lunes, 15 de junio de 2015
....de lo que ha de ser la Filosofía
Y cuando me quise dar cuenta, perdido me encontraba entre las lineas de mi propio escrito.
A las postrimeras del día, en cuanto piensas para ti, tras vivir entre los demás, no releí aquello que narré u opiné sin ser consciente de la dificultosa inteligibilidad que éste iba a tener.
¿Y de qué hablaba?, hablaba del momento de la vida, de aquel estudiante de Filosofía, que dejó de buscar los misterios y soluciones en los grandes razonamientos, amplios y acabados sistemas.
No era por su falsedad ¡qué me parta un rayo ahora mismo si eso es lo que opino!, sino, por, y esto es innegable e irrebatible, su falta de completud entre ellos y su persona.
Y cuando llegó este momento, dejó de hacer Filosofía y comencó a hacer Poesía.
Sin verso, sin ritmo, sin rima, sin emociones emotivas, pero con sentimientos y entendiendo que estos son la única figura constitutiva y explicativa de la personas.
Familia, Género y Especie, Mamíferos y Primates, y sobre todo humanos, es decir, animales con sentimientos afectivos mucho más por encima de las leyes Darwinianas de selección natural, en el cual estos, aparecen, el algunos seres vivos, pero no son más que mecanismos de permanencia de la especie.
En la antigüedad, hasta el modernismo, las explicaciones siempre, sin excepción, se encontraban fuera de la persona. Aun con el giro hacia el Antropocentrismo, el ser humano era el centro del universo, en cuanto que era capaz de pensarlo. Razonarlo, comprenderlo, explicarlo, calculando, pero siempre su esencia explicativa era un sustrato alcanzable por el homo, es decir, era un elemento al cual el ser humano podía llegar, o sea, exterior y contemplable.
La Filosofía irá modernizándose y los sentimiento humanos irán tomando cabida y forma explicativa con coherencia y especificación. Empezaran a hablar de la angustia, de la desesperación, del poder, de la sumisión, pero seguirán emperrados en sacar a través de la razón, tomando el camino que les complazca, aquello que somos e intentaran construir sistemas siempre lejanos a atrapar nuestra personas y sentirnos dentro de sus teorías.
La Filosofía ha de ser arte de la comunicación y trasmisión de las ideas que conforman tu persona como individuo, lo cual se convertirá en una forma de poesía con la cual jugaremos y trataremos aquellas inquietudes y amores, preocupaciones y placeres que nos envuelven y conforman.
No hablo de la poesía como verso buscando la belleza en su figura.
La realidad no es estática, jamás es repetida, no tiene una forma fija y está absolutamente pendiente del árbol del que cuelga. Y este bosque en el que pendulan cada teoría está formado por la suma de individuos que pasean por el mundo.
He estudiado muchos años todos aquellos, grandes, sabios, genios, sobresalientes autores, que no me han desviado ni un ápice en los momentos en los que mi alma necesitaba ir algo más allá en mi propia comprensión.
Los Griegos la definieron como el arte del pensamiento. No lo desviemos y otorguemos a la Filosofía, mi siempre amada, una salida que no tiene.
Sí queremos encontrarnos y llevar el camino hacia nuestra persona, practiquemos y estudiemos a todos los grandes, pero no busquemos el sentido de la existencia en ellos.
Leamos textos en los cuales el autor hable con su alma.
Estudiemos a los clásicos considerados como filósofos para poder dar forma escrita, oral y comprensible a todo aquello que te llega del corazón y del alma, pues esto nos define, nos une y nos da una entelequia, como única razón como tal, sea la configuración multitudinaria de ellos.
Estudiar los sentimientos, definiéndolos, ordenándolos, describiéndolos de una canción que haga temblar tu corazón, es posiblemente un acto más cercano para saber lo que somos que alguno de aquellos sistemas, coherentes, razonados, perfectos que se han manifestado en alguna ocasión y momento.
¡No somos la perfección en el razonamiento!
¡No estamos dentro de un sistema inteligible y por tanto acabado y existente!
El construir un sistema correcto no implica, nunca jamás, su existencia, ni siquiera su validez explicativa.
Y éste, es a quien le interesa los pensamientos es una persona, dulcemente perdida en la sin razón constitutiva del ser humano.
Paseando, anonadado y aturdido, por su belleza y grandeza, entre las grandes catedrales del pensamiento, salía igual de sólo que había entrado.
Entrado cogido de la mano con el sonido de un violín, en la tormenta de las emociones, sales acompañado de algo más con lo que llegaste
Estoy haciendo filosofía, en cuanto a su comprensión moderna al intentar situar al ser humano en un sitio que le corresponda.
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