De
la tranquilidad de la decisión anterior, al momento puntual de
aplicarla, hay un cambio Ontológico.
El
de la distancia que sosegadamente recapacita sobre su actos,
desaparece y deja al qué actúa en el momento en el cual deja de ser
espectador.
Son
los momentos del pensamiento y el ser como adjetivos calificativos
sobre la definición de lo que somos.
Nos
pensamos desde la distancia, nos vemos desde lejos y desaparecemos en
nuestra pensar cuando somos.
Son
dos momentos distinguibles y manifiestos.
Describo
lo que todos hemos experimentado.
Son
dos actos voluntariosos, uno en el momento de la acción, se decide y
otro en el pensamiento anterior sobre la acción. La voluntad es
reflejo de una identidad propia pertenecientes a cada uno, que
define.
La
interacción entre ambas entidades, el ser y el pensamiento, es clara
y manifiesta, pero su diferencia existencial y operativa también.
Sí,
no se puede pensar sin ser, pero el ser que no es pensado, no tiene
existencia. Se necesitan para manifestarse, pero ésto no ahoga se
independencia.
La
imposición del pensamiento sobre la existencia, es un acto
beneficioso y constructivo para nuestra persona. Nuestro ser es
inalterable pero puede ser conducido o controlado. Jamás dejaremos
de tener los mismos impulsos, gustos y reacciones, pero pueden no
salir nunca más después de la última, con el control de nuestro
pensarr. Nunca dejaremos de ser lo que somos, aun pudiendo actuar de
manera contraria.
Y
de aquel que quería no fumar más, que en la tranquilidad de su
pensamiento sobre la cama después del último cigarro y ver su
necesidad de dejarlo, llega la mañana y el pensamiento estático y
dominador desaparece y el ser llega con un cigarro entre los dedos.
Debíamos
para nuestro mejor control, dirección y estudio diferenciar de
manera más estricta nuestra dimensión en el pensamiento de nuestra
existencia.
La
mejor manera de conocerte es la máxima diferenciación entre cuando
eres y cuando te piensas.
Observarte,
conocerte y poder actuar desde la paz de y en la reflexión.
El
estado más alto de satisfacción sería tener una existencia
conjunta de ambas esferas, siendo el pensamiento, que sin bailar ni
beber, tomara las decisiones en la fiesta de la vida.
Pero
esto es imposible pues nuestra existencia es primaria, al pensar
sobre ella. Siempre los actos irán por delante a sus reflexiones
sobre ellos.
Cuanto
más potenciamos nuestro pensamiento y la utilización de la
voluntad, más humanos seremos pues el pensar en abstracto como
elementos formativos de una realidad es propio nuestro, mientras que
ser y actuar en el momento dado y puntual, es signo de vida
generalizada.
Cuando
vivimos, pensamiento desaparece y la entidad sin control, el futuro,
aparece.
Cuando
pensamos, el vivir se detiene y observamos en el pasado.
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