jueves, 25 de junio de 2015

LA TOURNE (Cap. 10)



Y viéndoles hablar a las dos parejas con unas temáticas que los encerraban en dos dialogos y sentirse allí, el siempre ingenuo e inocente Andrés, sin par, optó por salir a refrescarse en la noche. En la costa de Valencia, en este caso de Sagunto, las noches son frescas y muy agradables en los calurosos veranos. Se sentó en la piedra esquinada y comenzó a pensar, dejándose arrastra por estos pensamientos, entre los caminos de las estrellas, "pero ¿ciertamente el amor se produce entre los polos opuestos como leí sin creérmelo aquel día?, ¿sentiran algo las parejas de mi mesa, los unos por los otros tal como sus ojos parecen que indican y como los mios así lo interpretan?, ¿envejecer con mi piano me dará toda y más pura felicidad que Don Cipriano así me contó?, ¿la bellisima Carmen, se podría enamorar de este pequeño caracol, que caminando toda su vida no podría subir más hasta sus rodillas?." En esta últia frase y con la salida de los demás acabó Andrés de realzar sus primeras palabras emocionales de toda su vida.
- Andrés, maestro, venga, anima esa cara y entra conmigo a beberte una cerveza - le dijo, como no, Pedro pasandole el brazo por encima de los hombros.
- No me digas maestro que me avergüenzo.
- Pues deja de hacerlo, me ya amigo - le contestó sonriendo.
Dentro seguían con sus conversaciones
- Marisa - decíale Don Cipriano- no podemos imponer el sentimiento a la técnica. La música, sin éste, no es nada, pero si no vives, comes y desayunas, entre las cuerdas, no hay nada que hacer, debes de dejar de ver dedos y sentirlos solamente para tocar. La música es el intermedio y el punto exacto entre los dos términos.
- Don Cipriano - ahora en publico y siguiendo la actuación de todos los demás le hablaba en tercera persona- la técnica hagala dueña y señora del, entonces vinilo, pero no, hay, pero nunca y en ningún lugar, nada tan bonito y emocionante como ver a un músico tocar e interpretar cuaquier tema viviendolo encima del escenario. He sentido ganas de llorar, cuando te veía, Carmen, - y se giró para decirselo, interpretar aquella pieza. Estabas lindísima moviendo este bello traje que llevas, moviendolo con el corazón de la obra.
- No, no, no me des a mi las gracias, ves y ponle flores en la tumba del inmenso y grande Vivaldi- la altiva Carmen, aparecía sin la piedad de la musica entre sus ojos.
- Pero extravagante artistas todos ¿tanto os cuesta dejar de volar en el camino de vuestras conversaciones y busquemos algún tema más terrenal? - dijo, claro, Pedro.
Selevantaron  y Don Cipriano se acercó a la barra.
Los presupuestos los llevaba, controlaba y manejaba Don Cipriano. A Carmen no le interesaban, pues no debía pagar, a Andrés, aunqué hubiera tenido que hacerlo, tampoco le interesaban, a Marisa, le invitaban y Pedro, no opinaba, pero si tomaba nota mental, pues quizás en algú momento tuviera que recordarlo.
Llegaron al Hotel.
En la propia puerta y con la discreció que le caracterizaba, Andrés, se despidió hasta mañana, Carmen y Pedro entraron al unísono y Don Ciprino se quedó a ultimar detalles de aquel último día y último concierto en Sagunto.
Estuvieron diez minutos repasando aquello que ya habían hecho y que ya sabían.
- Cipriano, me alegro de verte, sano, fuerte, y con toda la triste, por tus expresiones, pero alegre vida, en tu corazón. Tienes una gran oprtunidad, pues tus compañeros de viaje, de esta pequeña Tourne, son encantadores  - Marisa sonrió, siempre con sinceridad y cariño.
- Sí, quizás debiese comenzar a sair del caparazón, pero ! Me encuentro tal lejos de mundo en el qué nos movemos!
- Pero ¿te crees que sólo a ti te pasa?, no te lo dirán, pero les pasa a mucha gente, vamos practica tu sonrisa  - le dijo acercandose con la distancia oportuna y cogiendole de la mano-
Quizás haciase diez años que ninguna mujer le había cogido de la suya, pues fue entonces cuando murió su madre. Su distancia del mundo circundante había sido realmente mostruosa. Pero Cipriano era un hombre realmente fuerte y sus movmienos estoicos eran muy asimilados y autoreconocidos. Sin embargo, en aquel momento, sitió, unas sensaciones que le marearon por su desconocimiento, o mejor por su olvido como despues pensó.
-Gracias, Marisa, por no guardar rencor de aquel hombre que había llamado a la puerta de tu cuarto y después dejó la casa sin despedirse - subió la mano de esta hacía sus labios y también desde la distancia y respeto, pero con cariño le repitio - Gracias.
Justo y entonces apareció pedro
- Vaya, vaya, así que el moises de Miguel Angel también le temblaba el corazó por las mujeres - les dijo riéndose.
Don Cipriano se escabulló, no sin ponerle una inmensa, pero ya más comedida cara, de molestía,a Pedro y gritando al aire
- Mañana nos vemos todos, que descanseis.
Pedro continuó andando hacia Marisa y le dijo
- Marisa, me pienso que con tu divina sonrisa me podrás llevar a conocer algún garito para echarnos unas buenas risas y olvidarnos, quizás un poco de la trascendencia de todo lo que rodea a estos, sin duda pero no sé si para su bien o mal, genios de la música. Marisa volvio a reir y se fueron como dos amigos de toda la vida a beberse unas buenas y gratas cervezas bien fria. El la vera del mediterraneo puede faltar de todo, menos fiesta  diversión.

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