¿Cosmología?, cómo el que más de entonces, pero no para saciar
mi curiosidad, sino para situar el supuesto sentido. Aristóteles se acostaría satisfecho
tras una tarde de educación en su Liceo habiendo llegado a una resolución
conclusa sobre la posible definición del cosmos en su movilidad esencial. Pero,
aquellos que no reflexionamos de manera lúdica, no es un ejercicio de amor al
pensamiento, es una necesidad vital, el cosmos en su infinitud espacio/temporal
y el intento científico de explicarlo no me conduce hacia la satisfacción. La posibilidad
de hacerlo, con solvencia y definitivamente, es inexistente.
¿Ontología?, las definiciones que se le dieron al ser, se
alejan considerablemente de mis reflexiones sobre los sujetos/objetos que
poblamos la tierra. Platón dormiría a pierna suelta, tras haber deducido, delante de sus alumnos
en la academia, como la idea de bien, que produce la perfección y la utiliza
como referencia sustancial del individuo. Yo no. Mi reflexiones se hunden,
precisamente ante la duda de ninguna entidad perfecta, acabada, precisamente
por el constante devenir de la vida sin aparente final.
¿Ética Platónica y Aristotélica?, sí, sintiéndose parte de
los afortunados, en su elitismo, configuraban una situación ética y política. Tú naturaleza y tus virtudes
provocaban la siempre posible control sobre tu persona. Lejos y más lejos de mi
se sitúan estos dos maestros y genios. No llego a sentarme en la mesa, pero tiemblo
ante la posibilidad de deducir y dibujar el camino necesario que seguirá el
sujeto y su capacidad de control en la supuesta verdad. Mi razón se suicida
cuando intento encontrar una razón de ser ante la situabilidad Ética y Política actual. Disfrutaban haciendo
pintura, de aquello, que ni en su tiempo existía.
La Filosofía no es el arte del divertimento mental.
La Filosofía, en la que yo creo, no está hecho como un puro desarrollo lógico en búsqueda de la
exactitud del razonamiento.
La Filosofía no es la satisfacción de una pura curiosidad
que te deje tranquilo, dentro del engaño del conocimiento, aquella tarde.
Cada vez presto menos atención, por momentos aumento la
frecuencia de mirar hacia otro lado, por momentos no entiendo , porque no quiero
largos razonamientos, correctos, magníficos, sublimes, bellos, pero que no
valen para nada.
Mi diversión con la gnoseología Kantiana podría reducirse a
un tratado de cuatro folios con un estudio esquematizado de sus juicios, de
todos ellos, con sus formas, maneras y consecuencias. Sabio, muy sabio, pero en
la filosofía busco algo más que una verdad inmutable, unos modelos invariables,
ciertos que no me valgan, al menos, para llenar, durante unos instantes, mi corazón
de alegría.
Nietszche, ¡oh!, mi polémico y siempre amado. Quizás le
tenga miedo a seguir, pues su Filosofía de la salida de una opresión impuesta
en su momento y lugar. Me produce un animo a luchar pero me distancio de él,
rápidamente, cuando me relamo la insatisfacción vital deprimente que veo en él.
La Filosofía, como ciencia del pensamiento, se me escapa.
Quizás sólo busque en ella su capacidad para trasmitir ideas
debido a su labor durante siglos.
Pero mi reflexión no toma, en estos momentos, en esta época,
ninguna vertiente racional, justa, inmutable, total, explicativa, perfecta en
su construcción, coherente, lógica, bella en su forma pero válida no más que
para el disfrute personal.
Me atrae más nadar entre las dudas formativas de mis
pensamiento, a sabiendas de sus mayores posibilidades eficientes en la vida
propia de cada uno.
Veo más constructivo expresar aquellas verdades que vemos a
lo lejos y de refilón, pero que sentimos como ciertas, que aquellas verdades,
que se alejan, separan y te mienten desde la distancia del razonamiento y
disfrute.
La reflexión en la descripción, análisis y estudio de tus
sensaciones, sentimientos, deseos, estados, desde una óptica racional y correcta, si que me lleva a, no sé cual,
pero si que a algún lugar.
Medito sobre mis penas
y alegría y me conozco más.
Y esto también es Filosofar.
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