Ciertamente
es una temática sabida, conocida, debatida y tratada, pero aun así
pienso y creo que no somos capaces de llegar a las consecuencias de
ello. Y ¿de qué hablo?, de la mal venida telebasura.
Mas
concretamente de los debates, o mejor las conversaciones de corral en
estos programas de actualidad, digamos y por decir algo, social.
Es
realmente preocupante qué cantidad importante de la población
disfruta, se sienta feliz, le interese, le seduzca, los espera con
ansiedad y los añore cuando no están.
Si
lo hacemos nosotros, es porque y por necesidad, tenemos unas
inclinaciones de cotilleo, disputa, escándalo, mentiras,
exageraciones, discusiones banales, personajes inventados y
actuantes, niveles de discusión disonantes, temáticas ridículas,
humillantes, irrisorias y cosas similares que no hacen más que
envilecer nuestra ya problemática naturaleza.
La
suma de los minutos que he visto ese tipo de actuaciones bajo el
disfraz de realidades, no suman, en unos diez años, una hora.
Ahora
bien ¡Qué y cual hora!
Personajes
que se postran y se ofrecen con un acto grado de lucidez mental y
situabilidad social y no son mas que muñequitas baratas en el
mercado del espectáculo.
Entiendo
que hay que huir de ellos.
Pienso
que degradan nuestra naturaleza.
No
nos construye, sino que nos destruye. Tal y como os lo digo.
Utilizan,
con trampas de sentimientos, a los personajes, participantes y
espectadores. Lagrimas propias y ridículas allí, que jamas debían
hacerse públicas.
Ganar
dinero con el corazón encogido de alguna persona debería, y atentos
a lo que digo, significar cárcel - exagero del mal que veo. Es
rebajar al máximo el respeto a las personas.
¡Qué
no nos utilicen más!
Pero
es el mercado el que manda, es el que, desde su independencia, nos
utiliza. Y se ve mucho, estos programas. O bien porque los mecanismos
de trasmisión de existencia a través de la publicidad allí te
llevan como único camino de continuidad, o bien porque somos
incapaces de cambiar de canal.
Bueno,
¿qué hacemos?, ¿saltar el sistema por los aires? O ¿educar a los
ciudadanos para que tengan más cultura y personalidad dejen de
bañarse con la basura de estos programas?. A ambas dos soluciones,
más de uno, le sacan dudas, problemas y errores.
Le
damos de comer y hacemos fuerte, al mismo lobo que en un futuro nos
devorará
Ningún
tipo de virtud ni valor hay y menos se discute.
Las
discusiones, vociferando entre personajes, que no lo valen nada, pero
como si lo valieran han sido presentados o propuestos y como tales se
comportan.
Yo
no me pongo, aquí el que escribe, en ningún lugar, pero hay asuntos
que tengo claro donde deben de estar.
Los
gestos estudiados, las posiciones buscadas, las miradas enfocadas,
los grandes estudios psicológicos absolutamente ridículos, la
seguridad basada en los dineros que se les pagan a los que aplauden,
las copas que invitan allí donde vieron a aquel y, esto es lo que me
preocupa, los cientos de miles de espectadores.
Es
innegable que el empobrecimiento, o al menos, de una parte, de
nuestra especie es patente con la extensión de este tipo de
programas. Son cientos de miles los que, sin saberlo se meten en un
mundo donde el respeto, la tolerancia, la intimidad, la humildad, la
verdad, son temas y modos de operar absolutamente secundarios.
El
espectáculo de nuestras miserias y la mentira autorizada y bien
vista.
Alejado
desde la incomprensión observo a todos aquellos que disfrutan
escuchando la confesión de ella narrándole la historia con otro
hombre a él. Lloros, lagrimas, juicios, opiniones de gente que no
sabe nada, profunda indignación mostrada por algún contertulio
fruto no más que de la actuación y la mentira.
Me
gustaría, sin realizar ningún ejercicio investigador, encontrarme
con alguno de los tertulianos o tertulianas, fuera de las cámaras y
en solitario. Mi curiosidad es extrema por saber que hay de toda esa
parafernalia y gran teatro montado.
Trato
de no utilizarlo, pero es innegable que es un hecho buscado y no
accidental con lo cual es un motivo para reflexionar sobre las
personas.
La
televisión basura en la búsqueda del disfrute del engaño.
Hacer
vivir, a los telespetadores, la emoción que no tienen en sus vidas,
narrándoles historias que son falsas pues nunca ocurrieron tal y
como son contadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario