Y
entre los ahogos de las conclusiones llegadas, trato de asumirlas.
El
vértigo me envuelven cuando concluyo que todos no tenemos el mismo
derecho a votar.
El
temor ante la malainterpretación me invade, pero digo que según
algunas circunstancias, habría que poder votar o no.
Aquel
alcohólico que tendrá problemas para regresar a casa tras
introducir su voto por la inconsciencia en la que vive, no puede
tener la misma capacidad decisoria que mi vecino de enfrente, que
sale todos los días, de una manera equilibrada a trabajar y
relacionarse con el mundo de manera consciente y normalizada.
Sí,
hay que establecer unas condiciones más exigentes para votar.
Las
personas debemos de estar en nuestra completa capacidad para decidir.
¡Y
quien decide los que pueden decidir! - me dijo aquel a lo que yo
contesté que esa pregunta son simplemente ganas de paralizar el
proceso.
Si
que se pueden establecer unos criterios que quitarían la posibilidad
de voto a algunas personas.
No
es un acto despectivo hacia nadie, sino, al revés, es darle el valor
merecido a otros que si.
¿Y
la edad de voto?
Miren,
yo independientemente quien sea, donde viva o sea hombre o mujer,
siento que mis pensamientos han variado de ahora a cuando tenía 18
años (edad de voto España), y además, a mejor, pues sé lo que
hay, y consecuentemente qué cambios para llegar a los objetivos.
Votar
con más edad y tener cumplidos una serie de requisitos sociales,
como serían no ser adicto a ninguna sustancia que produzca
desequilibrio mental o no haber realizado algún acto criminal de
cierto grado que implica un desprecio claro a la estructura y orden
buscado sea este cual fuera.
Estas
palabras son dinamita y lo sé.
La
democracia que entendemos en el mundo occidental, no tiene nada que
ver con aquella que entonces surgió.
Por
otras razones pero ésta, no era el voto de todos los habitantes,
sino de sólo aquellos que ellos consideraban propios para hacerlo.
Los
verdaderos demócratas debemos de ser conscientes de la dificultad de
emitir un voto correctamente.
Deben
de haber más exigencias para decidir por el futuro de todos.
Amo,
quiero, creo en la total democracia, pero si no la desarrollamos
correctamente, se puede convertir en la trampa de los tontos.
Tú
te puedes meter un “pico” de heroína y con éste en el cuerpo ir
a decidir sobre mi futuro.
No,
no.
Por
una medida de pura viabilidad y funcionamiento, hay que acotar las
condiciones de desarrollo.
No
hago política, estoy mirando con la lupa de la ciencia y buscándole
corrección al proceso.
articuloshiperbolicos.blogspot.com
Amazon. libros. Alberto barata Aznar
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