Cómo
me duele mi relación con mi sufrida filosofía.
Comienzo
por no saber realmente como llamarla, continuo por no poder
completar
su totalidad de
contenido,
me envuelvo en problemas sin solución, la adoro, la admiro, tan
pronto como la veo
con desdén aquellos días en los que pienso de su inutilidad.
Las
filosofía
sobre elementos abstractos, cualesquiera, es el camino, por propia
definición, sin fin.
En
su origen etimológico,
así era y todo, es decir
el amor a la sabiduría,
sin más motivo que su contemplación. Las personas eramos, y lo
hemos sido hasta hace poco, comprendidas dentro de una estructura
de entidades metafísicas, tales
como el orden existente, la esencia de los objetos, la bondad de los
actos, la existencia de la justicia y otros contenidos similares.
Y
he aquí donde tendremos que establecer la bifurcación en el camino
y buscar un cambio del pensamiento, es decir, reflexivo, pero que se
acerque bastante más a nuestra comprensión de la vida.
La
verdad está en lo fácil y lo sencillo, lo primero es simple.
Hay
muchas sentencias de grandes y conocidos filósofos que huyen
tremendamente de la comprensión
directa y fácil y se sumergen en unas estructuras de conceptos
difíciles
de entender y de relacionar.
Hay
que hacer reflexiones aplicables, un estudio de la realidad
circundante sin más apoyo y ayuda que tus sensaciones primeras.
La
incursión de grandes e inmensos términos
y significados, son los que hacen que las personas huyamos de los
escritores llamados filósofos.
En
sus primeros momentos, aquellos que la formalizaron y comenzaron a
tratarla como tal, poco o nada tenían que ver con las personas de la
realidad actual.
Hay
que hacer interesante y atractivas estas reflexiones para todos y
esto consistirá en darle una utilidad a esta acción, quitarle su
pura dimensión artística-intelectual
y trasmitir los pensamientos de una manera clara y sin términos
no usuales y cotidianos.
He
estudiado el arte de la filosofía, pero no quiero que se quede en el
museo, sino que salga a la calle y para ello, hay que quitarle el
marco conceptual y demás de grandísimo peso y pasearla debajo
del brazo y conversar con los demás sobre ésta.
La
filosofía ha de cambiar, debe de dejar de estar hecha bajo una serie
de condiciones
que permitan su extensión y deje de ser un bicho raro en el corral
de las ovejas.
Los
autores deben de entender al público que van dirigidos sus escritos.
Me
niego a pensar en la filosofía como una fruta
del bosque carameleada
sobre una galletita y quiero que la entendamos como un buen
plato
de pasta
que nos dé energía.
Yo
disfruto
con Wittgeintein, Nietzsche, Kant, Hegel, Ortega, Aristoteles, pero
soy también consciente que su lectura y disfrute no está enfilado
hacia casi nadie, sin
experiencia en esto,
pues se convierten en una lectura difícil,
lenta y de dura comprensión y además, tras ello, te queda, para
aquellos que la busquemos, una gran satisfacción intelectual, pero
nada más, y esto no ha de ser así.
No
hay que hacer de la capacidad humana de reflexionar sobre algunos
temas vitales, un ejercicio de filosofía lejana e inutilizado por su
propia definición.
No
filosofía, si no, historia del pensamiento y reflexiones.
Las
reflexiones sobre
el mundo, su entidad y su orden tenemos que plasmarla
y explicarla en el mismo plano de aquello sobre lo que desean
explicar.
Si
queremos hablar del espíritu,
hablamos de hasta donde llega tu alma con esta canción y la
existencia o realidad de
esta esta que lo acoge, allí y en ese momento
y no sobre la necesaria Ontología
metafísica
en la dualidad inherente en el ser humano.
Busquemos
una reflexión interesante y no una filosofía tórrida
y lejana.
Dejemos
de entendernos como totalidades a la hora de explicar los
acontecimientos
y expliquemos el mundo desde nuestra pequeña individualidad.
Cuanto
más alejas la filosofía
de la persona primera, menos interesante será potencialmente.
Hablar
con sabiduría
(sophia), no necesita de los grandes discursos e ideas.
Articuloshiperbolicos.blogspot.com
Amazón.
Libros. Alberto Barata Aznar
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