compre y que yo trataré de vivir sin ellos.
Se miraron y sonrieron. Pedro pensaba que sabía de la claridad de ideas y fines de Andrés, pero sabía algo más que Él no sabia, que eran de  la utopía e imposibilidad de su puesta en funcionamientos. Andrés le sonreía y mirándole, se decía de la perdida de potencia intelectual por el miedo al cambio, aun siendo progresivo y ordenado.
-         Camarero, por favor – dijo Andrés- póngame un poliol – estaban en el café de siempre, al que iban, tal cual y como caracoles, todos y en algún momentos de esos, días.
-         Andrés – interpeló Pedro- y ahora háblame de aquello de los nuevos principios regidores de la compra – ahora sí que le sonrió con franqueza esperando la enumeración.
-         Vale. Uno – le sonrió también, se divertían- nunca comprar un alimento que esté fuera de temporada natural de consumo. Las naranjas en el suyo, las fresas en el otro y las manzanas en sus meses.
-         ¿Por qué?
-         Porqué no será fruta congelada con la disminución de la calidad, ni mantenida con el encarecimiento del precio.
Siguieron discutiendo un rato en este sentido de evitar la utilización de estabilizantes, principalmente el E-1425 y otro elementos aumentando el consumo de los elementos sin manufacturar.
-         No retiro nada del mercado, sólo elijo mi compra, la haré selectiva bajo mis nuevos principios.
 Andrés levantaba los manos, tratando de convencer a Pedro de la utilidad, salida y aplicación de sus ideas constructivas de las nuevas estructuras de funcionamiento del mercado.
-         Simplifica las relaciones, el radio de consumo, individualiza al máximo los mercados. Cambiemos la metódica de consumo, lo cual servirá como un método de cambio progresivo y no traumático de las –  paró de hablar, y se inclino algo hacia atrás pensando la palabra- ¿injusticias, irregularidades, disfunciones?, que producen en la relación social producto de las grandes centralizaciones mercantiles.
-         Entonces ¿me estás diciendo que pretendes tratar de vivir de las pequeñas tiendas circundantes de tu barrio, consumir principalmente los productos de las cercanías y en sus momentos propios?
-         Sí.
Volvieron a sonreír. Eran dos planteamientos existenciales muy lejanos, pero que les producía satisfacción debatir sus diferencias. Quizás fuese las ganas de hablar y discutir, el elemento que superando todas las diferencias, asume y domina la existencia de su amistad.
El sol entraba de refilón, ya muy bajito, por entre los cristales de la puerta del café. Era pronto, pero el invierno ya llego y la noche, andaba más rápido 

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