miércoles, 18 de enero de 2012

LOS SUEÑOS, LA BELLEZA Y EL TIEMPO



El ronroneo de la vida pulula siempre a mi alrededor.
Si sacamos la razón, es decir dividimos los actos realizados por los soñados, nos sale insultantemente bajo el resultado. Quiero decir, soñamos mucho mas, algunos muchísimo más, de lo que tenemos, conseguido o nuestros avatares cotidianos. El resultado es desolador. ¡Mil Dioses! ¿Esto será malo definitivamente?
            Será si consideramos la realización de la vida en estos hechos habituales.
            La diferencia del homo del resto de los seres vivos consiste en la propia consciencia de uno mismo, de nuestra individualidad plantada en la maceta de la natura.
            Con esto la ruleta se atasca, la única bala de las seis en la pistola, se derrite. El ser humano está atado por necesidad a nuestros hechos únicamente mentales. Son elementos insolubles que nos conforman. Es la característica y las consecuencias que la acompañan lo que nos diferencian de un bello delfín.
            Entonces lo que sería actuar a contra natura sería intentar salir de nuestra individualidad y mundo interior.
            Como decía aquel,  la virtud está en el término medio pues cualquier extremo será equivoco. Así cumpliendo con nosotros mismos, soñemos, planeemos, calculemos, probemos  e imaginemos.
            El único problema, entonces en nuestra constitución, son las variaciones emotivas que podemos encontrar en estas circunstancias.
            Oyendo aquella canción que pone música a una bella poesía dándole un ritmo melancólico pero agradable y hermoso, baje las escaleras de mi casa tarareándola y recodándola aludiendo a aquello que me placía, abrí la puerta del portal y al momento me golpeó un ruido fuerte y desagradable y los humos que desprendía un vehículo de la limpieza. Esto me trajo una caída espiritual y vertiginosa hacia la sucia realidad de  mis pensamientos impolutos y virginales en esa canción.
            La solución de situaciones  circundantes supone una cuestión psicológica que tiene además resultados Éticos y sociológicos.
            ¿Aceptamos que éste  es nuestra habitualidad queramos o no?
            ¿Luchamos contra esto que nos rodea y proponemos una rebeldía vital?
            ¿Será bueno sumergirnos en un autocontrol que te aleja de la realidad en la que están insertos todos tus conocidos?
            Así y otras muchas preguntas caen aquí. Es la pregunta  vital y metódica por excelencia.
            Aceptemos que el término final consistirá en evocar, enardecer y darle su justa importancia a actividades propiamente humanas; es decir pensar, soñar, calcular y trabajar la mente.
            Cuando juegas una partida de Ajedrez contra el ordenador, amigo o vecino, te estás portando como un ser humano propio.
            Si discutes verbalmente con otro por las razones que esgrime para justificar esto o lo otro, actúas dentro de nuestro género.
            Un perro también disfruta asomando la cabeza del coche y sentir el viento.
            Los monos también se lían a bofetadas y gruñidos cuando se sienten molestos.
            Ahora bien, ninguno de estos quedará perdido en si mismo calculando, planeando o pensando en sus  circunstancias propias, que las personas podemos hacer y nos distingue.
El asunto está en tomar como posible aquello que no es así.
            Es decir, la insatisfacción vital se compone de un ansia ante no tener lo deseado, cuando esto, lo deseado, no es una realidad formativa.
           Calificamos como negativo algo que no lo es pues sólo tiene una dimensión y por tanto no se subdivide en bueno o malo.
          No esperemos más de lo que hay.
          El aceptar las circunstancias formadoras y constitutivas es necesario.
          Soñar es bueno, pero es un error hacer sobre lo imposible.
          Entiendo que se puede llevar una buena vida teniendo un alto grado de satisfacción material, bienestar circundante y una gran dosis de inconsciencia.
          Sin ella, la inconsciencia, una gran tranquilidad emocional no es posible o al menos muy difícil.
No son pensamientos pesimistas ni trágicos, pues el asumir la dimensión formadora y esencial de la vida nos puede llevar a la consciente tranquilidad.
            El aceptar la realidad, nos hace libres.
            Así pues, calculemos, creemos, pensemos, soñemos, imaginemos, hagamos hipótesis y demás pues sólo así podemos tener, por necesidad definitoria, una realización como personas, como Homo Sapiens que somos.
          Como tales, creamos, hacemos arte y soñamos.
         Lo más cercano a la vigilia soñada es el arte.
           La belleza no tiene ni rectas ni curvas, lo hermoso ni forma ni volumen, la simpatía no tiene la boca ni abierta ni cerrada. El arte va sin nemotécnicas ni epistemologías directamente al corazón
            El encontrar unas formas acabadas y definitorias es un sinsentido. La curva de la hermosura se dará a través del grado de en la visión que lo haga, el arte empieza y acaba allá donde viene la mirada.
Es un sindecir, es una vía de escape y reconstrucción, es la falta de intención de definir lo indefinible. Las ideas se amontonan, se empujan y ninguna triunfa sobre las otras.
            El camino de llegar a la belleza, se torna, gira y se confunde con la búsqueda de la verdad, de la armonía y el equilibrio. La verdad no tiene porque ser la hermosura y la mentira puede resultar bella.
            Pero,  ¡quién se atreve desde nuestra pequeñez a atisbar una definición sobre lo hermoso y bello! Puede que precisamente en el campo estético encontremos nuestra singularidad, individualidad ante la falta de normativa posible aplicación y generalización en su aprecio.
            El tiempo y sus circunstancias nos encadenan, nos engañan y nos hace creer en absolutismos. El arte es el ejemplo del mayor engaño al que estamos sometidos todo nuestro género. La belleza es pletórica, constructiva, enriquecedora y formadora, pero que jamás a nadie se le olvide que es una enorme demostración de la inexactitud de las personas como tales y nuestra falta de universalidad.
            Apenas se oye susurar cuando pasa lentamente a tu lado.
            El movimiento es lento, pesado y transcurre girando siempre entorno así mismo.
            El tiempo es caprichoso y siento que él elige la velocidad con la que se va.
            Pasa volando entre paseos. Son mis piernas las que me llevan, pero es mi mente e imaginación con la que vuelo y corro en la libertad del pensamiento.
 
