El bar estaba aquel mediodía
más oscuro de lo habitual, el tubo, algo anaranjado del fondo, se
había fundido, y además había menos gente pues la tormenta
arreciaba por las calles de Valencia. Ahora bien,
Andrés y Pedro le habían cogido mucho cariño al habito.
Allí estaban, siempre con el
oído puesto del barmnan para con ellos, pero no por cotilleo, sino
por interés, conversando entre sorbos a sus cafés.
- Andrés, tú siempre sin los
pies en el suelo – le dijo Pedro, algo inexpresivo.
- No, no, Pedro – le
contestó elevando ligeramente las manos – creo que debemos ya
entender que el sistema social, tiene , en todos sus niveles, como
única necesidad, condición absoluta para su funcionamiento, la
predisposición y espíritu con el que actúe el individuo.
- ¿No te ves reflejado en mis
comentarios a su contraria?, Andrés, corregir, mejorar, avanzar,
hagamos fenomenología y no esbocemos esencialidades extremas en lo
irresoluble. Los valores son anclas que nos fijan a cada uno en sus
ideas. Busquemos la funcionalidad del proyecto y no su solución
total.
La conversación estaba más
profunda de lo habitual y, aún con los cafés vacíos siguieron
conversando con interés. Carmen, antes centrada en los cierres
contables semanales de loa editorial a apenas dos metros de ellos,
estaba esperando ya, a ver, sí y qué le contestaba Andrés.
- Mira Pedro, ya te digo y a
los hechos me remito diciéndote que sin predisposición social,
civil, sin elementos éticos como la tolerancia, amor, ayuda y otros
los sistemas sociales no marchan, no funcionan ni caminan, amigo.
Vencer nuestra propia naturaleza egoísta en sistemas que la permitan
cabalgar desbocada serán difíciles de construir. La historia ha
demostrado que sólo con el talante de los componentes son el camino
correcto.
- Y ¿bajo que conceptos
entenderías como bien común, como valores éticos, como amor?, ¿los
que tu entiendes aquí en España o los que tienen, en todas su
variedades y temáticas las, digamos 50 culturas más existentes?
- ¿Y tú me acusas a mi de
hacer abstracciones?, pese a todos los que lo han puesto en duda y
relativizado, Pedro, ya te digo – lo que parecía ser un incremento
de voz, acabó en no más que un susurro- sí que hay unos valores
universalmente validos para todo los personajes e individuos del
mundo. Si hubiera una educación correcta sí que se les podía
educar a los jóvenes en unos valores que permitieran una muy
correcta convivencia.
Pedro, se hecho hacia atrás,
haciendo el gesto, algo despectivo, pero lleno de amistad y le dijo.
- Andrés, hemos llegado al
punto de inflexión, donde se acaba la conversación y entra la
creencia - Carmen, se levantó, y bebiéndose lo que le quedaba del
vaso de leche con cola-cao al lado de Pedro, mientras el barman,
casualmente limpiaba justo la parte de la barra central a ambos dos –
tú confías en la individualidad de la persona y en su actuación en
solitario, sin estar bajo la observación de las cámaras, sin salir
en la televisión, es más, sin que nadie te observe y aquí vienen
mis dudas. No te digo que seamos malos por naturaleza, pero buenos
tampoco. Habrá que construir un sistema aséptico y funcional que
procure el bien común, incluyendo en éste a las minorías.
- Pero, Pedro, en el caso qué
haya la más mínima posibilidad en lo que te propongo, educación y
predisposición, ¿no te parece más resolutivo y continuación
temporal lo que te propongo?
- Sí, Andrés, sin duda,
pero, amigo, yo no me creo su realización.
- Será, Pedro, que el trabajo
de corrección gramatical y ortográfica de los textos a publicar en
la editorial te ha dado mucho orden y practicabilidad. Te encuentro
un tanto estrecho entre la invariabilidades de las reglas
ortográficas – le dijo riendo
Pedro rió también y le dijo.
- No, Andrés, el problema es
tuyo, que el trabajo en la creación e ilustración de los libros
publicados en la editorial, te ha potenciado de una manera exagerada
tu imaginación y creatividad y no puedes parar. Ponte límites
amigos, le dijo, acabando entre risas.
- Pedro, Andrés – dijo Carmen irrumpiendo en mitad de la conversación como solía hacer en
todos los ámbitos de la vida- os voy a perseguir en estos cafés, me
encanta, aunque no sé si flypo más con los temas que debatís o con
vosotros que los estáis debatiendo – también, y para gusto de los
tres- se fue sonriendo.
Llamaron a su amigo, grande
barman.
- Pedro, ¿hoy pagas tú o yo?
- como nos es imposible discernir quien tiene razón, juzguemos quien
ha argumentado mejor sus ideas, así pues ¿tú o yo?
- Andrés ¿y por qué dejas
las cartas en mis manos y no decides tú?
- Qué cada uno se pague lo
suyo.
- ¡Si, sí!, esa era la
respuestas, se dijeron mientras se levantaban.
Pedro pagó, pues estuvo más
rápido en sacar el dinero, entre otras cosas por que a Andrés le
costaba bastante más manejarlo y encontrarlo.