miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL CAFÉ Y LOS AVATARES SOCIALES





El bar estaba aquel mediodía más oscuro de lo habitual, el tubo, algo anaranjado del fondo, se había fundido, y además había menos gente pues la tormenta arreciaba  por las calles de Valencia. Ahora bien, Andrés y Pedro le habían cogido mucho cariño al habito.
Allí estaban, siempre con el oído puesto del barmnan para con ellos, pero no por cotilleo, sino por interés, conversando entre sorbos a sus cafés.
- Andrés, tú siempre sin los pies en el suelo – le dijo Pedro, algo inexpresivo.
- No, no, Pedro – le contestó elevando ligeramente las manos – creo que debemos ya entender que el sistema social, tiene , en todos sus niveles, como única necesidad, condición absoluta para su funcionamiento, la predisposición y espíritu con el que actúe el individuo.
- ¿No te ves reflejado en mis comentarios a su contraria?, Andrés, corregir, mejorar, avanzar, hagamos fenomenología y no esbocemos esencialidades extremas en lo irresoluble. Los valores son anclas que nos fijan a cada uno en sus ideas. Busquemos la funcionalidad del proyecto y no su solución total.
La conversación estaba más profunda de lo habitual y, aún con los cafés vacíos siguieron conversando con interés. Carmen, antes centrada en los cierres contables semanales de loa editorial a apenas dos metros de ellos, estaba esperando ya, a ver, sí y qué le contestaba Andrés.
- Mira Pedro, ya te digo y a los hechos me remito diciéndote que sin predisposición social, civil, sin elementos éticos como la tolerancia, amor, ayuda y otros los sistemas sociales no marchan, no funcionan ni caminan, amigo. Vencer nuestra propia naturaleza egoísta en sistemas que la permitan cabalgar desbocada serán difíciles de construir. La historia ha demostrado que sólo con el talante de los componentes son el camino correcto.
- Y ¿bajo que conceptos entenderías como bien común, como valores éticos, como amor?, ¿los que tu entiendes aquí en España o los que tienen, en todas su variedades y temáticas las, digamos 50 culturas más existentes?
- ¿Y tú me acusas a mi de hacer abstracciones?, pese a todos los que lo han puesto en duda y relativizado, Pedro, ya te digo – lo que parecía ser un incremento de voz, acabó en no más que un susurro- sí que hay unos valores universalmente validos para todo los personajes e individuos del mundo. Si hubiera una educación correcta sí que se les podía educar a los jóvenes en unos valores que permitieran una muy correcta convivencia.
Pedro, se hecho hacia atrás, haciendo el gesto, algo despectivo, pero lleno de amistad y le dijo.
- Andrés, hemos llegado al punto de inflexión, donde se acaba la conversación y entra la creencia - Carmen, se levantó, y bebiéndose lo que le quedaba del vaso de leche con cola-cao al lado de Pedro, mientras el barman, casualmente limpiaba justo la parte de la barra central a ambos dos – tú confías en la individualidad de la persona y en su actuación en solitario, sin estar bajo la observación de las cámaras, sin salir en la televisión, es más, sin que nadie te observe y aquí vienen mis dudas. No te digo que seamos malos por naturaleza, pero buenos tampoco. Habrá que construir un sistema aséptico y funcional que procure el bien común, incluyendo en éste a las minorías.
- Pero, Pedro, en el caso qué haya la más mínima posibilidad en lo que te propongo, educación y predisposición, ¿no te parece más resolutivo y continuación temporal lo que te propongo?
- Sí, Andrés, sin duda, pero, amigo, yo no me creo su realización.
- Será, Pedro, que el trabajo de corrección gramatical y ortográfica de los textos a publicar en la editorial te ha dado mucho orden y practicabilidad. Te encuentro un tanto estrecho entre la invariabilidades de las reglas ortográficas – le dijo riendo
Pedro rió también y le dijo.
- No, Andrés, el problema es tuyo, que el trabajo en la creación e ilustración de los libros publicados en la editorial, te ha potenciado de una manera exagerada tu imaginación y creatividad y no puedes parar. Ponte límites amigos, le dijo, acabando entre risas.
- Pedro, Andrés – dijo Carmen irrumpiendo en mitad de la conversación como solía hacer en todos los ámbitos de la vida- os voy a perseguir en estos cafés, me encanta, aunque no sé si flypo más con los temas que debatís o con vosotros que los estáis debatiendo – también, y para gusto de los tres- se fue sonriendo.
Llamaron a su amigo, grande barman.
- Pedro, ¿hoy pagas tú o yo? - como nos es imposible discernir quien tiene razón, juzguemos quien ha argumentado mejor sus ideas, así pues ¿tú o yo?
- Andrés ¿y por qué dejas las cartas en mis manos y no decides tú?
- Qué cada uno se pague lo suyo.
- ¡Si, sí!, esa era la respuestas, se dijeron mientras se levantaban.

Pedro pagó, pues estuvo más rápido en sacar el dinero, entre otras cosas por que a Andrés le costaba bastante más manejarlo y encontrarlo.

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