En
la vida, no hay un punto final, no hay un estado concluso, el devenir
y el movimiento es su esencia.
El
estaticismo es nuestra manera cultural adquirida, de concebir la
existencia de cualquier elemento.
Cuando
entendemos cualquier objeto, conjunto o entidad, ya sea física o
metafísica, la estipulamos en un dinámica detenida en un punto o en
un acto repetitivo, constante y definido, que por estas mismos
adjetivos se constituye en estático.
La
definición del objeto implica la alusión a elementos constantes que
funcionan como armatoste constructivo para su comprensión.
La
vida humana no tiene esta estructura definitoria pues no tiene en si
unas características definidas por dar un estado de realización, es
decir, estático y concluso.
La
vida está en contaste construcción sin ser posible donarle unas
leyes de funcionamiento conclusas y que permita la previsión.
No
hay ningún elemento definitivo que defina por necesidad, ningún
acto humano, electivo y voluntariosos.
El
camino se hace al andar, como decía uno y cantaba el otro.
La
búsqueda de definiciones en torno a qué es la vida y cual son los
elementos a realizar para conseguir estados de realización por
conformar nuestros elementos constitutivos, es un imposible.
Las
personas evolucionamos y nos construimos conforme a los elementos
circunstanciales, de todo tipo, que nos rodean.
La
actuación correcta es la adaptación a ellas.
La
búsqueda en sí, es la esencialidad de la vida.
La
adaptación al movimiento implica una construcción y actuación
constante.
Es
la idea del sin fin ni principio y su imposibilidad de
individualización como objeto, que le dé existencia y posibilidad
de ser entendido y estudiado.
De
aquí la improbable comprensión de la vida, de nuestra existencia en
su totalidad, pues siempre habrá futuro y elementos constitutivos probables.
Nuestra
vida particular e independiente tenemos que aceptarla como un
comienzo diario, pues esto es su esencia y existencia.
Si
el único conocimiento claro de la vida lo situamos en su constante
construcción, esto nos lleva a poner el punto comprensivo en el
propio momento oportuno de la definición.
El
pasado no me importa, no voy a ningún lado y voy a moverme
correctamente en lo único que tengo, es decir, este presente.
La
necesidad de valores y elementos de definición son necesarios pero
no por la búsqueda de un estado final, sino por el propio
funcionamiento del presente.
Me
sentaría al lado de Heráclito, mirando el río, y lo estudiaría
como una metáfora de la existencia vital, su esencia, disfrute y
realización.
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Alberto Barata. Cartas a Jorge. Concierto callejero. Reflexiones
literarias.
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