domingo, 25 de enero de 2015

DEL MOVIMIENTO COMO ELEMENTO DEFINIDOR DE LA VIDA. En la vida, no hay un punto final, no hay un estado concluso, el devenir y el movimiento es su esencia. El estaticismo es nuestra manera cultural adquirida, de concebir la existencia de cualquier elemento. Cuando entendemos cualquier objeto, conjunto o entidad, ya sea física o metafísica, la estipulamos en un dinámica detenida en un punto o en un acto repetitivo, constante y definido, que por estas mismos adjetivos se constituye en estático. La definición del objeto implica la alusión a elementos constantes que funcionan como armatoste constructivo para su comprensión. La vida humana no tiene esta estructura definitoria pues no tiene en si unas características definidas por dar un estado de realización, es decir, estático y conclusivo. La vida está en contaste construcción sin ser posible donarle unas leyes de funcionamiento conclusas y que permita la previsión. No hay ningún elemento definitivo que defina por necesidad, ningún acto humano, electivo y voluntariosos. El camino se hace al andar, como decía uno y cantaba el otro. La búsqueda de definiciones en torno a qué es la vida y cual son los elementos a realizar para conseguir estados de realización por conformar nuestros elementos constitutivos, es un imposible. Las personas evolucionamos y nos construimos conforme a los elementos circunstanciales, de todo tipo, que nos rodean. La actuación correcta es la adaptación a ellas. La búsqueda en sí, es la esencialidad de la vida. La adaptación al movimiento implica una construcción y actuación constante. Es la idea del sin fin ni principio y su imposibilidad de individualización como objeto, que le dé existencia y posibilidad de ser entendido y estudiado. De aquí la improbable comprensión de la vida, de nuestra existencia en su totalidad, pues siempre habrá futuro y elementos constitutivos problables. Nuestra vida particular e independiente tenemos que aceptarla como un comienzo diario, pues esto es su esencia y existencia. Si el único conocimiento claro de la vida lo situamos en su constante construcción, esto nos lleva a poner el punto comprensivo en el propio momento oportuno de la definición. El pasado no me importa, no voy a ningún lado y voy a moverme correctamente en lo único que tengo, es decir, este presente. La necesidad de valores y elementos de definición son necesarios pero no por la búsqueda de un estado final, sino por el propio funcionamiento del presente. Me sentaría al lado de Heráclito, mirando el rio, y lo estudiaría como una metáfora de la existencia vital, su esencia, disfrute y realización. Articuloshiperbolicos.blogspot.com Amazon. Alberto Barata. Cartas a Jorge. Concierto callejero. Reflexiones literarias.


En la vida, no hay un punto final, no hay un estado concluso, el devenir y el movimiento es su esencia.
El estaticismo es nuestra manera cultural adquirida, de concebir la existencia de cualquier elemento.
Cuando entendemos cualquier objeto, conjunto o entidad, ya sea física o metafísica, la estipulamos en un dinámica detenida en un punto o en un acto repetitivo, constante y definido, que por estas mismos adjetivos se constituye en estático.
La definición del objeto implica la alusión a elementos constantes que funcionan como armatoste constructivo para su comprensión.
La vida humana no tiene esta estructura definitoria pues no tiene en si unas características definidas por dar un estado de realización, es decir, estático y concluso.
La vida está en contaste construcción sin ser posible donarle unas leyes de funcionamiento conclusas y que permita la previsión.
No hay ningún elemento definitivo que defina por necesidad, ningún acto humano, electivo y voluntariosos.
El camino se hace al andar, como decía uno y cantaba el otro.
La búsqueda de definiciones en torno a qué es la vida y cual son los elementos a realizar para conseguir estados de realización por conformar nuestros elementos constitutivos, es un imposible.
Las personas evolucionamos y nos construimos conforme a los elementos circunstanciales, de todo tipo, que nos rodean.
La actuación correcta es la adaptación a ellas.
La búsqueda en sí, es la esencialidad de la vida.
La adaptación al movimiento implica una construcción y actuación constante.
Es la idea del sin fin ni principio y su imposibilidad de individualización como objeto, que le dé existencia y posibilidad de ser entendido y estudiado.
De aquí la improbable comprensión de la vida, de nuestra existencia en su totalidad, pues siempre habrá futuro y elementos constitutivos probables.
Nuestra vida particular e independiente tenemos que aceptarla como un comienzo diario, pues esto es su esencia y existencia.
Si el único conocimiento claro de la vida lo situamos en su constante construcción, esto nos lleva a poner el punto comprensivo en el propio momento oportuno de la definición.
El pasado no me importa, no voy a ningún lado y voy a moverme correctamente en lo único que tengo, es decir, este presente.
La necesidad de valores y elementos de definición son necesarios pero no por la búsqueda de un estado final, sino por el propio funcionamiento del presente.
Me sentaría al lado de Heráclito, mirando el río, y lo estudiaría como una metáfora de la existencia vital, su esencia, disfrute y realización.




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