viernes, 26 de junio de 2015

LA HUÍDA TRAS LA FELICIDAD



El daño será múltiple o doble.
Primero por el control exterior y segundo, por la continua insatisfacción personal. Será en el siglo XIX, con pensadores, como Nietzsche, cuando la individualidad y superación de la sumisión por cobardía,  a las grandes corrientes, comienze a tomar forma.
Pero, aún así vuelve  a buscar explicaciones genéricas que aportarán a la persona  poca compresión o,  y poco despues, lo dejarán en un sentimiento propio sin continuidad en la razón.
Seamos individuos que piensan, razonan y sienten. Hagámoslo desde nuestra pequeños e individualidad, pero dando una estructura explicativa.
Los sentimientos me atrapan, me reconfortan, me explican en la satisfacción,  pero son poco valiosos para explicar la realidad a otros que no los compartan.
Protágoras, Epicuro, Hume, Rousseau y una justificación social y moral que se  escapa del individuo y siguen en la multitudes explicativas.
El asunto de este escrito es la actualización y personificación de la huida del individuo, perseguido por la multitud,  en busca de su felicidad.
No habló de aquel sometimiento por cobardía, sino, de éste  por ignorancia, al buscar las soluciones donde no las hay.
Nuestras sociedades son absolutamente interconexionadas entre sí y la interdependencia es total. El movimiento propio, saliéndose de las formas establecidas, es prácticamente nulo. Nos venden la razón del ser y operar en el exterior.
Y esto, es falso. Como camino falso, lleva a la infelicidad y con su negación,  encontramos como consecuencia,  la felicidad,  es decir, en nuestro interior.
Y esto ¿qué significa?, la huida como piedra primera y principal de funcionamiento,  de la necesidad de la autorización,  complicidad, benevolencia colectiva en tu acto.
Cuando trató de buscar la continuidad de comportamiento en los demás,  en sus vaivenes, de usos, costumbres y motivos, pierdo un tanto de felicidad. Como dijo aquel, el problema, no está en tu diferencia, sino en la absoluta igualdad colectiva.
La felicidad sólo se puede encontrar en nuestra individualidad.
La felicidad no te la puede dar nadie.
La felicidad no está en los ojos de los demás.
La realización es personal y la aceptación como tal en el reconocimiento externo, es una falsedad.
La vida, por su propia naturaleza y con el resultado de la inversión de valores modos y formas que llevan a la infelicidad, nos lleva a rastras, a la única autorización personal de tus actos.
Es el acto Supremo, ser juez y reo. Cualquier otra posición en busca de la felicidad, por elementos experimentados y racionales, hasta el punto de su igual, es falsa. Las circunstancias son máximas en su variabilidad,  lo que nos lleva a la imposible numeración de su correcta combinación.
Y como fin y maldito pero necesario apunte personal, las veces que me he perdido en las opiniones de los demás,  sobre mis actos y consecuentemente actuar conforme a estos, mi angustia ha sido grande. Cuando he encontrado la razón y justificación de los actos en mi mismo y no en los otros, el barco de la tranquilidad atraca en mi puerto.


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