           Como estallidos de luz en una noche cerrada, aparecen mundos diferentes cada vez que giro y con mis ojos veo a la persona.
           Sus preguntas sobre los sentidos, sensaciones, emociones y razones del mundo que rodean, me arrastra, sin remedio, hacia la ignorancia.
          Morir, que no quiero, vivir, que no puedo, me gritó, con los labios cerrados , el último transeúnte.
        El tiempo no avisa ni advierte con que se va, se escapa rasurando con la verdad todos  mis amores.
        Los sueños son la cárcel que me libera, escapando del constante goteo de mi tiempo en el grifo de la vida.
        Buscando la belleza me sumerjo en el mundo de la comprensión y ella, la belleza, huye y escapa entonces hasta la antípodas de este entender.
         La poesía nació para hablar de la belleza de mi mujer y su rima me esquiva cuando el tiempo y su sinrazón se esconde entre las líneas.
          Me voy, me digo a la par que me quedo.
          No te quiero, te decía mientras te besaba a ritmo de caricias.
         No avanzo le decía, en aquel momento en el que me deslizaba a velocidad de vértigo aprendiendo de lo que me rodea.
          No creo en afinidades siquiera. No creo en mecanismo de pensamientos parejos y simétricos de una para con el otro. Tenemos un universo propio y formador. La misma reacción ante situaciones similares no es más que una imposición educativa. La evolución nos llevo a la libertad y la naturaleza nos mantiene unidos.




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